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domingo, 24 de junio de 2012

Arte y espíritu en 3D


Mi abuela siempre ha narrado con mucho entusiasmo el miedo que pasó en el cine con “El monstruo de la laguna negra”, la primera película que vio en 3D. El problema es que eso fue hace más de cincuenta años y aunque nos traten de vender el invento rodeándolo de cámaras de última tecnología y Pocahontas azules el tema no ha evolucionado tanto como les gustaría. El 3D es como la Duquesa de Alba, siempre intentan convencernos de que la mujer que vemos en la televisión bailando sevillanas y viendo los toros no es la misma persona que pintó Goya a finales del XVIII, pero eso no se lo cree nadie.

Cartel promocional de "La cueva de los sueños olvidados"
Fuente: www.caveofforgottendreams.co.uk
 Hay ocasiones en las que el derroche de plástico para las gafas tiene una razón de ser y “La cueva de los sueños olvidados” es una de ellas, aunque este éxito no alegrará a los grandes estudios porque el público objetivo para esta clase de proyectos es igual a diez personas por sala más o menos (y eso el día del estreno). El director alemán Werner Herzog consiguió el permiso del gobierno francés para rodar en la cueva Chauvet (Pont D’Arc, Francia), el lugar donde se encontraban las muestras más antiguas de arte rupestre realizado por el homo sapiens, al menos hasta que estudios recientes le han otorgado ese honor a la cueva de El Castillo en Cantabria, pero no pasa nada porque Chauvet sigue siendo única. Desde que fue descubierta en 1994 por Jean-Marie Chauvet (de quien recibe su nombre) y dos de sus compañeros espeleólogos, la cueva ha permanecido cerrada a los turistas y solo se permitía el acceso a un pequeño grupo de científicos lo que ha evitado el deterioro que han sufrido lugares similares. Por si esto fuera poco un desprendimiento de roca hace unos cuantos miles de años mantuvo las pinturas en unas condiciones óptimas, cerradas como en una cápsula del tiempo, y es que los dibujos más antiguos datan como mínimo de hace 32.000 años, de ahí el entusiasmo que genera su buena conservación.

Pinturas de la cueva Chauvet
Fuente: www.metmuseum.org
Herzog obtuvo el permiso pero con condiciones, solo entraría en la cueva con un grupo reducido de técnicos que debían compartir tareas y le limitaron el número de horas que podían estar dentro, al igual que los científicos tenían prohibido salir de la estrecha pasarela que recorría la cueva porque destruirían las huellas que dejaron sus últimos habitantes, personas y animales como el oso cavernario, así como los huesos (aunque en este caso no había restos humanos). Toda la cueva esta cubierta de depósitos minerales que le dan la apariencia de un palacio de sal pero la gran protagonista de este documental son sus pinturas. Los artistas anónimos que pintaron en sus paredes aprovechaban la superficie irregular de la piedra para acentuar el volumen, los animales aparecen  corriendo, luchando… incluso un desconocido con el meñique torcido dejó marcadas con pigmento rojo sus manos por toda la cueva. La figuras de los caballos, rinocerontes, osos, renos, bisontes, leones o hienas bajo la luz de los focos del equipo parecían cobrar vida, tal vez sus autores tenían la misma sensación a la luz de las antorchas. Lo que menos encontraréis en este documental son datos científicos porque lo importante son las pinturas y la razón de su existencia. Uno de los arqueólogos (y ex malabarista de circo) contaba una anécdota para ilustrar la necesidad de ver estas pinturas con otros ojos y no a través de la mentalidad contemporánea.

 Un científico se paseaba por Australia con su guía aborigen cuando se encontraron con unas pinturas que se estaban borrando, su acompañante decidió volver a pintar encima y el europeo le preguntó “¿Por qué pintas?”. La repuesta fue “yo no pinto, lo hacen los espíritus”.

La relación del ser humano con el arte es tan antigua y estrecha como su relación con la naturaleza, es cierto que la comida y el agua son indispensables para vivir y que en una lista de cosas útiles y productivas la expresión artística estaría a la cola, pero todos estos miles de años han demostrado que el hombre necesita comunicarse y que ha empleado el arte como un medio para relacionarse estableciendo un vínculo con lo que le rodea, por eso no entiendo como muchos defienden lo inútiles que son las artes cuando resulta que el ser humano se ha pasado toda su existencia creándolas, la economía en comparación es un bebé de tres semanas. 



viernes, 8 de junio de 2012

La mirada indiscreta



Durante siglos los críticos, los estudiosos, los artistas y los aficionados al arte han intentado sin éxito comprender como funciona la mente de los grandes genios y supongo que no podía haber pasado mucho tiempo desde que surgió el cine antes de que a alguien se le ocurriera grabar a un pintor en pleno trabajo, ya lo hizo el director francés François Campaux con el documental “Un gran pintor francés, Henri Matisse” (1946) y es el caso de “El misterio de Picasso” (1956) el protagonista de la entrada de hoy. Henri-Georges Clouzot era un director polémico conocido por sus películas de suspense, lógico que el hombre no pudiera resistirse e intentara descifrar el enigma de Pablo Picasso, seguro que desde entonces este tipo de películas se han hecho muchas veces con idéntico resultado: no descifras nada, no comprendes ningún misterio, lo único que consigues es admirarles más o por el contrario, convencerte de que solo hay una cosa más aburrida que ver arte, mirar cómo se crea. Todo depende de los gustos de cada uno.

Cartel de "Los Misterios de Picasso"
 La mayor parte del tiempo los espectadores vemos los trazos de Picasso que aparecen como de la nada sobre un espacio en blanco, lo único que encuadra la cámara. Imaginaos que miráis una gran hoja en blanco, una mano invisible dibuja sobre ella, no podéis predecir lo que va ha hacer a continuación así que solo observáis, la tinta crea formas y de vez en cuando el color e incluso el collage hacen acto de presencia, cuando el artista invisible termina colocáis una nueva hoja en blanco y todo vuelve a empezar. Poco a poco averiguamos que Picasso está detrás de ese lienzo semitransparente y que el director lo está grabando todo al otro lado.

Picasso se deshizo de la mayoría de las piezas que realizó durante los tres meses que duró la grabación, así que el documental Le mystère Picassoes una obra de arte única, algo que nuestros amigos franceses reconocieron en 1984 al declararlo Tesoro Nacional. No es una biografía, ni una entrevista, nada de preguntas estúpidas del tipo ¿cuáles son tus materiales preferidos?, ¿de dónde surgen tus ideas? o ¿quién es tu estilista? Solo el artista trabajando en su estudio, las únicas palabras que oímos son las indispensables y el objetivo es ver a través de sus ojos. Todo lo que hace se transforma y no le importa que el público no pueda seguirle, nunca le ha importado y ya está mayor para preocuparse por tonterías. Puede tardar cinco minutos o cinco horas pero vemos aparecer todo en apenas unos instantes, unas veces trazo a trazo y otras en el tiempo que dura un parpadeo, aunque siempre acompañado por la música de Georges Auric.

Tal vez haya formas más sencillas de acercarse al arte que ver pintar a Picasso, pero por lo menos espero haber despertado un poco vuestra curiosidad. En estos casos el mejor consejo que se puede dar es el mismo que te dicen cuando pretendes leer los Clásicos de la Literatura, hay que tener el estado de ánimo adecuado y ponerle entusiasmo. No sé si os convenceré diciendo que es interesante, hipnótico, estimulante y que no se os hará eterno porque de hecho tampoco es tan largo (75 min.), pero bueno lo que cuenta es la intención.