miércoles, 6 de junio de 2012

Sobre juegos de reyes, choques de espadas y tormentas de tronos

Aciago día para la humanidad, o para un importante sector friki-culto de ésta, supuso el pasado 4 de junio. Por doble motivo. En primer lugar, fallecía el barítono ruso Eduard Khil, más conocido en ambientes internáuticos como Mr. Trololo, a la tierna edad de 77 años, truncando una carrera, cuanto menos, prometedora. Y, en segundo, la segunda temporada de Juego de Tronos llegaba a su término. Al menos, la serie volverá, presumiblemente, en abril del año próximo, pero el inexorable transcurso del tiempo no nos devolverá a Mr. Trololo. En fin, enjuguemos las lágrimas, traguemos saliva, e intentemos dar, quizá infructuosamente, con una crítica apropiada y objetiva para esta etapa de la serie.
   Porque, hablando de un fenómeno como Juego de Tronos, resulta difícil, por principio y sinceridad a tu juicio entusiasmado y nerd, hacer gala de esta objetividad, y aún menos disfrutar con los dañinos y periodísticos (cómo nos gustaría) sarcasmos de turno. Es algo tan grande, tan épico, y pido perdón de antemano si este último calificativo lo uso demasiado copiosamente en adelante; un regalo audiovisual tan bien envuelto, que ni el más arraigado sentimiento crítico ni el más falso ansia de distinción de la mayoría borreguil puede impedir que disfrutemos como enanos. Y, ya que estoy, un abrazo para Tyrion Lannister. Cómo quiero a ese tío, joder. 

Si es que también es guapo. ¡¡Lo tiene todo!!

   Afirmemos sin temor a equivocarnos que la segunda temporada de Juego de Tronos, que adaptaba con mayor o menor fortuna (en cuanto a las licencias y las infidelidades) el segundo libro de la saga Canción de hielo y fuego, titulado Choque de Reyes (que no sonaba tan bien como Juego de Tronos, supongo), ha sabido mantener el nivel de calidad de la primera temporada. ¿Diríamos que lo ha superado? Dependería de a quién le preguntaras.
   Un purista de la obra de George R. Martin, ese tipo sádico y perezoso (qué lento escribes, cabrón), encumbrado como el mejor autor de fantasía heroica desde Tolkien un poco porque pasaba por allí, pondría el grito en el cielo a la luz de varios de los sucesos que han marcado esta temporada y que la apartaron de la esmerada corrección y traducción milimétrica que ostentaron los primeros capítulos. Porque, vamos a ver, queridos y bienamados guionistas, no disimuléis, esta vez habéis hecho lo que os ha salido del nabo. Lo habéis retocado todo con vuestras abyectas manos profanas, os habéis inventado anécdotas y trasfondos con una falta de pudor sonrojante (¿¿¿Jaime Lannister disléxico???), habéis omitido tramas y personajes indudablemente importantes para el devenir de la historia (oh, no, ¿dónde están los hermanos-sapo, ésos tan carismáticos y bonicos?), y en resumen, y siendo lo peor de todo, lo más horrible, lo imperdonable, HABÉIS MEJORADO EL LIBRO. Sí, qué diantres, es un hecho. Porque de este modo Jaime Lannister resulta aún más adorable, el glorioso bastardo. Porque os disteis cuenta de que los hermanos-sapo son un petardo. Y porque lo que habéis conseguido con el personaje de Theon Greyjoy es digno de Don Guillermo Shakespeare. 
   Estoy harto de ese mito de que los libros son siempre, no hay excepciones que valgan, mejores que las películas o series que se inspiran en ellos. ¿Sabíais que El Padrino está basada en un best-seller de Mario Puzo? Nada más que decir. Bueno, sí, que si no fuera por la serie y por la curiosidad referente a eventos próximos, se iba a leer los libros siguientes la pobre prostituta de turno bajo amenaza de Joffrey Baratheon (que por cierto, amigos guionistas, cómo os lo debéis de haber pasado componiendo uno de los personajes más odiosos de los que tengo memoria). 
   Ahora bien, estas licencias creativas no justificarían por sí solas el que pudiéramos considerar la susodicha temporada como mejor que la anterior. Sí, en cambio, un gradual aumento de la espectacularidad y el sentido épico. En la primera temporada cantaba un poco la falta de cuartos, porque los wargos eran unos cachorrillos y las batallas siempre se nos ocultaban con oportunas elipsis muy a lo Kubrick. En la segunda, sin embargo, tienen ordenadores, se han librado del costoso caché de Sean Bean, y nos obsequian con el penúltimo episodio, Aguasnegras, el cual no desentonaría nada en una pantalla de cine, ni quedaría en mal lugar con respecto a la Batalla del Abismo de Helm. Aunque, eso sí, como es usual en ésta nuestra serie, haya mucha más sangre y gamberrismo. 

Otro fuera de serie (jijijiji)

   La batalla de Aguasnegras suple el sentido de la espectacularidad y, en parte, el de la épica, pero lo verdaderamente emocionante sucede en el último episodio, y concentrado en una sola e íntima escena: la que reúne a Tyrion con su amante. Si no se te caen lagrimones con la interpretación de Peter Dinklage (otro Globo de Oro para él, en nombre de Odín), es que no tienes corazón. Cinco minutos que resumen con gran acierto lo que ha supuesto Juego de Tronos para todos nosotros. Y es que llegamos atraídos por las batallas, pero nos quedamos por los personajes.
   Así que adelante, seguid matando, follando, y deleitándonos con vuestras penurias, mis queridos Tyrion Lannister, Arya Stark, Jaime Lannister, Bronn, Meñique, Daenerys Targaryen (aunque sólo sea porque estés buenísima y tus dragones molen), Tywin Lannister, Lord Varys, Osha, Theon Greyjoy, Cersei Lannister, Hodor... todos vosotros, menos Jon Nieve. A ver si le matan de una vez a este último, que vaya tío más soso. Y en esto pondría a caldo al actor, pero el personaje es anodino de por sí, y no mejoraría ni aunque lo interpretara Mr. Trololo.
   Y ahora, camaradas, os dejo. Que me he vuelto a poner triste. 

2 comentarios:

  1. Alguien que no ve 'Juego de Tronos' no es de fiar, te lo digo desde ya, sentando bases. Pero aún así, hablas de soso por Jon Nieve, pero hay por lo menos tres o cuatro personajes ya que más vale que follen y tengan hijos rápido porque los quiero muertos antes del primer capítulo de la siguientes temporda: Robb Stark, con su 'Miradme, soy altamente bueno, bondadoso, me caso con la guapa y las promesas no valen nada (que diría Iván Ferreiro) y encima parece que me he comío a todos los príncipes Disney de desayuno'. Que lo maten, y sufriendo, con bambú en las uñas. Otro para morir: el gordito amigo de Arya, un personaje que por carisma está al nivel de las ratas, pero de las ratas de bajo nivel carismático. Otro más: Lady Stark, LA madre, 'soy muy buena con mis niñas, y a mi hijo el mayor que está EN GUERRA que le follen... y pude tirarme a Meñique y no lo hice'. Eso está mu feo, la verdad.

    Y amo a Jofrrey, un personaje que debería sobrevivirlos a todos porque nunca se le da suficiente importancia a 'los malos', pero es que él no es malo como tal. Y si tenéis cojones de escribirlo por aquí, os vais delante suya y lo decís, a ver qué tal sienta vuestra cabeza en una pica. La mía de fábula.

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  2. Si te has leido los libros... Creo que se por donde va lo de la dislexia de Jaime

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