viernes, 29 de junio de 2012

Lost in Trainslation


Hay una joven, bastante hermosa, de pelo leño, del color de las piedras y las uvas del suelo, esperando. El tren del andén contiguo al que ambos cogeremos llega, pero ella parece ver más allá de ese tren, cree poder ver el horizonte. Y sonríe y se desploma en cada movimiento de sus ojos. Alguien a su lado registra una maleta y hace ruidos atroces de papeles. Como yo, ella ve como el tren se va, pero sus ojos miran el horizonte, demasiado largo y continuo. Me gustan las personas que transparentan lo opaco y se saben poderosas. Así comienza mi viaje.

Un auténtico recorrido que no diferencia infierno de suelo, de cielo o de paraíso. Están cayendo las gotas de calor de las nubes dichosas. Un calor terriblemente húmedo. Una muerte constante. Es tan difícil elegir entre la lluvia y el encierro. Acaso no son la misma cosa, pregunto. No me respondo. Sigue lloviendo calor. No llega el tren. La chica está ahí, mirando. Tal vez la quiera. Hay, además, una pareja. Se besan como las gotas que bajan por los cristales aún calientes. Se hacen carantoñas sin medir la distancia entre ellos. Y ella ríe. También admiro a quien ríe cuando le besan. Admiro tantas cosas que no tengo o que perdí. Soy un admirador. Pero para admirar antes observo. Es decir, que toco los detalles. Es decir, que necesito mis ojos. Es decir, que escribo.



Empiezo a pensar que tal vez yo esté quieto, estancado, sin otra posibilidad que estar sentado en este estúpido tren que acaba de llegar y que hará el mismo camino que acaba de hacer, y, sin embargo, no organiza una revolución. La revolución de los trenes. La única revolución necesaria. Pues empiezo a pensar que estoy cayendo en el abismo de mi asiento y que es la tierra que veo tras mi ventana la que se mueve hacia mi atrás, perdiéndose, revolucionándose. Y entonces recreo en mi mente todo lo que ya no veo. Y tienen la belleza inútil de las cosas que no vemos. Todo porque creemos que el arcoíris acaba en el suelo y no que se enraíza y crecen olmos y abedules y otras fieras de extrema tranquilidad.

En unos asientos delante de mí hay tres señoras mayores, de unos 60 años, de las que ven la telebasura y ellas cada vez son más basura entre tanto maquillaje. No paran de graznar. Y graznan sobre quién se la metió a quién y quién se la chupó al primero que la metió. Pero hablan con nombres que suenan a eufemismos. No se callan. Desearía que hubiera muerto alguien sin importancia y que ellas le conocieran y hubieran tenido que ir al entierro y no estar ahora en este tren. Pero estas cosas no se pueden decir en público, porque la gente se cabrea cuando se dicen las bárbaras verdades. Y hay un señor que ronca. Yo también ronco, y vomito, y me afeito, pero son cosas que no se hacen en público, porque la gente se cabrea cuando se hacen las bárbaras acciones. No paran de graznar, y odio, por ese instante (y a partir de ahí para un siempre de tres años), al destino. Y le acuso de traidor, como traidores los bueyes que sacan al toro vencido del ruedo.

Y mientras, en mi tren, piensas en la película que estás viendo o creyendo ver, ‘My Fair Lady’, y piensas que nadie sabe usar las palabras como tú, pero la quitas, porque le das demasiada importancia  a las palabras y puedes morir, asesinado, como Neruda. Y miras el cristal sobre el que caen las gotas como cuerpos haciendo el amor, uniéndose y dejando su huella, y más allá ves Madrid, y piensas en tu familia. ¿La familia? Duele, como casi todo. Es amor, es decir, no vas a sobrevivir. Duele como no ser correspondido en las cartas o como destruir tras toda una tarde de arduo trabajo en la playa, tu castillo de arena. En lo más profundo, duele, porque es amor. Ahí mi reflexión. Me quedo dormido, o eso creo, porque me besan. Ha tenido que ser un sueño. Siempre me besan en los sueños. Pero yo nunca beso en los sueños de otros. Me da miedo crear falsas expectativas o que me roben, oníricamente, besos. Así me va. Por eso cojo trenes. Por eso sufro de insomnio, y mientras mi vagón entero se ha puesto de acuerdo para tocar en las orquesta de ronquidos del coro de Babel, yo me pongo los cascos y me pongo algo de Cat Stevens. Y miro por la ventana y envidio el reflejo que en él proyecto. Es algo complicado lo que entonces siento, por eso no digo nada y cierro los párpados, también calientes. Estoy seguro de que sí estoy durmiendo.




Llego a Jerez. Despierto. En la estación me esperan gentes con los brazos abiertos y muchas mujeres con las piernas cerradas. Entre ellas la chica que miraba el horizonte. Sé su nombre. Se llama Soledad. ¿La conoces tú?

domingo, 24 de junio de 2012

Arte y espíritu en 3D


Mi abuela siempre ha narrado con mucho entusiasmo el miedo que pasó en el cine con “El monstruo de la laguna negra”, la primera película que vio en 3D. El problema es que eso fue hace más de cincuenta años y aunque nos traten de vender el invento rodeándolo de cámaras de última tecnología y Pocahontas azules el tema no ha evolucionado tanto como les gustaría. El 3D es como la Duquesa de Alba, siempre intentan convencernos de que la mujer que vemos en la televisión bailando sevillanas y viendo los toros no es la misma persona que pintó Goya a finales del XVIII, pero eso no se lo cree nadie.

Cartel promocional de "La cueva de los sueños olvidados"
Fuente: www.caveofforgottendreams.co.uk
 Hay ocasiones en las que el derroche de plástico para las gafas tiene una razón de ser y “La cueva de los sueños olvidados” es una de ellas, aunque este éxito no alegrará a los grandes estudios porque el público objetivo para esta clase de proyectos es igual a diez personas por sala más o menos (y eso el día del estreno). El director alemán Werner Herzog consiguió el permiso del gobierno francés para rodar en la cueva Chauvet (Pont D’Arc, Francia), el lugar donde se encontraban las muestras más antiguas de arte rupestre realizado por el homo sapiens, al menos hasta que estudios recientes le han otorgado ese honor a la cueva de El Castillo en Cantabria, pero no pasa nada porque Chauvet sigue siendo única. Desde que fue descubierta en 1994 por Jean-Marie Chauvet (de quien recibe su nombre) y dos de sus compañeros espeleólogos, la cueva ha permanecido cerrada a los turistas y solo se permitía el acceso a un pequeño grupo de científicos lo que ha evitado el deterioro que han sufrido lugares similares. Por si esto fuera poco un desprendimiento de roca hace unos cuantos miles de años mantuvo las pinturas en unas condiciones óptimas, cerradas como en una cápsula del tiempo, y es que los dibujos más antiguos datan como mínimo de hace 32.000 años, de ahí el entusiasmo que genera su buena conservación.

Pinturas de la cueva Chauvet
Fuente: www.metmuseum.org
Herzog obtuvo el permiso pero con condiciones, solo entraría en la cueva con un grupo reducido de técnicos que debían compartir tareas y le limitaron el número de horas que podían estar dentro, al igual que los científicos tenían prohibido salir de la estrecha pasarela que recorría la cueva porque destruirían las huellas que dejaron sus últimos habitantes, personas y animales como el oso cavernario, así como los huesos (aunque en este caso no había restos humanos). Toda la cueva esta cubierta de depósitos minerales que le dan la apariencia de un palacio de sal pero la gran protagonista de este documental son sus pinturas. Los artistas anónimos que pintaron en sus paredes aprovechaban la superficie irregular de la piedra para acentuar el volumen, los animales aparecen  corriendo, luchando… incluso un desconocido con el meñique torcido dejó marcadas con pigmento rojo sus manos por toda la cueva. La figuras de los caballos, rinocerontes, osos, renos, bisontes, leones o hienas bajo la luz de los focos del equipo parecían cobrar vida, tal vez sus autores tenían la misma sensación a la luz de las antorchas. Lo que menos encontraréis en este documental son datos científicos porque lo importante son las pinturas y la razón de su existencia. Uno de los arqueólogos (y ex malabarista de circo) contaba una anécdota para ilustrar la necesidad de ver estas pinturas con otros ojos y no a través de la mentalidad contemporánea.

 Un científico se paseaba por Australia con su guía aborigen cuando se encontraron con unas pinturas que se estaban borrando, su acompañante decidió volver a pintar encima y el europeo le preguntó “¿Por qué pintas?”. La repuesta fue “yo no pinto, lo hacen los espíritus”.

La relación del ser humano con el arte es tan antigua y estrecha como su relación con la naturaleza, es cierto que la comida y el agua son indispensables para vivir y que en una lista de cosas útiles y productivas la expresión artística estaría a la cola, pero todos estos miles de años han demostrado que el hombre necesita comunicarse y que ha empleado el arte como un medio para relacionarse estableciendo un vínculo con lo que le rodea, por eso no entiendo como muchos defienden lo inútiles que son las artes cuando resulta que el ser humano se ha pasado toda su existencia creándolas, la economía en comparación es un bebé de tres semanas. 



viernes, 22 de junio de 2012

Por el culo te la hinco, Telecinco

Existen dos verdades inmutables, axiomáticas y oportunistas dentro de éste nuestro mundillo audiovisual. Una es que nada queda tan bien en una pantalla de cine como la enésima y clásica historia de gángsteres, con sus códigos de honor, sus traiciones, sus disparos a mansalva y sus tacos a bocajarro. No por casualidad la Historia del Cine está repleta de obras maestras cuyos protagonistas comparten el mismo y glamouroso estilo de vida, desde las dos primeras de El Padrino hasta los mejores trabajos de Martin Scorsese, de profesión dios (Uno de los nuestros, Casino, Infiltrados) pasando por las pequeñas y sublimes aportaciones de Brian De Palma, no sólo por Los Intocables, sino también por Carlito`s way o Scarface (me niego a subscribir los títulos con que los traductores españoles, en su infinita sabiduría, mancillaron estas obras). La mafia, el alcohol, las drogas, la prostitución, aquellos emos que surgieron por llevar la contraria en los felices años 20, son todos problemas aún de actualidad y triste vigencia en nuestros días (sobre todo los emos), pero que no podrían estar mejor personificados que por el sacrosanto Al Pacino (el señor que mejor sobreactúa, justo delante de Jim Carrey y meándose en Nicolas Cage), el pequeño Joe Pesci o el pofesional Robert De Niro. También metería a Ray Liotta porque, para una interpretación buena que tiene...

Ejemplo de emo pre-Gran Depresión, pre-Evanescence y pre-ojo vago

   La otra verdad es que el canal de "pago" HBO es lo mejor que hay en la tele actualmente. "It`s not TV, it`s HBO" es su lema, totalmente veraz si tenemos de por medio a toda la ficción española, exceptuando Crematorio, que no vio nadie (y Pepe Sancho nos va a fostiar de inmediato por ello, que lo sepáis), y Cuéntame cómo pasó (a la que se le están empezando a ver las costuras, por desgracia). No seguiré hablando de España por ser respetuoso con el tema a tratar, y es que de las mentes pensantes de esta cadena han surgido joyas como The Wire (serie de obligada pero dificultosa visión para todos aquellos que quieran dedicarse a la escritura de guiones o similares), Deadwood (que la cancelaron porque en EEUU también hay mucho soplagaitas) y, acabáramos, Juego de Tronos, ya reseñada y deificada en este mismo blog. Pero hoy me iba a centrar en otra de esas series que entrañan la causa de que Internet sea tan fundamental para la cultura, la información y la masturbación. Boardwalk Empire.
   Esta joya se vale de un contexto tan atractivo como el tráfico ilegal de alcohol en tiempos de la Ley Seca para desarrollar unos guiones sencillamente perfectos, recitados por el mejor reparto al que se podría aspirar. Encarnando al protagonista, el amo y señor de Atlantic City, Enoch "Nucky" Thompson, tenemos al gran Steve Buscemi, culminando una carrera respetable pero durante la cual siempre había hecho un poco lo mismo, el tonto (como en sus colaboraciones con los hermanos Coen o Michael Bay). Los coprotagonistas son Michael Pitt (proveniente de Funny Games, una película que os recomiendo fervientemente que no veáis), y Kelly McDonald (que enseñaba las tetas en Trainspotting), en los papeles de Jimmy Darmody y Margaret Schroeder. El primero es, al menos para mí y pese a su peinado, el personaje más interesante de todos, un joven de ambición desmedida que tiene por esposa a un ángel bisexual llamado Aleksa Palladino y por madre a una bruja casi tan joven como él (siendo la relación entre ambos una grandísima y retorcida idea).

La fealdad del tipo de la derecha es directamente proporcional a su talento interpretativo

   Empero, esto es la HBO, y hay una ingente cantidad de personajes más allá de los mencionados, los cuales pueden caer mejor o peor o lidiar con tramas más o menos aburridas, pero todos mostrando una caracterización sobresaliente y grisácea, como está mandado. Elias Thompson, hermano de Nucky, como Fredo Corleone pero con mucha más mala leche; el pobre Richard Harrow; Al Capone (uno de los muchos personajes que existieron de verdad); Arnold Rothstein (mi otro personaje favorito, el hampón más cabroncete de todos); Lucky Luciano; el agente Nelson Van Arden (interpretado por ese monstruo de la interpretación que es Michael Shannon); Chulky White (que es negro, jijiji, y el actor es Michael K. Williams, mejor conocido como Omar Little, mejor conocido como una leyenda de la televisión); el Comodoro (padre de Jimmy Darmody y un personaje bastante ridículo, la verdad); y la insoportable Lucy Danziger (cuya anatomía acabarás por conocer mejor que la palma de la mano de las pajas). 
   Una serie así, obviamente, ha gozado con el apoyo de la crítica especializada, sobre todo gracias al piloto, que fue dirigido por Martin Scorsese y costó una millonada. Sin embargo, se comentó mucho que la primera temporada, una vez que el director de Toro Salvaje se limitó a producir, adoleció de bastante lentitud. Para, posteriormente, decir que la segunda temporada fue maravillosa de principio a fin. Bien, ésta es la crítica oficial, aquí voy yo con la mía, que es la que nos importa. ¿Verdad? Verdad.
   El piloto es una maravilla, sí, pero no le hace demasiada sombra a los capítulos siguientes. Hay altibajos de ritmo, sí, hay veces que uno se cansa de tantos personajes y tantas alianzas y traiciones, y hay veces que a los guionistas se les va irremisiblemente la olla (como en el asunto de los enanitos boxeadores, que es digno de David Lynch), sí. Pero, ¿lenta? The Wire es lenta, diantre, y ese aspecto ha sido exaltado siempre como una virtud. Si una serie es lenta, atended, estudiantes de Comunicación Audiovisual y potenciales asalariados del Burguer King, es porque ha de ser así para que los personajes evolucionen y la trama se desarrolle de manera creíble y lógica, sin abusar de golpes de efecto ni, hoy he hecho los deberes, cliffhangers (en los cuales el insigne literato y pensador Dan Brown es todo un experto).

Igual mucho protagonismo no tiene, pero es que es tan bonita...
   Ahora bien, la segunda temporada es flojísima durante su primera mitad, se mire por donde se mire. Todos los personajes están como atontados, al Comodoro le da por tintarse el bigote, y Michael Shannon comparte demasiadas escenas con Paz de la Huerta, (por lo que todos salen perdiendo). Sin embargo, es llegar al ecuador y entramos en una vertiginosa espiral de diálogos antológicos, suspense genuino y violencia visceral, muy en sintonía a los compases finales de las pelis de Coppola y Scorsese. El cine se ha adueñado de la televisión, señores, ahuyentado por el 3D y las sagas crepusculares.
   De hecho el capítulo 11 de esta temporada es, por sí sólo, una de las mejores películas de cine negro de la historia. Centrado en el personaje de Jimmy Darmody y estructurado en un espléndido montaje que combina pasado y presente, dota de sentido al argumento de la serie en su totalidad, y no sólo debería ganar el Emmy o el Globo de Oro, sino el Oscar, directamente. 
   Luego ya, visto el último episodio, sólo me queda alabar por última vez a los guionistas, no solo en cuanto a su habilidad; es que encima tienen unos cojones que ni Tony Montana. Muchos tildarán de locura cómo han dejado el patio en vistas a una nueva temporada (no voy a spoilearos con la condición de que la echéis un ojo en cuanto tengáis oportunidad), que a ver qué hacen para continuar la serie a partir de ahora, pero yo confío ciegamente en ellos, y sé que no me decepcionarán. 
   Así que apagad Telecinco y poneos a descargar cosas de Internet. Seguramente el Gobierno de España no os lo va a agradecer, pero vuestra cultura si lo hará. 

miércoles, 20 de junio de 2012

Fútbol, ¿el deporte perfecto?

C
on las alegrías que nos han dado otros deportes, como en su día la selección de baloncesto que se convirtió en campeona del mundo o Contador, triple ganador del Tour de Francia o el equipo de Copa Davis que se ha proclamado ganador de este torneo varias veces, ¿Por qué es el fútbol el que cuenta con más seguidores en el mundo hasta el punto de ser reconocido como el fenómeno social de nuestro tiempo? ¿Por qué sigue siendo el más seguido en nuestro país, aún incluso cuando la Selección Española de fútbol no ganaba título?

Hay que recordar que cuando la Selección Española se proclamó vencedora en Sudáfrica 2010 la gente salió a las calles a festejarlo como nunca antes había pasado.
Seguimiento masivo de un partido de "La Roja" en Madrid

La clave del máximo seguimiento del fútbol tal vez resida en su sencillez. Todo el mundo puede jugar, incluso si se carece de balón una simple bola de papel o una lata serán suficientes para marcar un gol en una portería señalada con dos palos o piedras. Lo importante son las ganas de un grupo de gente para practicar este deporte. No es necesario tener una canasta como en el baloncesto o una red como en el tenis. 
        
  En cuanto al reglamento es fácil de comprender, además hay que añadirle el hecho de que, al contrario de otros deportes, no ha sufrido grandes variaciones a lo largo de su historia. Por ejemplo en el baloncesto el lanzamiento de triple es algo relativamente nuevo, que no siempre existió, los tiempos de posesiones del balón varían dependiendo de la zona o país. La regla que entraña más complicación en mundo del fútbol es el fuera de juego y como se puede observar no es de gran complejidad sólo pretende evitar las aglomeraciones en las áreas de las distintas porterías.
Otra característica que hace del fútbol un deporte ameno es la no existencia de tiempos muertos (tiempo entre juegos) como los hay en el baloncesto o el tenis. Esto hace que el partido se desarrolle seguido, con dos tiempos de 45 minutos separados por una pausa de 15 minutos. En el baloncesto se para cada poco tiempo y el espectador puede distraerse o aburrirse durante estas pausas (en especial si lo está viendo por televisión), cosa que en el fútbol no sucede.

  Cualquier cualidad técnica o física que se tenga se podrá explotar para sobresalir, ejemplo de esto son la velocidad de Roberto Carlos (ex jugador del Real Madrid), la gran altura de Fernando Llorente (jugador del Athletic de Bilbao e internacional español) o por el contrario la baja estatura de Lionel Messi (jugador del Barça). Estas características hacen que los jugadores sean únicos y que desarrollándolas adecuadamente puedan convertirse en excepcionales jugadores. Para el fútbol no se tiene que ser alto, como en baloncesto, ni estar muy musculado como en rugby. Basta con seguir un patrón de normas para jugar aceptablemente. Porque cómo dice Mourinho: “Trabajando los jugadores se hacen intocables a ellos mismos’’.
  Pero sin duda lo más importante del fútbol es el gol. Es la emoción pura de este deporte, sin él los partidos se quedan en meras anécdotas. Porque  ¿cómo olvidar el gol de Torres en la final de la Eurocopa 2008, o más recientemente, el de Iniesta en el Mundial 2010?
Ningún otro deporte tiene un elemento tan emocionante y de tanta importancia como el gol. En baloncesto se llegan a anotar muchas canastas, en tenis la pelota cae dentro o fuera de la pista muchas veces, pero es difícil ver un partido de fútbol en que se marquen 14 goles. De hecho la emoción se basa en el primer gol de tu equipo y en observar cómo responde el contrario ante la adversidad de ir por detrás en el marcador.
        El fútbol es un fenómeno que hace que gente que no es seguidora se reúna con sus amigos o familiares a ver un partido y ¡lo viven!, se alegran cuando su equipo marca un gol. Todo esto se ve elevado cuando quien juega es la Selección Nacional, los bares están llenos, y no sólo de forofos del fútbol sino de gente que se ve atraída por un espectáculo, por un deporte que es capaz de hacer milagros, capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de unir a personas que no se han visto en su vida y que al contemplar como su equipo gana se abrazan y felicitan. Sin embargo, también es capaz de protagonizar peleas entre seguidores de equipos rivales, pero esta gente que se hace llamar aficionados no lo son, ¡ni mucho menos!, ya que lo primordial en el fútbol es el juego limpio. Eso es el fútbol: un deporte inigualable.
M.B.

martes, 19 de junio de 2012

Una brizna de esperanza


Es impresionante como las discográficas tratan una y otra vez de promocionar artistas que normalmente nos dan bastante grimilla y, a pesar de todo, consiguen vender discos como churros. ¿Quién no creyó que Bustamante iba a durar menos que un telediario? Pues, ríos de lágrimas después, sabemos que nunca hay que subestimar a una persona con más aceite en el pelo que Falete en su desayuno. Tras operación triunfo pensamos… bueno, lo peor ha pasado, este fenómeno fan se acabará, las niñas rellenarán las carpetas con ídolos fílmicos y dejarán de torturarnos con “canciones” de que si te quiero pero no me amas, porque el vecino del 4º se ha enamorado de la prima del fontanero, pero yo te idolatro porque es nuestro destino…


El futuro de nuestro mundo está
en sus rechonchas manos.
Niiiiños, niiiiños, futuro, futuro
Pero no, además de las baladas pegajosas del pop chicle más actual, tanto de nuestro país, como de los anglosajones, decidimos que, sí, por una vez queríamos ser multiculturales y aprovechar que compartimos lenguaje con los latinoamericanos para traer lo mejor de sus países. ¿Gastronomía? No ¿Literatura? Tampoco ¿El chavo del ocho? Bueno, eso también, pero ante todo escogimos que entre todas sus maravillosas tradiciones la más adecuada para importar era el reggaetón. Reggaetón, que ya solo el escribirlo suena choni, poquero y te recuerda que son ritmos cansinos, aburridos, repetitivos y que van fuera de toda consciencia haciendo que te muevas. Bueno, que te muevas o restriegues tu trasero como una gata en celo mientras el hombre asiente y da el visto bueno al movimiento sexual (que no sensual) de la chica que bambolea cual stripper sus tetas reprimidas en ropa 7 veces más ajustada de lo necesario, como pide tan claramente la letra.

Que la gasolina, a lo mejor, tuvo su gracia porque fue la primera y tal. Pero yo estoy hasta las narices de que a todo se le llame música, que estamos censurando una canción de Eminem porque dice FUCK y, sin embargo, ponemos a toda leche en las discotecas light otra con frases como “a ver si te depilas hazte algo de diseño”, el cerebro es lo que se debió depilar el autor para escribir estas frases, porque son pura mierda. Y sí, estoy cabreada, que parece que a los niños se les tiene que traumatizar con algo para que crezcan fuertes, pero es que esto es peor que Leticia Sabater y todos sabemos que hace unos años no había nada peor que Leticia Sabater.

Bésame, maromo
Aunque, bueno, siempre queda una alternativa a los jóvenes de hoy en día y es que, en vez de convertirse en “El ReShULiKo QuE TEh RoVAh to’L COrhasON”, pueden optar por los ídolos de masas que fabrica Disney. Actualmente, esta plantilla de minirobots cantantes-actores se encabezan por una chica que está manida a más no poder y hace llorar a las muchachas rezando porque las mire durante un segundo y les quite con un guiño su virginidad de preadolescente. Y no es en plan rollo bollo sino que es Justin Bieber, al cual, fuera de este blog, se le considera un chaval muy guapo, pero aquí no ¿ME ENTIENDES? Que a mí, ni fu ni fa, si no fuese porque ese fanatismo exacerbado me da mal rollo, y lo dice alguien que escuchaba los Backstreet Boys, porque son una maldita secta de locas y como su ídolo diga que dominan el mundo, maldita sea, lo hacen seguro, ya tienen el comercio, los medios y una legión de fans de su lado.

Pero, Youtube, he de decir que he vuelto a confiar en ti tras esta monumental cagada a favor de la creación del próximo dictador mundial. Y es que, de entre todos los grupos y personas que versionan canciones conocidísimas, me he enamorado cual quinceañera de un grupo como Walk off the earth. No os sonaran, pero se han convertido en un fenómeno gracias a su peculiar versión del tema de Gotye, tocando una guitarra entre los cinco componentes del grupo. Y es que, echando un ojo a las demás propuestas del grupo encontramos covers en las que el talento y la originalidad son la base, además de temas originales, proponiendo los vídeos como espectáculo y demostrando que la música no tiene que ser tan seria para ser buena. 


Así que si, como yo, preferís pensar que todavía hay esperanza para la buena música y los jóvenes talentos, si no solo os conformáis con escuchar canciones de épocas pasadas, echad un ojo a los temas de estos canadienses, que preveo (o al menos espero) que en unos años serán mundialmente conocidos y, gracias a dios, no será por demostrar que pueden decir “¡uno, dos, tres, dale!”  De momento nos tendremos que conformar con su canal de vídeos y la promesa de un disco que, yo al menos, esperaré con las manos abiertas. 


domingo, 17 de junio de 2012

Los asalariados de Rafael


Una de las muchas teorías sobre la muerte de Rafael (1498-1520) afirma que tenía una vida sexual muy activa y esto pudo agravar una enfermedad pulmonar, eso nos enseña a no subestimar la importancia que tiene dormir ocho horas y mantener las defensas altas. Una vez captada vuestra atención con estos datos de vital importancia no quiero que creáis que el pintor era una especie de artista-gigoló y luego os llevéis una sorpresa cuando solo veáis una sucesión de vírgenes, querubines y santos, ¡estáis avisados así que nada de reclamaciones!
El Museo del Prado en colaboración con el Louvre ofrece hasta el 16 de septiembre una exposición llamada “El último Rafael” que se centra en los últimos siete años de vida del pintor y el trabajo de sus discípulos Gianfrancesco Penni (1499-1546) y Giulio Romano (1499-1546).

Retrato de Baldassare Castiglione, Rafael.
Fuente: museodelprado.es
Retrocedamos al siglo XVI donde en el Renacimiento italiano convivían genios de la talla de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Ticiano o Durero, las ciudades estaban orgullosas y trataban de asegurarse los servicios de estos maestros. Rafael era uno de ellos y tenía un taller muy popular, no daba abasto con tanto trabajo pero un día descubrió las ventajas de la producción en serie y así es como nosotros sufrimos hoy las consecuencias de su apretada agenda. Por eso tenemos que leer los carteles informativos que acompañan a las obras para saber el lóbulo de qué oreja pintó Rafael, en otras ocasiones la autoría te la señalan como “Rafael y taller” que traducido al lenguaje de la calle es “por probar no se pierde nada y si acierto pues eso que me llevo”. La sensación con la que te vas es que salvo en los casos en que solo aparece su nombre no pueden asegurarte qué pintó, ¿la cabeza, la mano, tal vez los personajes centrales? Una de las salas termina con tres retratos seguidos pintados por él para que te quedes con buen sabor de boca porque tampoco te creas que vas a ver muchos más. Es curioso que el nombre de RAFAEL sea lo más destacado en la publicidad de la exposición, debe de ser una ironía.
Gianfrancesco, uno de sus ayudantes, tenía un talento especial para dibujar niños similares a extraterrestres y para que cualquier pose pareciera antinatural, gracias a esto la sala dedicada a su pintura es la más aburrida con diferencia. A continuación vemos la sala de Giulio Romano y la vida mejora un poco pero no demasiado porque en general creo que lo mío no son las vírgenes y los santos.





San Miguel. Rafael y taller (?)
Fuente: wikipedia.org
Espero que nadie piense que menosprecio a Rafael y si es así prometo hacer una entrada alabando sus virtudes pero es que “El último Rafael” es un nuevo sinónimo de tedio. Son interesantes los detallados retratos ya mencionados, los bocetos previos a las obras y su búsqueda de la composición idónea, la influencia de Miguel Ángel y Da Vinci, el uso de los rayos infrarrojos para analizar “La Transfiguración”… pero no es suficiente y ahí es donde se dirige esta crítica, al por qué de esta exposición. Por otro lado tengo ganas de meterme con la organización del museo que normalmente es ejemplar y establece horarios para entrar en aquellas muestras que saben que tendrán mucho público, en este caso han decidido no hacerlo así que había un montón de gente ruidosa que se aglomeraban como moscas delante de los cuadros, personas tan aburridas como yo que no se atrevían a admitirlo porque estaban viendo a Rafael y lo único que hacían era estorbarse los unos a los otros.
Lo bueno es que la entrada es general (12 euros y gratis para menores de edad o estudiantes), eso quiere decir que además de la exposición temporal puedes pulular por el museo y ver lo que te apetezca de las salas permanentes para poder recuperar la fe en el género humano. En mi caso la solución fue El Bosco y la sala de la pintura flamenca, el antídoto perfecto contra la trillada temática religiosa.
Dicho esto os animo a olvidaros de todo lo que acabo de decir, a que os acerquéis a la exposición y la disfrutéis para luego poder llevarme la contraria alegremente.

E.T. es lo más parecido al Hombre Mierda que he visto en mi vida

Por una de estas catastróficas desdichas de las que no sabes ni cómo ni cuándo, ni dónde ni por qué, ni si es  Kim Básinger o Basingér, me encontré con que en el Feisbuc unos amigos iban a ir de soslayo a un espectáculo tal que la virgen lloró sangre y Paquirrín trabajó. ¡Qué hombre Paquirrín eh?! Chapeau! Me quito el sombrero ante su soberbio don, porque esto es un don, de no hacer nada, que te paguen y tirarte a la tía más buena que podías imaginar. Y sin defender a los enanos ni nada. Libre, como el pedo nuevo. Libre como, no sé, David Meca salvaje.

Jejejeje ¿Sabéis qué hace en su vida? Nada ¿Lo pilláis? Del verbo nadar JAJAJAJAJAJA No, al manicomio otra vez no!!

Bueno, pues al final resultó que gracias a una página de Internet de la que no diré el nombre (¡pero yo sí, Atrápalo! +¡A que te mato!), conseguí agenciarme una entrada para el show, el cuál consistía en una horaza y media (si digo horaza siguen siendo 60 minutos, pero 60 minutos hechos de 60 segundazos) de monólogo del cómico al que tanto admiro, venero, deifico, rezo e incluso sacrifico algún que otro cani por él, Ernesto Sevilla. Para quien no lo conozca diré que es Ernesto Sevilla (-Ernesto, te presento a quien no te conoce. Quien no le conoces te presento a Ernesto Sevilla). Y ahora que estamos todos presentados diré que a pesar de la turba ingente que allí se aglutinó sin miramientos por el horario infantil ni parafernalia varia, estuve en primerísima fila. Y entonces él llegó con su corcel blanco y su espada en forma de micrófono (Toma metáfora loca ahí, que ni Bécquer vamos) y se dispuso a soltarnos la mandíbula. Y claro, yo estaba en primera fila, y me miró y me sonrió, y,... ¿sabes de esas veces que crees que estás en el momento adecuado y en el lugar adecuado? Pues yo no lo estaba, porque nada más empezar a hablar soltó un gapo que me cayó en todo el ojo izquierdo... aún lo conservo en mi cuarto.

A lo que iba mequetrefes. Que estaba yo disfrutando todos y cada uno de sus gags, de sus historias sin sentido, de su voz que cambiaba de registro como las avestruces, cuando me di cuenta de una cosa: menuda pedazo de tamaña cabeza tiene el tío este, y en cuanto lo dije, empezó a hacer chistes él mismo sobre su cabeza (sobre su cabeza superior, la que tiene el cerebro, que nos conocemos diablillos). Y sentí que entre nosotros había feeling. Bueno, feeling y un escaso metro y medio de aire.

Tengo tal cabeza que al calcular la renta per cápita a mí me cuentan por tres (Esta es  fina eh?)

To another thing, butterfly (traducir para entender la rima graciosa). Yo no paraba de despollarme, cayéndome sobre el escenario, aplaudiendo como una morsa cuando se te queda la risa sorda que no sirve para nada, cuando, sin venir a cuento, el señor mayor que estaba a mi lado, cuyo nombre era Cristóbal, fue requerido al escenario por una simple razón: era igual que Rubalcaba. Pero es que era clavado. Cristóbal era más parecido a Rubalcaba que Rubalcaba per se. Una cosa bárbara. Total que empezaron una serie de chistes, de los cuales algunos ya me conocía por un programa de televisión, el cuál no nombraré (¡pero yo sí, El Club de la Comedia! +Te lo avisé... -AAGHHAGGAHH). Aún así los iba mezclando con partes desconocidas que hicieron las delicias de los que allí nos congregábamos ante un mesías moderno. El monólogo versó sobre temas tan dispares que anexionarlos a buen seguro fue un arduo trabajo ...

...

MENTIRA! El monólogo sí que se sirvió de un montón de temas pero la forma de unirlos es como tener una conversación con tu madre: -Mamá, creo que voy a suspender. +No digas eso hijo, y ¡tápate la boca si sales a la calle!  -Que sí mamá, que me ha salido fatal el examen. +Bueno pues otra vez será, y que sepas que la zanahoria es buena para la vista. Pues más o menos fue así para que me entendáis. Eso sí, habló de política, del fin del mundo, de sus padres, de su infancia, incluso de los extraterrestres, que ya ves tú qué tendrán que ver los extraterrestres con el fin del mundo, porque con política vale, pero con el fin del mundo (Esto es humor inteligente amigos).

E.T. jugando a los marcianitos (Esta es sutil también)

Total, que pasada la horaza y media, y tras haber habido (pongo esto para que no me den el Pulitzer tan rápido) un descanso de 10 minutos en el que se despidió al ritmo de Back in Black de AC/DC, pues subió de nuevo a tres personas del público (entre ellas Cristóbal, que si hubiera llorado, de sus ojos habría emanado whisky) para que cantaran con él, a modo de despedida, la canción de esa palabra que se está perdiendo su uso de forma paulatina: Hijodeputa. Y la cantaron. Y la cantamos. Y David Meca cantó. Y mi gapo cantó.

Mis gafas de natación me dan PODEEEEEEEEER

Pues lo dicho. Si alguna vez podéis, ved algunos de sus monólogos, pagadle a ese hombre para que coma y siga vivo, pueda hacer más monólogos, yo pueda seguir viéndolos, haga otra entrada en este blog, vosotros la leáis, yo os pida que si alguna vez podéis, vayáis a ver algunos de sus monólogos, con lo que él pagará su comida y seguirá vivo, hará más monólogos, yo iré a verlos, y etc, etc, hasta que Paquirrín tras el fin del mundo haga algo y nos dominé a todos.

Y al séptimo día, la genética dijo: 'Con esta familia me voy a despollar'







sábado, 16 de junio de 2012

Ni se os ocurra retwittear esto

De cara a buscar un enfoque para el tema del cual os quiero hablar, como en mi fastuosa carrera me están enseñando que siempre he de hacer previo a soltar las mierdas ególatras y egocéntricas indispensables para sacar adelante un artículo de opinión (consúltese la entrepierna de Arturo Pérez-Reverte al respecto), la tarea se revela algo caótica. Porque La elegancia del erizo es una novela que a nadie dejará indiferente (o eso nos harán creer), y su naturaleza de best-seller francés (que asegura buen gusto), de historia sobre la vida (que tanto le gustan a Terrence Malick), y de cuento améliesco (que me acabo de inventar), asegura que, aunque se te atragante y te lo leas sólo presionado por la insulsa comunidad intelectual del momento, tengas que hablar de él y proclamar que su lectura ha enriquecido tu espíritu hasta límites insospechados. Porque cómo no suspirar extasiado ante un párrafo así:

Extraño concepto este de la supuesta ignorancia o inconsciencia de uno al hacer o decir algo. Para los psicoanalistas es el fruto de las maniobras insidiosas de un inconsciente oculto. Qué vana teoría. En realidad es la marca más visible de la fuerza de nuestra voluntad consciente que, cuando nuestra emoción se erige como obstáculo, recurre a cualquier ardid para lograr sus fines.

"¿Mandeeeeeeeeee?"

   Si este recorte del libro de ética os ha dejado indiferente, enhorabuena, sois seres humanos. Pero es con la asimilación y exaltación de cosas de éstas cuando la tontería se extiende y dibuja un entorno cultural no ya en decadencia si no en plena caída libre, en el que está tan de moda meterse con los tochos de Dan Brown y Ken Follet (siendo este último, mal que nos pese, el que mejor ha sabido describir una escena de sexo en mucho tiempo), como defender a capa y espada libritos de semejante calidad en su conjunto pero nacidos por pluma francófona o, tomad aire, asiática. Con los latinoamericanos no me meto porque escriben muy bien, las cosas como son. 
   Partimos de la base de que un libro así, de ser español, no se vendería una mierda. Si se ha hecho tan popular ha sido de oídas y porque a una gran parte de la población le gusta eso, comprar libros de títulos originales y mostrarlos como quien no quiere la cosa en el metro. En esta estela tenemos los libros de Millenium (más malos que un dolor), la bibliografía al completo de Albert Espinosa (donde en ocasiones el título acumula más palabras que el volumen en sí), la trilogía del amor toscano de Federico Moccia (compuesta por Perdona si te llamo amor, Perdona pero quiero casarme contigo y Perdona pero te la voy a meter por el culo), y los delirios psicotrópicos de Haruki Murakami, que no es que tengan encabezamientos raros pero son japoneses. ¿Veis? Los españoles no somos unos catetos, es cosa de la mala publicidad que nos hacen Almodóvar, Eurovisión y (sí, algún día le tenía que mencionar) Marianico. Somos de lo más cosmopolita de Europa, y leemos novelas de nacionalidades cualesquiera, exceptuando la británica y/o estadounidense. Los de Juego de Tronos no cuentan.
   Y para pasar por el aro no tenemos más remedio que leer y paladear (porque es de estos libros donde las palabras, las frases y los manchones de tinta han de ser saboreados cual ínfimas viandas de nouvellé cuisine) cosas como La elegancia del erizo. En ésta tenemos a dos personajes que llevan el peso de la acción (si consideramos que hay tal cosa). Por un lado está Renée Michel, la portera cincuentona de un bloque de pisos en el que todos son muy ricos, neoliberales y repelentes (porque como quieras ser transgresor y no le des caña a la burguesía lo llevas claro). Ésta, bajo su fachada vulgar, esconde una inteligencia extraordinaria; lee a Tolstoi y a un montón de filósofos, ve películas japonesas que no son de Kurosawa (por suerte para ella), y tiene una cultura musical apabullante, que va de Mozart a Eminem (sin coñas). Un personaje complejo y con un dilema enorme que le impide mostrar al mundo sus excepcionales facultades por miedo a que se repita alguna chorrada que acaeció en el pasado. ¿No os dan ganas de llorar? A mí tampoco.

O "El arte de vender churros colocando a la Torre Eiffel en la portada"

   Por otro lado tenemos a Paloma Josse, una niña súper dotada de 12 años sin cuya presencia el libro habría ido a la basura sin contemplaciones. Pertenecen a esta chiquilla los mejores fragmentos de la novela, aquéllos en los que expone sus reflexiones sobre el absurdo mundo de los adultos y madura la idea de suicidarse un día de éstos. Quieras que no, eso tiene su gracia. El otro personaje importante es el señor Kakuro Ozu, un señor muy listo y muy educado al que tampoco le gusta Kurosawa. Su llegada al vecindario causa un revuelo increíble, por supuesto, más que nada porque es japonés, y todo lo japonés mola.
   La narración no bien ha presentado los personajes cuando bruscamente concluye, y descubres que apenas ha pasado nada (excluyendo el final, tan dramático como burdamente efectista). Algunos podrán argüir "Lo que importan son las imágenes filosóficas, no los hechos narrados". Qué daño ha hecho Paulo Coelho. Sin faltar a la señora Muriel Barbery, la autora, porque indudablemente está bien surtida de ingenio y sabiduría, ¿vamos a considerar un libro como bueno sólo porque sea filosófico y profundo de cagarse? Cambiemos "libro" por "novela" y proclamemos con total impunidad que en una buena, una novela genial que trascienda a la vida, al ser y al Espíritu Santo, la filosofía se ha de extraer del contenido, no acaparar egoístamente la totalidad de éste. Shakespeare, Cervantes, Dostoievski, Cortázar... éstos sí consiguen que su prosa rezume filosofía sin mentarla una sola vez, y supongo que por eso son los artífices de aquellos clásicos atemporales que nunca está de más revisitar (¿por qué nadie lee a Dostoievski en el metro, copón?).
   Por el contrario, si quieres escribir filosofía per se, haz como el insigne Emmanuel Kant: reclúyete en tu casa, no te relaciones con nadie, mátate a pajas metafísicas y publica un montón de cosas que nadie leerá pero que aglutinarán en sus páginas todo el saber del mundo contemporáneo. Pero no las disfraces de best-sellers, por favor. Que igual te las compran. O hacen películas inspiradas libremente en ellas como, de hecho, ha ocurrido con la obra que nos ocupa.

El título fílmico despoja de toda elegancia al original literario............ ¿demasiado sutil?

   Resumiendo que igual me estoy explayando, ¿es La elegancia del erizo un mal libro? Realmente no, pero como novela deja bastante que desear, en cuanto a que no tiene una trama consistente ni unos personajes demasiado interesantes (con la honrosa excepción de Paloma). Todo en ella desprende un tufillo intelectualoide que igual les pone burros a los modernillos, pero que a mí me repatea bastante. Luego la gente alabará su feroz crítica a las desigualdades sociales, su canto a la vida y al Arte (ni se os ocurra ponerlo en minúsculas)... Lo de siempre.
   Y es un poco lo más alarmante de todo. Que parece que, en la actualidad, ya no quedan buenas ideas que traspasar a la literatura. Entre ésta, el cine y lo mal que está todo de por sí, parece que ya se han agotado los temas. Dicen por ahí que la crisis agudiza los ingenios y las creatividades del pueblo llano, que como no trabaja, le da por pensar, pero qué queréis que os diga, yo el mayor derroche de elocuencia últimamente nada más que lo veo por Twitter. Y eso es un despilfarro, una vergüenza y un vil ataque a la memoria del Siglo de Oro, paupérrima época en que la gente, en vez de twittear y preocuparse por los RTs, los Favs y demás mamonadas de similar hondura, le daba por personificar buscones, idealizar lazarillos e impulsar quijotes.
   Así que ale, todos a escribir en un cuaderno lo primero que se os pase por la cabeza. Coño.

jueves, 14 de junio de 2012

Progresistas, conservadores y el quejarse por quejarse


“Bua, alguien ha escrito de política en el blog”, “¿Política en un blog de cultura? ¿¿¿¿¿¿PERO ESTO QUÉ ES???????”,”Palabrejas de abejas, tú antes molabas”. Supongo que alguna de estas reacciones habrá sido la tuya al ver el título de este post y deducir que tratará sobre política. Error. El propósito de esta entrada es hablar sobre un dilema que ha perseguido, persigue y perseguirá  a la música hasta el fin de sus días. Tampoco te pienses que queda mucho para eso, pues si seguimos las predicciones de unos seres que iban todo el día en calzones (con esta descripción cualquiera no se fía de ellos) el chiringuito se cierra en diciembre. Chiringuito en diciembre, con qué maestría relaciono temas tan opuestos. Bueno, a lo que iba. En la música hay dos frases temibles que todo fan de un grupo o solista no quiere oír. La primera es evidente, “me tomo/nos tomamos un descanso”. Si esta frase la dice Ross Geller pues tiene gracia, pero solo si la dice él. Tomarse un descanso en sinónimo de período de inactividad, por lo que el fan tendrá que ir a IKEA a por una silla (que no a por las suecaaaaaaaaaaas), montarla y esperar sentado en ella a que su grupo/artista preferido saque un nuevo disco. 

En Suecia no decimos "a por las suecaaaas" porque todas lo somos.
 Aquí decimos "a por ellaaaaaas". Jijijijijijijiji soy rubia

Pero lo peor no es el tiempo de espera sino las ideas que pasan por la cabeza de los artistas. Puede ocurrir que el nuevo disco siga con el estilo de los anteriores, que sería lo normal, o por el contrario que el nuevo trabajo tenga un aire… dejémoslo en diferente. Mal asunto si se trata de esto último porque la música nos ha demostrado en múltiples ocasiones que cualquier cambio de estilo es igual a un pedazo de mierda del tamaño de (chúpate esa) Milwaukee. Y nosotros, inocentes humanos, iremos raudos y veloces a descargarnos los nuevos temas a pesar de que los propios artistas ya nos habían avisado previamente de que las canciones estrenadas iban a ser…eh…como decirlo de forma suave….ah sí, MALAS!!!!! ¿Y cómo nos lo advirtieron exactamente? Muy sencillo, el procedimiento es el siguiente. El cantante o grupo en cuestión concede una entrevista a un medio de nivel o a la Rolling Stone y ante la típica pregunta ¿qué diferencia hay en este disco respecto a los anteriores? el artista soltará la siguiente perla, segunda frase más temida de un músico: “bueno, es un disco más íntimo, experimental. A los fans al principio les sorprenderá un poco pero acabará gustando” Cágate lorito. ¿Íntimo? ¿Experimental? Yo creo que íntimo y experimental son eufemismos de “joder, este disco es infumable pero si utilizo estas palabras llamaré la atención de algún gafapasta y caerá en la trampa. Muajajajajajaja soy supermalvado, nena”.

Yo, conservador musical, prefiero que mi grupo favorito haga siempre el mismo tipo de música. Renuncio al factor sorpresa pero me ahorro decepciones, la peor de las sensaciones. ¡¡¡Anda si rima!!! Pero parece que la gente no lo tiene tan claro y critica ambas posturas. Como mi terreno es el rock y el metal pondré un ejemplo al respecto. AC/DC ha hecho 14 discos de estudio y todos con un sonido similar, y las críticas al respecto han sido feroces. Aún así, a pesar de repetir su fórmula una y mil veces se ha convertido en la mejor banda de la historia, no ya solo del rock, sino en general. ¿No estás de acuerdo? Pues lo siento, el post es mío y pongo lo que me da la gana. En el lado opuesto tenemos a Metallica, los “vendidos” del metal, un grupo criticado y alabado a partes iguales que si ya en 1991 nos sorprendió con un metal más comercial, en 1996 directamente abandonaron el metal. Decidieron que ya era hora de cuidarse el pelo (de hecho se lo cortaron), echarse desodorante en los sobacos y abandonar las vestimentas oscuras en favor de las camisas hawaianas. Y a pesar de estos cambios son la banda de metal más famosa y rica (que para eso esto es un negocio) de la historia.

Con este ejemplo quiero decir que si cambias de sonido te lloverán palos y si haces siempre el mismo tipo de música también. Moraleja: hagas lo que hagas ponte paraguas. Y si esto no te gusta pues siempre puedes seguir el ejemplo de Dover, que pasó de hacer grunge a…eh…eh…cosas, pasó a hacer otras cosas y va diciendo a artistas noveles que siempre sean fieles a su estilo. En fin, menos mal que el diablo sabe lo que quiero.


miércoles, 13 de junio de 2012

No hay título porque el metro se ha retrasado

-Bueno, bueno, bueno, ¿de qué hablamos hoy Grenouille?

+No sé, tú dirás.

-¿Qué te parece de la Eurocopa, así de primeras? Además, que ahora no pasa nada si dices que eres español y lo cantas como si te fueran a robar las cuerdas vocales, si pones tu bandera en la ventana como si el resto del año no fueras español sino neozelandés del norte (los del sur son algo más cochambrosos en esos términos), si pasas las páginas naranjas de los periódicos (las económicas queridos Adam Smith  en potencia) sólo para ver cómo quedó ayer el Dinamarca vs. Portugal, un partido de un interés supremo que a buen seguro decidió quien de los dos países es la mayor potencia mundial actual. No pasa absolutamente nada, porque ahora sí que somos todos muy españoles y no nos importan temas como el paro, la sanidad y demás parafernalia que nuestros grandísimos políticos (de cualquier opción política) se encargan de mejorar día a día. Por que  ¿a quién le puede importar la educación de su hijo si LA ROJA levanta la Eurocopa? En España las prioridades son las prioridades...

Hola, soy Adam Smith, y NO estás leyendo esto con mi voz.


+Veo demasiado politiqueo aquí. Y este blog no tiene inclinación política, que lo sepas.

-Yo no hablo de inclinación. Aquí ya no tenemos ni balanza (símbolo de la justicia... ¡ups!), pero me estoy imaginando yo a los griegos si ganan la euro todos felices y sacando las banderas. Un poquito de por favor.

+Mira, yo esta temática no la veo para un blog, mejor hablamos de, yo que sé, los dromedarios que se creen camellos.

-Humm... ya sé! ¿Por qué no hablamos de la música en la actualidad?

+Broza.

-¿Del cine en 3D?

+Pasapalabra.

-¿Del nuevo disco de Supersubmarina?

+Oye, pues no es tan mala idea, ¿sabes?

-Por supuesto que lo sé.

+Bueno y,... ¿qué te pareció?

-Se les ve más seguros de lo que hacen. Han cogido unas melodías bastante rockeras, temas cercanos al amor o, en su defecto, al no amor y lo han plasmado en, yo creo, su mejor disco sin lugar a dudas.

+A ver, a mí a veces me chirría un poco que las letras sean tan, cómo decirlo,...

-¿Tan poco dadas a la subjetividad? Sí, es cierto, pero en ese aspecto son menos indie que por ejemplo Vetusta Morla. Son diferentes estilos. Pero en lo suyo son bastante buenos ¿eh?

+¿Qué es lo mejor del disco entonces?

-Que se acabe. Eso significa que lo has escuchado entero.

+Oye, pues a mí que me medio convencieron con aquel single 'Puta Vida', creo que me lo voy a pillar.

Al final nos comimos al cámara

-...

+...

-No hay que mezclar el tocino con la velocidad.

+Po no está bueno ni ná.

-¿Qué dices hippiycolgao?

+Nada, como nada de esta entrada tiene sentido, pues te proponía hablar del metro de Madrid, capaz de subir las tarifas y, en vez de dejarlo como estaba, que estaba precioso con sus guardias, su gente corriendo, sus escaleras mecánicas detenidas que no hay nada que me joda más, pues va y encima recorta trenes y tiempo. Es que los tienen cuadrados.

-Pues más te vas a cabrear cuando sepan que han puesto con ese dinero unos aspersores anti-incendio que no mojan a los pasajeros...

+¿Y al fuego sí? ¿Qué cojones tienen dentro, agua inteligente? ¿Un Blastoise?

-Prefiero no saberlo, como diría Belén Esteban.

+...

-...

+Te gustan los silencios incómodos ¿no?

-...

+...

-Es que estaba pensado que la hemos liado. Que hemos hablado de todo y no de lo que teníamos que hablar.

+Osteoputa, es verdad. ¡Las avestruces!

Tú siempre tan oportuno, Bruno

Y hasta aquí la entrada del blog de hoy. Tal vez penséis que es una caca, que tiene forma de caca, pero no os dejéis engañar: es realmente una caca.

Pedofilia, cocodrilos y escoceses sin falda

Tú no eres como los demás. Ellos sólo quieren saber cómo atraje, dominé, follé, maté y oculté. Pero tú estás absolutamente desesperado por conocer el porqué. Quieres que te cuente que me porculizó mi padre o el párroco o lo que sea. En tu mente de pigmeo siempre tiene que haber una causa y un efecto. Pero lo único que haces es proteger a otros peleles como tú, Lennox. No puedes admitir que el hombre sea un cazador, un depredador. La sociedad civil se fundó para proteger a los débiles y cobardes, da igual que sean pobres o ricos; de los fuertes y los virtuosos, de aquéllos que tienen el valor de convertir en realidad el destino de la especie y las agallas de coger lo que desean (...). Todos los cuerpos de policía de Reino Unido estuvieron buscándome durante cinco años sin tener ni puta idea de dónde estaba. Durante todo ese tiempo yo estuve presentando quejas en la comisaría local por vandalismo o por el ruido que hacen los pubs mientras vosotros hacíais lo imposible por ayudarme...

Tan perturbador fragmento pertenece a la novela Crimen, de Irvine Welsh, un autor escocés de bastante mal carácter cuyo primer trabajo, publicado en 1993 y titulado Trainspotting, le catapultó a una fama muy merecida y bien aprovechada, con varias y prolíficas novelas y algún que otro libro de relatos que, sólo por el título (Si te gustó la escuela te encantará el trabajo), tiene que estar muy bueno. Ah, y lo de mal carácter es probable que no sea más que una licencia literaria mía, influida por la combinación de la visceral agresividad y sesudo nihilismo que transmite su obra, y de la silueta de Willie, el simpático jardinero escocés de Los Simpson.

"J.D. Salinger es un jodido boyscout comparado conmigo"

   Sea como fuere, Crimen es un libro, apresúremonos a aseverar, muy chungo. Tanto por la temática por el modo en el que está escrito. La sinopsis (y no sipnosis, como creí que se pronunciaba durante diez embarazosos años) daría cita a policías corruptos, a drogadictos y a un montón de pederastas, con varios personajes que, de hecho, coinciden en todas estas facetas; y dibujaría un ambiente malsano y amenazador, el de la turbulenta Miami de El precio del poder y de Corrupción en, exacto, Miami. En resumidas cuentas, tenemos a un policía escocés llamado Ray Lennox que acaba de resolver un complicado caso de asesinato y pederastia en su tierra natal, un caso que, por ciertas reminiscencias a un horrible suceso de su pasado (y qué bien queda siempre soltar una frase de esta guisa, ¿eh?), le ha dejado bastante hecho polvo. El señor Lennox es ciertamente un encanto de persona, drogadicto, paranoico, de mal carácter, violento y, en definitiva, con más traumas que Sofia Coppola tras abandonar el instituto. También tiene, por endosarle más clavos a la cruz, como novia a Trudi Hayes, una chiquilla guapa y simpática que le irrita cada vez más. Con el beneplácito de los lectores a este respecto, porque la pobre llega a ser verdaderamente insoportable en muchas ocasiones, con sus Oh, no, Ray, vuelve a casa; ¿Qué estás haciendo, Ray?; Ray, ¿por qué ya no me miras cuando lo...?
   Pues bien, Lennox, sin darse mucha cuenta, se ha prometido con tal enervante ser, y está de vacaciones forzadas, mientras preparan la boda, en Miami, una ciudad agobiante y absurda cuya mayor atracción, aparte de la facilidad con la que se pilla farlopa, reside en un peculiar monumento a las víctimas del Holocausto ("¿y qué cojones tendrá que ver Miami con el Holocausto?", se pregunta acertadamente nuestro protagonista). Tras su enésima discusión con Trudi, Lennox se pone hasta el culo y se despierta al día siguiente en un piso que no conoce y viéndose en la descacharrante vicisitud de hacerse cargo de una niña de diez años llamada Tianna, a la que por una serie de circunstancias tendrá que llevar al otro lado del estado de Florida (Miami) en el menor tiempo posible. ¿Excusa para forjar una entrañable historia de amistad e inéditos vínculos paterno-filiales entre un huraño policía de buen corazón y una encantadora e inocente niña? Si estuviéramos en Hollywood, automáticamente, sí, pero Irvine Welsh es un tiparraco retorcido y en lugar de eso prefiere tejer un suspense inmejorable disponiendo que Lennox y Tianna (que por cierto de inocente tiene más bien poco) se vean perseguidos por una red de pedófilos que han secuestrado a la madre de la niña y planean hacer lo propio con ésta, con intenciones más lúbricas, claro. Por el camino, Lennox deberá enfrentarse a los fantasmas de su pasado e intentar reconstruir su vida marcada. Lo típico, sí, pero mejor que nunca.
   Irvine Welsh fue el causante indirecto de que Danny Boyle dirigiera Trainspotting, una de las mejores películas que me he echado nunca a la cara, y desconozco la medida en que su guión tomó prestados pasajes de la novela, pues no la he leído, pero este tipo, de cualquier modo, los tiene cuadrados. Crimen rezuma toda la energía y violencia de la que, Ewan McGreggor y Lou Reed mediante, hacía gala el film de Boyle, con unos diálogos rápidos y soeces, unos personajes del gris más oscuro y, sobre todo, un humor negro pasado de rosca sencillamente delicioso. Ver, si no, cuando aparece sin venir a cuento un cocodrilo gigante y hace estragos, o algunos diálogos bastante subidos de tono entre Lennox y Tianna.

El adorable cocodrilo de marras

   Además de toda esta energía que impulsa eficazmente la lectura (salvo en el bastante soporífero comienzo, que la historia tarda como doscientas páginas en despegar), Welsh consigue un logro muy importante en su caracterización de Ray Lennox. La mayor parte de la trama de Crimen (dividida en dos líneas narrativas, la del horrible pasado de Lennox y la de su atribulado presente) la observamos a través de sus ojos, y es con diferencia el personaje más trabajado y psicológicamente complejo, ganando que el lector empatice (que no simpatice, porque el tipo es, para qué nos vamos a engañar, bastante capullo) con él, y que sienta en carne viva sus golpes, sus resacas y sus paranoias. El andoba ve pederastas por todas partes, lo que se dice todas, y nosotros llegamos a sentir como nuestras sus neurosis y su tensión. Porque lo mejor del libro es eso, el genuino suspense que transmite, y es que es un no parar desde que los dos protagonistas se conocen (la niña está muy bien dibujada también, con pinceladas breves pero precisas) hasta la traca final, con tiros, hostias, sangre y más tacos, como estaba previsto. 
   Una gran novela policíaca, de ésas que aparte de estar bien escritas y conseguir enganchar (el logro máximo al que puede aspirar cualquier obra literaria) ilustran sobre temas incómodos de la actualidad, como es el caso de la pederastia, el abuso de menores, las drogas, la violencia en el deporte (sic) o incluso los trolls de Internet. Casi diría que se trata de un libro necesario, pero lo mismo es demasiado entretenido y divertido en su siniestro modo como para merecer tal consideración. Leedlo y punto. 

lunes, 11 de junio de 2012

Érase una vez un “ORTO”… que siempre ganaba en Francia


Nadal podría haber llegado a la final de Roland Garros sin sudar ni una gota, pero ya sabemos cómo es así que ha intentado mantener los ánimos calmados y no fliparse demasiado. Es cosa suya, pero yo era de la opinión de que en la casi segura final Djokovic / Nadal había perspectivas de que el español le diera una pequeña paliza al serbio, menos mal que no aposté todo mi dinero. El fútbol no es el único deporte imprevisible y Novak ha estado en su línea, dando guerra. Como es tradición en el torneo la final se jugó en domingo pero la lluvia (que también es un fijo en el abierto) hizo que aplazaran el partido hasta el lunes cuando iba 6-4, 6-3, 2-6 y en el cuarto set el serbio calentaba motores para una remontada con un 1-2. Suerte para Nadal porque rompía así la dinámica del número uno y aprovechaba para descansar unas horas que no vinieron nada mal si tenemos en cuenta que cerró el cuarto y último set con un 7-5 mejorando su saque, con pocos errores no forzados y un juego agresivo que le permite dejar por los suelos otro record más con siete Roland Garros.

Novak Djokovic y Rafael Nadal
Fuente: rolandgarros.com
El elemento de los españoles es la tierra, Almagro y Ferrer han hecho un buen torneo aunque para este último tiene que ser duro saber que está haciendo la mejor temporada de su vida, que es el segundo en tierra batida pero aún así está a tanta distancia del primero que no tiene ninguna posibilidad. Verdasco que casi siempre está a por uvas pierde su oportunidad de representar a España en los Juegos Olímpicos mientras que Granollers se muere de ganas por ir en su lugar. Los franceses se volvieron a quedar sin un compatriota en la final pero nadie pude decir que Tsonga no hizo lo que pudo. Y el gran Federer una vez más demuestra que ser el número tres del mundo no es una razón para pensar en retirarse como algunos listillos sugieren cada dos por tres.

Final de Roland Garros
Fuente: rolandgarros.com
 En el cuadro femenino hemos tenido varias sorpresas: Serenna Williams caía en primera ronda ante Virginie Razanno (sorpresa de las gordas), también cayó Radwanska que aún no se hace a la tierra, en segunda ronda nos dejó Marion Bartoli (la esperanza para los franceses) y en tercera ronda abandonó la academia Wozniacki. Ivanovic, Schiavone (tercera ronda) y Kuznetsova (cuarta ronda) se quedaron por el camino aunque con un poco más de dignidad.
Como ya nos tiene acostumbrados la WTA en los últimos tiempos ser favorita y llegar a un torneo con buenas sensaciones es casi una sentencia de muerte más que un punto a tu favor. Tras Roland Garros el ranking de las chicas va a tener que hacer algunos cambios porque también perdió en octavos Na Li, la vigente campeona, ante la yugoslava Shvedova una jugadora versátil que recupera su buena forma y Azarenka que empezaba el torneo como número uno se marchaba tras una derrota inexplicable. Llegados a este punto Maria Sharapova se situaba como la candidata más clara para ganar la final y lo hizo arrollando con un 6-3 y 6-2 a la italiana Sara Errani que ha hecho un torneo inmenso al llegar también a la final de dobles y es la sorpresa (una más) de esta edición. Sharapova da palmas con las orejas por partida triple: es número uno después de siete años, ha conseguido el único Gran Slam que le faltaba y deja atrás las graves lesiones para recuperar su potente juego. Durante los próximos días le lloverán elogios y sus críticos, que son muy carroñeros, estarán esperando a que cometa un error para decir que no está centrada en el tenis y que debería dejar de contonearse por las pasarelas. Pero lo cierto es que la rusa vuelve a estar en la cima, una gran noticia porque si algo necesita el tenis femenino es una jugadora con carácter y continuidad que sepa mantener el primer puesto más de dos semanas seguidas.

Maria Sharapova
Fuente: rolandgarros.com
 ¿Que conclusiones podemos sacar? No hay ninguna duda de que Nadal es el mejor en tierra batida pero pensar que los días de Djokovic en el número uno están contados es un gran error, la temporada 2011 le avala y a día de hoy es el favorito en las otras dos superficies. Por lo tanto hagamos como Rafa y seamos cautos.
En el circuito femenino tenemos nueva jefa pero ya sabemos que eso no suele durar mucho, en las próximas citas veremos un duelo interesante entre Sharapova y Azarenka que lucharan por hacerse con el control de esta inestable familia mafiosa que es la WTA.