Es impresionante como las discográficas tratan una y otra
vez de promocionar artistas que normalmente nos dan bastante grimilla y, a
pesar de todo, consiguen vender discos como churros. ¿Quién no creyó que
Bustamante iba a durar menos que un telediario? Pues, ríos de lágrimas después,
sabemos que nunca hay que subestimar a una persona con más aceite en el pelo
que Falete en su desayuno. Tras operación triunfo pensamos… bueno, lo peor ha
pasado, este fenómeno fan se acabará, las niñas rellenarán las carpetas con
ídolos fílmicos y dejarán de torturarnos con “canciones” de que si te quiero
pero no me amas, porque el vecino del 4º se ha enamorado de la prima del
fontanero, pero yo te idolatro porque es nuestro destino…
El futuro de nuestro mundo está en sus rechonchas manos. Niiiiños, niiiiños, futuro, futuro |
Pero no, además de las baladas pegajosas del pop chicle más
actual, tanto de nuestro país, como de los anglosajones, decidimos que, sí, por
una vez queríamos ser multiculturales y aprovechar que compartimos lenguaje con
los latinoamericanos para traer lo mejor de sus países. ¿Gastronomía? No
¿Literatura? Tampoco ¿El chavo del ocho? Bueno, eso también, pero ante todo
escogimos que entre todas sus maravillosas tradiciones la más adecuada para
importar era el reggaetón. Reggaetón, que ya solo el escribirlo suena choni,
poquero y te recuerda que son ritmos cansinos, aburridos, repetitivos y que van
fuera de toda consciencia haciendo que te muevas. Bueno, que te muevas o restriegues tu trasero como una gata en celo mientras el hombre asiente y da el visto bueno al
movimiento sexual (que no sensual) de la chica que bambolea cual stripper sus
tetas reprimidas en ropa 7 veces más ajustada de lo necesario, como pide tan
claramente la letra.
Que la gasolina, a lo mejor, tuvo su gracia porque fue la
primera y tal. Pero yo estoy hasta las narices de que a todo se le llame
música, que estamos censurando una canción de Eminem porque dice FUCK y, sin
embargo, ponemos a toda leche en las discotecas light otra con frases como “a
ver si te depilas hazte algo de diseño”, el cerebro es lo que se debió depilar
el autor para escribir estas frases, porque son pura mierda. Y sí, estoy
cabreada, que parece que a los niños se les tiene que traumatizar con algo para
que crezcan fuertes, pero es que esto es peor que Leticia Sabater y todos
sabemos que hace unos años no había nada peor que Leticia Sabater.
Bésame, maromo |
Aunque, bueno, siempre queda una alternativa a los jóvenes
de hoy en día y es que, en vez de convertirse en “El ReShULiKo QuE TEh RoVAh
to’L COrhasON”, pueden optar por los ídolos de masas que fabrica Disney. Actualmente, esta
plantilla de minirobots cantantes-actores se encabezan por una chica que está
manida a más no poder y hace llorar a las muchachas rezando porque las mire
durante un segundo y les quite con un guiño su virginidad de preadolescente. Y
no es en plan rollo bollo sino que es Justin Bieber, al cual, fuera de este
blog, se le considera un chaval muy guapo, pero aquí no ¿ME ENTIENDES? Que a
mí, ni fu ni fa, si no fuese porque ese fanatismo exacerbado me da mal rollo, y
lo dice alguien que escuchaba los Backstreet Boys, porque son una maldita secta
de locas y como su ídolo diga que dominan el mundo, maldita sea, lo hacen
seguro, ya tienen el comercio, los medios y una legión de fans de su lado.
Pero, Youtube, he de decir que he vuelto a confiar en ti
tras esta monumental cagada a favor de la creación del próximo dictador
mundial. Y es que, de entre todos los grupos y personas que versionan canciones
conocidísimas, me he enamorado cual quinceañera de un grupo como Walk off the
earth. No os sonaran, pero se han convertido en un fenómeno gracias a su
peculiar versión del tema de Gotye, tocando una guitarra entre los cinco
componentes del grupo. Y es que, echando un ojo a las demás propuestas del
grupo encontramos covers en las que el talento y la originalidad son la base, además
de temas originales, proponiendo los vídeos como espectáculo y demostrando que
la música no tiene que ser tan seria para ser buena.
Así que si, como yo, preferís pensar que todavía hay
esperanza para la buena música y los jóvenes talentos, si no solo os conformáis
con escuchar canciones de épocas pasadas, echad un ojo a los temas de estos
canadienses, que preveo (o al menos espero) que en unos años serán mundialmente
conocidos y, gracias a dios, no será por demostrar que pueden decir “¡uno, dos,
tres, dale!” De momento nos tendremos que
conformar con su canal de vídeos y la promesa de un disco que, yo al menos,
esperaré con las manos abiertas.