lunes, 5 de noviembre de 2012

"Tonight we are young"

Si hay algo que admiro de las series que nos llegan desde las costas de la pérfida Albión es la brevedad bien entendida de sus temporadas, lo concisas que se conforman con ser. Se ven en un suspiro, y encima disfrutándolas, y te pones con otra cosa. Así da gusto, y palidecen a su lado, y es que no hacen otra cosa que palidecer, las series españolas, de las que muchas veces se emiten capítulos según cómo vayan acompañados del share (verbigracia: cuando Antena 3 se pasó un año entero echando capítulos de Aquí no hay quien viva sin repeticiones, consiguiendo que la serie se desgastara en tiempo récord). Yo vi Sherlock en algo menos de tres días, y ya que estoy la recomiendo con fervor y fanatismo, pues las películas de Robert Downey Jr, aunque salga Robert Downey Jr, son una birria comparadas con ella. Que parecen la versión de Garci de la obra de Sir Arthur Conan Doyle, vamos. 

"¿Quién ha dicho esta memez?"

   No estoy aquí para hablar de Sherlock, sin embargo (lo cual es una lástima, porque llevo esperando la tercera temporada lo indecible). Voy a hablaros de otra serie, porque hace mucho tiempo que no termino un libro y que no puedo por lo tanto escribir sobre él (me metí en el embolao de leer Ana Karenina, y aquí sigo perdido entre Petrovich y Flautovs). En fin, Misfits. Una serie británica que lleva tres temporadas en antena, recién estrenada la cuarta, y que supone, sobre todas las cosas, un caso paradigmático de cómo los actores y sus egos (o gilipolleces) pueden llegar a destrozar un gran trabajo. Como ocurrió en Siete vidas, en la ya mencionada Aquí no hay quien viva, y en otros muchos honrosos ejemplos patrios. 
   Misfits va de gente con poderes, originados en una misteriosa tormenta que asola Londres y de la que no se llega a descubrir nada más, ¿para qué molestarse en mutaciones o picaduras de insectos, que no son mucho más creíbles? Toda la ciudad queda tocada, infestada de freaks con poderes a cada cual más absurdo, pero el guión se centra en un grupo de chavales que cumplen servicios comunitarios por hacer alguna chorrada. Estos chavales son, casi sin excepción, bastante imbéciles (oséase, normales), y no se plantean en ningún momento utilizar sus poderes por el bien común, conformándose con intentar lidiar con los problemas que su nueva situación les acarrea. La premisa es interesante como podéis apreciar, y da para una gran cantidad de humor negro y bestia, que es lo mejor de Misfits

Mierda, me equivoqué de foto

   Así, tenemos entre manos una serie cuyo género vaga entre la ciencia ficción (aun cuando los efectos especiales son, imagino que premeditadamente, espantosos), el drama social (pero tampoco es que nos tomemos las problemáticas y marginadas vidas de estos jóvenes demasiado en serio) y la comedia gamberra (donde sí que consigue su objetivo, con chistes cafres, guarradas y mala leche por un tubo). Es a causa de esto último por lo que yo les recomiendo esta serie a los amiguetes. Además, la mayoría de los capítulos son entretenidos, dirigidos con ritmo frenético y mucho movimiento de cámara, por aquello de resultar más rompedor, y tienen una banda sonora muy adecuada y cañera (aunque suene Joy Division en cierta ocasión).  La serie ideal para la chavalería, a fin de cuentas. 
   Y de hecho, sin más cinismos que nos valgan, las dos primeras temporadas de Misfits hacen alarde de una vitalidad envidiable. Una de seis y otra de siete capítulos (lo que os decía al comienzo del artículo), y ambas impresionantes, con algún capítulo flojo siempre pero que saben disimular con mucha pirotecnia y algún chiste a tiempo de Nathan. 
   Ah, sí. No he mencionado a Nathan, y debería hacerlo cuanto antes, porque Nathan es Misfits. O lo fue. Este personaje es sin duda el más imbécil, al que le pegarías un guantazo por cada idiotez que hace o dice, pero del que no puedes evitar partirte el culo (la mecánica de la serie no consiste en otra cosa que en reírte de las desgracias de los protagonistas). El actor que lo interpreta, o interpretaba, es Robert Sheehan, y hace un trabajo colosal componiendo a un ser odioso pero morbosamente atrayente. Si la serie mola tanto, o molaba, es a causa de él. Sin discusión. Luego alguno dirá "Pues Rudy...". A callar.
   Tan efectista uso del tiempo pretérito se debe a que Robert Sheehan descubrió así como por iluminación divina que quería hacer cine y se piró de la serie en la tercera temporada, dejándolos a todos con el culo al aire. Quedaron Simon y Kelly (la adorable choni a la que es imprescindible escuchar en versión original), y Curtis y Alisha (siendo estos últimos los personajes más insulsos, patéticos y mierders). Ah, y metieron al pobre Rudy, que no está mal pero no es Nathan (y por no serlo se granjeó un odio inmerecido por parte de casi todo el planeta). Con este panorama la serie tuvo una tercera temporada para el olvido, con algún que otro episodio decente, pero con una mayoría aburrida y mediocre. Y como la gente la seguía viendo, se decidió continuar con la producción de capítulos, y prolongar la agonía. 


   Y eso que hubo problemas a mansalva. De hecho, a causa de una serie de catastróficas desdichas (destacando lo ocurrido con Lauren Socha, que es ciertamente hilarante), en la cuarta temporada sólo ha quedado un miembro del reparto original, y no diré quién es porque no sé cómo de pequeña es la distancia que me separa ahora mismo de los spoilers asesinos, pero os adelanto que es uno de los más mierders. Yo, de momento, paso de ponerme a verla. Ni siquiera tenía que haber visto la tercera temporada, pudiendo haber empleado ese valioso tiempo en hacer deporte o en ver los capítulos que me faltan de Cuéntame cómo pasó.
   A lo que concluyo. Le recomiendo Misfits a todo el mundo, pero sólo las dos primeras temporadas. Luego si ya estáis con el mono podéis ver el resto, siendo eximida mi persona de responsabilidades. En los trece capítulos iniciales disfrutaréis de una serie adictiva que no tiene un gran guión pero sí un par de ideas cojonudas (hay un tío que tiene el poder de controlar la leche, y el que no piense que eso es una genialidad no merece otra cosa que desprecio), un sentido del humor prodigioso, y, sobre todo, disfrutaréis de Nathan. El nuevo gran héroe adolescente, recogiendo el testigo de Holden Caulfield, Seth Cohen y Carlitos Alcántara.
   Y qué mejor manera de concluir el artículo que dejándoos con la reproducción del discurso que éste se marca en el último capítulo de la primera temporada. Pura épica transgresiva, que diría Robe Iniesta:
    
   ¡Somos jóvenes! Es normal que bebamos demasiado, es normal que tengamos mala actitud y que queramos follar como conejos, ¡estamos diseñados para la juerga! ¡Es lo que toca! Sí, algunos palmarán de sobredosis o se quedarán de la olla, pero Charles Darwin dijo que no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos, ¡y de eso va todo, de romper huevos! Y por huevos me refiero a ponerte ciego con un cóctel de pastillas. Si pudierais veros... Me parte el corazón. Lo teníamos todo. La hemos cagado, más fuerte, y mejor que ninguna generación antes de la nuestra. ¡Éramos preciosos! ¡Somos unos inútiles! Yo soy un inútil, y pienso ser un inútil hasta los veintimuchos, o incluso hasta los treintaypocos, ¡y me follaría a mi propia madre antes que dejar que me quiten eso!

lunes, 29 de octubre de 2012

Malhaya sean los carteros que no traen nada para mí

sé que lo que vais a leer a continuación (si seguís leyendo) es difícil de entender. lo hubiera intentado hacer más simple, pero no me gusta masticaros la comida. no soy de esos. si no podéis por cualquier razón, dejad de leer y mandadme al carajo. no os voy a juzgar por ello (no sería justo porque no sois los primeros). es básicamente que no se escarmienta en cabeza ajena y esta experiencia, supongo, sólo la he tenido yo de todos cuanto leeréis esto. por eso es difícil. pero gracias:



acabé hace tiempo, un tiempo relativo, dos libros que, de una forma y de otra también, cambiaron mi concepto de la espera. la espera como momento absurdo del día. también es romántico, idiota y enérgicamente cercenado de energía y todo eso. al menos hay gente que lo dice así. la espera como solución, que no como principio, que es lo que suele, ya nos pese, ser. ya nos pese, digo, sin medidas, porque hay cosas que no tienen medición: la pasión, la soledad, la espera. porque aunque puedas decir 'llevo esperándote 17 minutos', no sabes el tiempo que llevas queriendo esperar esos 17 putos minutos. haría falta tal vez sólo un ejemplo para que entendierais lo que quiero decir, pero hoy no estoy para ejemplos, ni para tiempos relativos, ni para absurdeces románticas ni románticos absurdos (inclúyanse en el grupo que gusten). hoy estoy aquí porque ya no hay sellos, ya no hay lacre fundido y ya no hay locos.


EL PRIMERO

las cartas que espera 'el coronel' en 'el coronel no tiene quien le escriba' son cartas de salida. pero no hay un ¿de dónde? para responder. sólo le llegaría esa carta y sería otro. o, bueno, pensándolo mejor, no sería otro: cambiaría. a mejor. todo cambia a mejor. las sinopsis me aburren en el poco tiempo que tardo en leerlas así que os la omito, los resúmenes cometen el pecado de hacer realidad la ficción (pido la voz y la palabra para quemarlos), y si quieren, por tanto, saber de qué va el libro, cómprenlo. leánlo, en tres días. sólo diré que habla de un matrimonio y sus 17 minutos. ese matrimonio es el pozo de la nostalgia, la cuerda está ahí, no la cogen y nunca viene el pozero (la carta) que les saque de esa inquebrantable y ya rota 'su historia'. la de ellos. ¿dónde está el hijo? ¿quién comerá mierda? ¿quién alimenta al gallo para alimentar a quién? cartas de salida de una vida de periódico y paseo, de mosquitera y zapatos de domingo, de amor y de puerto (que es lo mismo). es de Gabriel García Márquez. hay muchas ediciones. os recomiendo el papel amarillento, que huela, que vuelva ásperas las puntas de vuestros dedos que no se cartean con nadie.

(aún os admiro por seguir leyéndome en mis delirios)

de repente, cuando lo acabé, no advertí nada: no advertí el fruto de un amor con la cimiente en los años pasados, no advertí las ruinas y que las formas de correspondecia actuales son como los mensajes privados de las redes sociales, en donde la cultura del telegrama barato ha privado a la sociedad de un nuevo método romántico de espera. pero así esas cartas modernas se vuelven cartas de transición entre que quien la envía y quien la recibe puedan ser dos personas que viven uno al ladito del otro. o incluso que duermen juntos. las cartas hay que enviarlas a gente que esté a tomar por culo. telegrafiadas en máquinas de escribir. sin mayúsculas para ahorrar. o manuscritas y perfumadas.

EL SEGUNDO

'ardiente paciencia' era el título original de lo que todos conocen como 'el cartero de Neruda', un libro ejemplo de otros libros. es de Antonio Skármeta. hay una película, pero no la he visto. yo me identificaba con mario jimenez, un entusiasta joven cenutrio que se inspira en/copia a su maestro Neftalí Reyes aka. Pablo Neruda (y por ende  Matilde Urrutia). Ella. a quien va dedicado el libro. a quien deberían estar dedicados todos los libros. con este libro vi cuan gilipollas era intentando hacer algo ya hecho (ser Neruda). o, de otra forma, hay que ser uno mismo en los aspectos más nauseabundos de la vida. hay que amar como a ti te salga amar, hay que escribir como tú quieras escribir y hay que recibir las cartas que a ti solo y sólo te manden.


(aún os admiro)

a mí este libro me lo regalaron y aún hoy no sé si era así como se reciben las misivas. a mí me ardían las manos y me sentía como perdido. un efebo en el mundo mágico de las cédulas. pero reconozco que leyéndolo me fui haciendo más infantil, más torpe si se pronuncia como leyendo el poema 'Tu Risa'. las de este libro eran cartas de llegada donde la vida. vida de playa y cantina. de pluma y folio. de pluma y aves. buenas cartas.




las cartas no llevan fotos y así yo las deifico y os la entrego. os la mando. las cartas son dificultosas, para leerlas una y otra vez, como así os la envío. y ya está. esto es todo lo que tenía dentro. el otro día utilicé mi dedo como abrecartas carnal y todo lo que decía lo de dentro era 'Estimado Señor miapellido' y sandeces varias sobre números bancarios, seguros y de nuevo el estimado miapellido que no se parece en nada a mí. eso no es una carta. Yo nunca he recibido una carta.

lunes, 22 de octubre de 2012

Millones de Euros para tomarme por IDIOTA

¿Puede una buena película estropearse por un mal detalle? Bueno, todo depende, si es el doblaje de El Resplandor la respuesta es SIN DUDA, si es una aparición de Nicolas Cage depende (¿Le matan de una manera cruel? –Sí- entonces puede ser buena a pesar de todo, ¿Tiene un papel dramático? –Sí- entonces no hay quien salve esa basura). Todo esto viene a colación de la última película de Bruce Willis, mejor dicho, la última película de Joseph Gordon-Levitt, porque yo por una de Bruce Willis no pago 10 euros.

Cartel Promocional, fte: www.labutaca.net
Vamos a ver, por puntos, lo primero no se puede jugar así con la ilusión de la gente. Lo digo totalmente en serio, las personas no somos tan idiotas como parecemos, recordemos que George Bush y Belén Esteban, así como Justin Bieber, en este blog no son considerados…bueno, lo voy a dejar ahí. La cosa es… llegas al cine mentalizado de que dos actores que se parecen como un zapato a un rosario van a ser la misma persona y, de verdad, pones toda tu buena fe en pensar que eso va a funcionar. Y al principio lo hace, ya partes de esa premisa, pero, y lo digo en alta voz, ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ han decidido que era una buena idea hacer una transición Gordon-Willis? Es lo más gitano que he visto en el cine “serio” en mucho tiempo, ¡¡¡es peor que los calcetines PIUMA!!! Joder, que eso hay gente que se lo traga, pero esto…ni Falete. Estoy muy cabreada, no puedes dirigir una película multimillonaria y hacer que en tres años un personaje pase de tener una cara a otra, así, sin explicación (al menos que le hubieran tirado ácido o algo). Ahora, tal vez, no sintáis la ira pero cuando la veáis espero que sí, eso significará que no estoy tan loca.

Joseph Gordon-Levitt, que en realidad
es Bruce Willis con 30 años.
En fin, pasando a otro tema. La trama es dinámica, el argumento es original, los actores son bastante buenos pero… (y es que parece que esta es la película de los peros) todo está sobrecargado. Hablamos del futuro, todo parece comedido y eso es algo que me fascino bastante. Estamos hartos, (sí, hablo por vosotros), de futuros que deslumbran y están únicamente para que quede muy guay. Pero, querido Rian Johnson, si decides no hacer el chorra poniendo tonterías, no coloques una moto aerodeslizadora, es patético. Esto no es Regreso al Futuro y nunca lo será, así que ¿por qué no te ciñes a un futuro tecnológico sin cacharros que no se van a inventar y te ahorras que en cincuenta años se rían de nosotros por una versión del futuro que es ridícula? Gracias.

El film es presentado como una película del futuro que no trata del futuro y, sinceramente, creo que en eso estoy de acuerdo (Aleluya). La cuestión central es un tema serio y tiene toques de moralidad que pueden llegar a plantear cuestiones en el espectador, si no fuese porque, a lo largo de los minutos, la película se pone más y más rara. No paran de introducir elementos nuevos y cuesta bastante concentrarse en qué es lo importante: Abarcar demasiado suele ser una mala idea en el ámbito cinematográfico, pero parece que nadie se da cuenta de ello. Al final, la película acaba haciendo aguas porque, como todos sabemos, jugar con el tiempo es algo peligroso y más si se pretende tocar todos los palos muy por encima. Oye, que ahora toca drama, pues Emily Blunt, que toca acción venga pium pium, ahora miedo para que la gente no se aburra y luego intriga, que no digan que somos frívolos...

El verdadero Bruce Willis con 30 años.
No quiero que la película parezca mala, no lo es, simplemente tiene fallos que pueden hacerte salir del cine pensando demasiado en detalles que deberían haber pasado desapercibidos. En contraposición a todos los  errores, la mejor baza con la que puede contar esta cinta son los actores. Cada uno está bastante cómodo con su papel y, por si alguien se lo pregunta, sí, a Bruce Willis le dejarán disparar y tener sus minutejos de acción, Emily Blunt será extraña pero convincente y Joseph Gordon-Levitt (con un nombre compuesto es más fácil triunfar) es…es…simplemente es magnífico, no puede evitarlo. Además, los secundarios están encabezados por dos hombres que me han encandilado, Jeff Daniels, ya que con The Newsroom ha demostrado que se puede conseguir una serie de calidad sin que sea aburrida, y Paul Dano, el adolescente “mudo” de Pequeña Miss Sunshine, cuyo personaje (bueno, no exactamente) tiene, en mi opinión, la escena más espectacular de la película.

Esto se termina. Toda buena crítica debe acabar diciéndole al lector si debe o no ir a ver la película, bien, esta no es una buena crítica. La película es rara, el cine es caro, los actores son buenos y no sale Nicolas Cage. Querido lector, yo, al contrario que el director de esta película, cuento con que eres inteligente, así que decide por ti mismo.

sábado, 20 de octubre de 2012

Mata Mua


Algo se cuece en el Museo Thyssen y no son los líos de herencias entre la baronesa y su hijo, Gauguin y sus amigos ya están aquí para hacernos el otoño más placentero con su particular visión del exotismo. 

Mata Mua (Érase una vez...),1892. Paul Gauguin
Fuente: wikipedia
 Paul Gauguin (1848-1903) antes de lanzarse a pintar atractivas tahitianas tenía una profesión apasionante: agente de cambio en París, para simplificar, un funcionario que trabajaba en operaciones de la bolsa. Por si esto fuera poco también fue un respetable esposo y padre de familia (cinco churumbeles nada menos). Lo sé, a mi también me parece incomprensible que se largara a  Oceanía. Pero aunque os parezca increíble, porque estas cosas ya no pasan, el mundo de la bolsa tiene sus altibajos y al joven Paul le despidieron tras una de esas famosas “caídas”. Gracias a eso se convirtió en pintor a tiempo completo y a sus 34 añazos empezó con las emociones fuertes: aligeró peso dejando en alguna parte al resto de su familia, buscó el contacto con otros artistas interesados en la libertad que da la naturaleza, fue a Panamá y a Martinica, conoció a Van Gogh cuando aún tenía dos orejas y vio cómo se cortaba una de ellas en un momento de calentura entre los dos amigotes, etc. Pero a Gauguin la Bretaña francesa se le estaba quedando pequeña y siguió soñando con la imagen idealizada de las civilizaciones primitivas de forma que al final terminó viajando a Tahití y es allí donde realizó la mayoría de las obras con las que la gente le asocia hoy en día.

La obra del pintor está desperdigada por el mundo y esta exposición reúne parte de ella. Podemos ver lo impresionado que estaba Gauguin con sus nuevos vecinos en “Dos mujeres tahitianas” o en los coloridos personajes de “Parau api (¿Qué hay de nuevo?)”, la naturaleza misteriosa y virgen de “Mata Mua (Érase una vez…)”, un cuadro que pertenece al Thyssen pero que por desgracia no podemos ver habitualmente porque la baronesa lo guarda debajo de su cama. Percibimos su interés por la cultura maorí y cómo ve reflejadas en estas tierras el paraíso perdido en “Matamoe (Muerte. Paisaje con pavos reales)” o en “Mujeres en la ribera del río”.

Dos mujeres tahitianas, 1899. Paul Gauguin
Fuente: wikipedia
 Pero eso no es todo, acompañan a Gauguin otros pintores influenciados por él y que sentían la misma pasión por lo insólito. Henri Rousseau (1844-1910) hace acto de presencia con un solo cuadro (“Paisaje tropical con un gorila atacando a un indio”,1910) pero a este hombre le basta con eso para llamar nuestra atención y que no le olvidemos el resto del día (sí no estas de acuerdo no me vuelvas a dirigir la palabra, hay cosas con las que soy intransigente). Unos retratos de nativos de los Mares del Sur pintados por Emil Nolde (1867-1956) harían sonrojarse a cualquiera que piense que nosotros somos los modernos y esto ya es arte antiguo. Paisajes como “Ciudad Árabe” pintados por Kandinsky (1866-1944) donde vemos algo diferente de lo que usualmente reconocemos en su obra y mucho, mucho más.
Por si os preguntáis qué fue de Gauguin os diré que murió de sífilis, cosas de vivir la vida loca, y en cuanto a los tahitianos tienen por allí el segundo museo más importante dedicado al artista para compensar la afición que tenía Paul por sus mujeres y el hecho de que buena parte de sus descendientes deben de haber heredado la nariz del pintor.

Como siempre nada de lo que diga aquí hará justicia a la exposición por eso solo puedo añadir que ir a ver “Gauguin y el viaje a lo exótico” es lo mejor que podemos hacer con nuestras vidas ahora mismo así que me despido como lo hace la última sala de la muestra, con un fragmento de “Tabú” (F.W. Murnau/ Robert J. Flaherty,1931).


Podréis ver la exposición hasta el 13 de enero y el precio de la entrada va de 10 a 0 euros dependiendo del caso, pero os recomiendo que la compréis online porque es posible que os quedéis sin entrar si vais directamente.




miércoles, 17 de octubre de 2012

Rodarán Cabezas

Solo escribo esto porque se supone que por alguna extraña y estúpida razón es esencial que lo haga para hacer acto de presencia, como si mi nombre en “Contribuyentes” no fuese honor suficiente. Tranquilos, yo no voy a aburriros con películas dogmáticas,  ni museos interminables, ni partidos de fútbol anti-culturales… no, yo escribo sobre algo que a todos nos gusta lo aceptéis o no. Yo os aburriré con videojuegos, eso que nos acompaña durante gran parte de nuestra niñez y pubertad pero que importa a una, mayor de la que imagináis, parte de adultos. Adultos que entre tu y yo siguen siendo unos críos inmaduros aunque todos sabemos lo divertido que es serlo, ¿a que si?

El juego de PC (es lo que hay, tengo que empezar por un juego que pertenezca exclusivamente a la mejor plataforma para jugar que existe actualmente) que tiene el honor de ser el primero (y probablemente el último, quién sabe) es el que fuera estrenado ayer día 16 de septiembre de 2012 por la compañía Indie “TornBanner Studios”, un juego de acción en primera persona que lleva por nombre “Chivalry”. Irónico que lleve dicho nombre (Caballería) teniendo en cuenta el dudoso honor en la lucha de la mayoría de sus participantes, entre los que me hayo. Pero aceptémoslo, el último caballero con honor que hemos visto ha sido Edward Stark y todos sabemos como acabó (“uno simplemente no puede vivir para siempre”) la caballería es muy bonita si, pero no se aprecia muy bien cuando tu cabeza rueda por el suelo. Y creedme cuando os digo que en este juego ruedan cabeza, literalmente, el juego te permite degollar a tus oponentes. Para que os hagáis una idea se trata de un juego en primera persona online como los actuales de guerra moderna pero en lugar de armas de fuego se usan armas medievales. Ya esta, con eso podemos zanjar el asunto y decir que es mejor que cualquiera de los juegos que hay ahora mismo en el mercado. ¿No? ¡Tienes la posibilidad de cortar la cabeza a un jugador que no conoces de nada y hacer que su esta ruede mientras otro corre por detrás ardiendo en llamas! No hay nada que pueda hacer para describir el gozo psicótico y de dulce placer que te embriaga al mente en momentos como ese, y no hay ningún otro juego online actual que lo consiga de forma tan esplendida como lo hace Chivalry.



Los sonidos de la batalla son súblimes logrando meter al jugador en el fragor de la batalla. La escala es impresionante consiguiendo hacerte sentir parte de una guerra mayor que tú en la que no eres más que uno de los cientos de soldados que morirán 10 segundos después por una estocada de lanza, quemadura por aceite hirviendo, flechazo en el gaznate, tajada de espada, cercenamiento del brazo por hacha, acuchillamiento de daga o porque simplemente no miras por dónde vas y te caes de un acantilado (solo me pasó una vez…)
 
NickCasiDecapitado en su años mozos.

http://7.mshcdn.com/wp-content/gallery/10-hot-indie-games-to-watch/chivalry.jpg
He de admitir que en momentos como este ya no se ni a quién o qué estoy atacando.


Además, aunque es muy divertido matar por matar Chivalry cuenta con varios modos de juego entre los que se incluyen los típicos del genero pero hay uno en el que quiero hacer hincapié; Objetivos en Equipo. Este modo trata en una serie de objetivos marcados que ambos equipos deben hacer para pasar al siguiente paso lógico. Para que os hagáis una idea, si el primer objetivo era conquistar y saquear el pueblo, el siguiente sería mover el equipo de asedio hasta la puerta del castillo y una vez hecho este, derribar la puerta y así sucesivamente. Todo esto sin necesidad de cargar mapas nuevos, ¿entendéis ahora a lo que me refiero con “gran escala”? En este ejemplo el equipo atacante deberá completar los objetivos hasta llegar al último y ganar la partida y el equipo defensor deberá impedírselo hasta que se acabe el tiempo que dure la partida. Es algo que se había intentado hacer antes pero nunca lo había visto tan bien implementado como en Chivalry.

 
Todo lo anterior más el añadido de que tan solo cuesta 17.99 Euros hace de este titulo uno de los mejores de su género que ha cosechado este 2012. ¿Qué será el mejor del año? Pues sinceramente está difícil puesto que tiene competencia directa con “War of the Roses” (combate medieval en tercera persona online) y los todavía por estrenar “Free to play” MechWarrior Online y Planetside2 (aunque estos dos últimos siguen la ruta futurística) ambos actualmente en versión beta.

Esto lo añado para demostrar que me he documentado acerca del producto... y que coño, para fardar.

Trailer Promocional:

http://www.chivalrythegame.com/



sábado, 13 de octubre de 2012

Lo imposible en España es no tener los cojones cuadrados

Hola queridos amigos, queridas amigas y queridas familias. Si habéis pillado la referencia a Arguiñano sólo puede significar dos cosas: o bien no vais a clase porque os ponéis al lado del calentador para que parezca que tenéis fiebre pero lo único que llegáis a conseguir es hacer el gilí porque si tu madre quiere que vayas, vas a ir; o bien os pasáis tanto riempo delante de pantalla SONY Bravia que no os habéis percatado de que... wait for it,... hace tiempo que no escribo, dary. No es que lo sienta, pero lo siento (y a veces hasta lo acuesto hahahahaha ¡Cállate Típicoidiotaquesiemprehaceelchistefácil, típicoidiotacomoÁlvaroMacías, unchavalmuyawesomesinembargo). No ha sido culpa mía, la culpa es del script. Pero bueno, yo he venido aquí a hablar de cine, de buen cine, que no de sólo cine español... Pero no corras joder, que no me refiero a Garci.

Cara de 'Yo hice el tráiler más aburrido ever done, ¿me importa? No mucho, soy así, transgresor.'
Yo he visto 'Lo Imposible', que es de Jota A Bayona, el que hizo 'El Orfanato' y al que de pequeño le gustaban los títulos consistentes en 'Articulo + Nombre', por eso en sus trabajos ponía en grande 'El Título'. Pues bien, Jota ha hecho algo que sólo unos pocos han sido capaces (ni Garci ni Batman entre ellos): hacer una película española y que parezca que no es de aquí. O sea, que con producción patria, técnicos del territorio nacional y rodando námenos que en los (ya finiquitados, fiambres, que no hay pasta para comer) Estudios Ciudad de la Luz de Alicante (Valencia es nuestra Grecia), ha conseguido una película que lo mismo puede ver un americano medio como un español medio como un japonés medio como medio alemán. Porque además es una película en la que se trata un tema que todos recordamos: el tsunami que azotó las costas asiáticas a fines de 2004. Pero no es la típica película de catástrofes en la que hay muchas familias indirecta y casualmente entrelazadas con un cabecilla que es un padre de familia que no ha sido hasta este momento buen padre pero que quiere redimirse ahora que el fin del mundo llega y un niño medio rebelde que en vez de pasarse al lado oscuro se transforma en héroe salvando a la chica de la que estaba in love desde muy joven porque era la hija de los vecinos pero éstos no la dejaban verle porque era una mala influencia y que después de esto le consideran el novio perfecto tenga hipoteca o no, amén de un presidente de los Estados Unidos que es negro, y si puede ser, interpretado por Morgan Freeman, no. Jota se ha centrado en una sola familia, de gente real, una mujer llamada María que publicó su historia y la de su familia poco después de la catástrofe y que, tras leerla, Jota no pudo sacar de su cabeza, como la cera de colores de Homer.

De una forma extraña me recuerda a Rafa Mora

Pues con sus dos cullons se fue Jota a EE.UU. a buscar financiación ('Show me the money', decía, irónico e incapaz de prever lo que le venía encima). Pero allí sólo le dieron largas porque los productores le exigían que "lo del tsunami lo hacemos con efectos especiales", y Jota "que no, que nosotros nos hacemos un mega gigantesco ultra super grande tanque de agua, lo llenamos de agua, y ahí que rodamos". Los productores tuvieron la decencia de comprarle a Jota un billete de vuelta a España, pero él no se rindió. En su visita a los yankees se convenció a Naomi Watts, a Obi Wan McGregor y a un chaval que se parece pero no es Freddie Highmore para que hicieran de protas, los cuales, todo hay que decirlo, están soberbios, en serio, son la poll* sus interpretaciones (incluso te olvidas que Naomi hiciera King Kong o Ewan tenga un sable de luz antitsunamis). No contento con ello vino aquí y se convenció a nosecuántos para que pusieran el dinero en un abrir y cerrar de ojos taiwanés, y se puso a rodar con treinta milloncejos de euros, broza para un americano.

Soy un póster extradiegético que mira al fuera de campo. ¿Entiendes ahora cómo me siento?

La película que le ha salido es un film muy grande, en serio. Tiene sus defectos, como ciertas escenas un tanto condescendientes con el espectador, o un uso de la música no apto para todo el mundo, pero de ahí  a que venga Carlos Boyero, el hombre que tiene hechos de celuloide sus cuadrados huevos, a decirnos 'que si menosprecia al espectador, que si la música en los momentos emotivos es infame, que si me trago cine indie es para poder cagarlo'... ¡Una pala y una espiocha le daba yo! Será posible las cosas que hay que oír para una vez que hacemos buen cine, disfrutable, muy pero que muy sentimental (en el buen sentido, id est, genera sentimientos, muchos, como los Snacks de Kellog's) y que hace soltar alguna lagrimilla. Luego está otro crítico diciendo que la peli es buena en su primera media hora, el resto, un telefilm de Antena3. A ese es pa' cogerlo por el pescuezo y fusilarlo al amanecer (y yo de amaneceres sé un rato). Por favor, que el cine está muy caro, no le quiten la ilusión a quien quiera ir. Yo, como buen ciudadano, os digo que vayáis al cine, que el pobre de Jota se lo ha currado, que, os lo creáis o no, todo en esta peli a nivel técnico lo han hecho españoles, y que, por Dios, por mucha agua que salga, no aparece nadando David Meca por ahí. Y eso siempre es un plus.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mad World

En estos tiempos tan decadentes, desencantados y desengañados, se han alzado  poco a poco varias voces defensoras de una nueva y tímida máxima que, tiempo y calidad mediante, ha ido calando más hondo, y ganando más adeptos. Por lo visto, hoy en día podemos encontrar el mejor cine en la propia televisión, en la mal llamada (siempre que no hablemos de TVE, o de Tele 5, o de Cuatro, o de Intereconomía, o de todas las principales, o de todas las autonómicas, o de la mayoría de los canalillos del TDT) caja tonta. La pega es que, como en el cine, también hay que pagar y hacer cálculos sobrehinchados de IVA. O buscar en Internet, como hemos hecho siempre con todo.
   Sin embargo, en EEUU hay gente que paga por estas cosillas (gilís) y gracias a ello a los grandes canales de pago (AMC con la serie de la que hablaré a continuación, Showtime con la cuasi porno y cuasi perfecta Californication, o HBO con absolutamente todo lo que hace) les sale rentable gastarse sus milloncejos en producir capítulos de ambientación y efectos acongojantes, en recurrir a actores reconocidos, y, sobre todo, en contratar guionistas. 
   Y uno de éstos es Matthew Weiner, guionista de la quinta y sexta temporada de Los Soprano, y creador, por si fuera poco, de Mad Men, la gran serie de la que todo el mundo ha oído hablar, y que ojalá a todo el mundo le diera por ver. A mí, este verano, me ha dado por verla, un capítulo tras otro, desarrollando un mono muy intenso y sofisticado, que se dio de bruces con el final de la quinta temporada. Y así está ahora mi vida de vacía.

La secuencia de los créditos es una maravilla. Hasta salió en Los Simpson (aunque en un capítulo malo, obviamente)

   Cosa curiosa, Mad Men se limita a retratarnos el día a día en una agencia de publicidad de los años 50/60 al tiempo que entrecruza ciertos sucesos históricos con el devenir de sus protagonistas (vamos, como Cuéntame cómo pasó pero sin montajes cutres y sin Carrillo fingiendo tener ochenta años menos). No es más que eso. No hay ni violencia, ni tacos, ni siquiera sexo (o al menos en la medida en la que HBO nos tiene acostumbrados). Únicamente la, por otro lado previsible, sobresaliente ambientación, un plantel de actores soberbios, desde el primero hasta el último, y un guión que, simple y llanamente, es una joya. 
   Sin embargo, como la ambientación sólo llena del todo a los modernillos y a Garci, y hasta Al Pacino puede llegar a resultar indigesto si no cuenta con unos diálogos mínimamente decentes (como le ocurrió al pobre en Righteous Kill, una película que me hizo vomitar y que aún hoy me dan naúseas sólo de pensar en ella), es obvio que la razón del éxito de Mad Men, y su mayor virtud, radica en el guión, una obra de relojería suiza, poseedora de un dinamismo digno de Aaron Sorkin y que deja a la altura del betún a todo lo que puedan intentar las series españolas. Lo cual, dicho sea de paso, no es que sea muy difícil. 
   ¿Qué destacar de un guión así, aparte de todo? Por un lado, ciertos diálogos que son una gozada, y las situaciones que de ellos se desprenden (muchas atesorando un humor negro inaudito, sobre todo a partir de la tercera temporada). Y, por otro, el diseño y evolución de TODOS los personajes. No hay ni uno flojo, o que sobre. Todos tienen su trasfondo, sus momentos de lucimiento. Y, además, la serie consigue que siempre en algún momento te caigan mal o te caigan bien, para finalmente acabar amando a la mayoría.

Todos y cada uno de ellos son sublimes

  Tenemos al protagonista, al apuesto Don Draper, interpretado con oficio por Jon Hamm, a la sazón productor de la serie en su quinta temporada, un hombre de oscuro pasado y compulsivamente infiel que podrá caer mejor o peor, pero que no hay duda de que posee una personalidad arrolladora (empezando porque es capaz de echar violentamente de su despacho a clientes millonarios sólo porque no les ha gustado su idea, ahí, con dos cojones). Luego está Betty Draper, su mujer (January Jones, quien tiene aquí mucho más diálogo que en X-Men: Primera generación, pero tampoco mueve las cejas mucho más), un nuevo ejemplo de caracter bien construido y evolucionado (salvo alguna meada fuera del tiesto como la que se marcan los guionistas en la quinta temporada), sin que eso implique que me caiga precisamente bien. Mucho más simpática me resulta Sally Draper, la hija de ambos, una ricura de niña que protagoniza algunos de los mejores momentos del show.
   Y ya, hablando de la adorable Peggy Olson (Elizabeth Moss, ciencióloga, y el mayor acierto de cásting), pues, bueno, mi personaje favorito. Una chica de pueblo inocente y confiada que comienza como secretaria de Don Draper para llegar mucho más lejos. La podríamos considerar la coprotagonista de Mad Men pese a ser, irónicamente, una mujer, y es que su relación con Don, entrañable y original, sin duda es una de las piedras angulares de la trama.
   Luego tenemos a Pete Campbell, otro personaje interesantísimo, un publicista de ambición desmedida y escasos escrúpulos que no es tan malo como parece (o no demasiado); Roger Sterling, jefe de Don, indudablemente el responsable de los momentos más humorísticos; Joan Holloway, jefa de secretarias, que está buenísima y tiene una evolución grandiosa, para no variar... Y ya acabando, otros personajes memorables como Lane Pryce (inolvidable su papel en la quinta temporada), Bert Cooper, Megan, Kinsey, Duck Phillips, Anna Draper...
   El secreto de Mad Men está en sus personajes, en lograr que la gente empatice con ellos en mayor o menor medida, puesto que su trama, en realidad, no apasionaría lo más mínimo de no ser por ellos. Todo lo que les pasa se nos revelaría insustancial y casi con trazos culebroneros (oh, epiquísimo, ahora la agencia Sterling & Cooper trabajará con tabacaleras, oh, no sé quién se ha vuelto a quedar preñada), sino fuera por ellos y por sus ingeniosas y mordaces réplicas, arrojadas a lo largo de unas temporadas sucesivamente mejores. También por aquellos momentos en los que Don Draper se nos ofrece tan vulnerable, por ésos en los que Roger Sterling hace el payaso, por aquellos otros en los que Pete Campbell se lleva alguna hostia, por esos muchos en los que Joan se pasea por los pasillos meneando ese culo tan gordo y perfecto que Dios le ha dado...

"¿Por qué seguís viendo La que se avecina? ¿Por qué?"

   Una serie inolvidable, que aún no ha concluido (quedan dos temporadas más, según Weiner), y que de constituir una larguísima y apasionante película se haría con todos los Oscar habidos y por haber. La mejor serie de la actualidad ¿Mejor que Boardwalk Empire? Me da un poco de pena admitirlo pero sí. ¿Mejor que Juego de Tronos? Estooo... a ver. Juego de Tronos tiene dragones, y a Tyrion, y mucho más sexo. La muy perra juega con ventaja. Y aún así, la serie de la AMC constituye lo mejor que he podido ver en una pantalla a lo largo de un verano en el que he visto bastante cine. Esto de las máximas es tremendo, ¿eh?
   Si aún no la veis, deberíais. Cuanto antes. Ah, y se me olvidaba: Mad Men es la primera serie de televisión que consigue que una canción de los Beatles suene íntegra en uno de sus capítulos. Por algo será.