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sábado, 24 de noviembre de 2012

Frankenweenie y lo nuevo de Tim Burton (por favor, olvidemos Sombras Tenebrosas)


Después del patinazo de Dark Shadows o Sombras Tenebrosas, como prefiráis, Tim Burton vuelve al cine. Y no, no es que haya ido a ver una película (ejem…) sino que ha vuelto. Esto hay que decirlo en voz alta: HA VUELTO. Ha vuelto a conseguir que salga de una película suya con una sonrisa de satisfacción en la cara. Hablo de Frankenweenie, el que es hasta ahora el último trabajo del director de Eduardo Manostijeras, Charlie y la Fábrica de Chocolate, La Novia Cadáver… En esta ocasión Burton ha acudido al stop motion que tan buenos resultados le da. Como un pequeño paréntesis, el stop motion es una técnica de animación que consiste en grabar el “movimiento” de objetos inanimados capturando una serie de imágenes o fotografías fijas y sucesivas alterando entre toma y toma la posición de dicho objeto. Algo muy parecido a la historia que el mismo Burton creó y que fue dirigida por Henry Selick, Pesadilla antes de Navidad.
 
 
Frankenweenie no es un proyecto nuevo para Tim Burton. Ya en 1984 realizó, en su etapa como animador en Disney, un cortometraje de 35 minutos con el mismo nombre. Se trata de la historia de un niño que pierde accidentalmente a su perro (Sparky). El chico, amante del cine y de las ciencias, descubre que puede revivirlo mediante impulsos eléctricos. Es un cuadro ver al animalico lleno de costurones. Pues bien, el largometraje estrenado a principios de octubre es la misma historia –pero con más chicha, hay que rellenar hora y media de película. En el año 2007 Burton firma con Disney la realización del largo y desde entonces ha estado trabajando en este proyecto. Cinco años, para darnos cuenta de lo trabajoso de rodar en stop motion. Aunque, viendo Sombras Tenebrosas, está claro que le dedicó más interés y tiempo a la entrañable historia del perro. Un pequeño apunte, si alguien quiere leer más sobre el argumento de la película sin que le destripen el final cual profesora de universidad que cuenta a sus alumnos cómo acaba una peli sin que diera tiempo a que la vieran, que no lea el artículo de Wikipedia hasta que haya visto la película. Eso sí, quizás le falte a la película el gancho y la ironía que tiene el corto.
 
No me negaréis que es una pocholada
 
Con Frankenweenie vuelve el Tim Burton más auténtico, el de las historias entrañables y los personajes raros (¿a quién no le puede gustar la niña con su gato el Señor Bigotes?). Esa exageración en los gestos, en las caras, en los escenarios… Esa iluminación y ese blanco y negro que tanto nos recuerda al Frankenstein original… Y, por supuesto, esa música de Danny Elfman, el inseparable compositor de las películas de Burton. ¡Qué magnífico trabajo en Charlie y la Fábrica de Chocolate y La Novia Cadáver! Como él mismo reconoce, en el más que recomendable libro Tim Burton por Tim Burton, se nota cuándo pone interés y se siente cómodo con una de sus películas. Y está claro que en esta así ha sido. Ahora unos pocos datos sobre la película: destacan las ausencias de Johnny Depp y de Helena Bonham Carter. Y sobre la taquilla, la película se presupuestó en cerca de 39 millones de dólares. A 14 de noviembre la recaudación en taquilla ya ha superado los 63 millones. Vamos, otro éxito. No es de extrañar que ahora mismo el cine burtoniano es una marca, una forma de hacer cine, pero también una forma de hacer dinerito de ese que tanto gusta al productor, al distribuidor y al exhibidor –que no exhibicionista (lo siento, hacía tiempo que no escribía un chiste malo y me estaba empezando a sentir sucio).
 
Dos de los mejores personajes de la peli: la niña y el Señor Bigotes
 
Frankenweenie, entonces, es una película más que recomendable. Aún están por ver los próximos trabajos de Burton pero no podemos negar que se trata de una joyita dentro de la obra del extravagante director. Aunque, eso sí, quizá se le fue un poquito la olla con los monstruos que van apareciendo y de los que no daré más detalles para no pasarme de spoiler, que para eso ya está Wikipedia y su artículo (léase dos párrafos más arriba). Una película para todos los públicos, sin caer en el sensacionalismo sentimentaloide de Spielberg –serán buenas, pero Los Goonies, E.T y Super 8 tienen unos finales más empalagosos que Mocedades envueltos en algodón de azúcar. Con gags simpáticos como aquel en el que a Sparky se le descose el rabo y cae en un cubo. Así que, al cine a verla. Los diez (me llevan los demonios cada vez que lo pienso) euros merecen la pena. Tim, gracias por volver.

lunes, 5 de noviembre de 2012

"Tonight we are young"

Si hay algo que admiro de las series que nos llegan desde las costas de la pérfida Albión es la brevedad bien entendida de sus temporadas, lo concisas que se conforman con ser. Se ven en un suspiro, y encima disfrutándolas, y te pones con otra cosa. Así da gusto, y palidecen a su lado, y es que no hacen otra cosa que palidecer, las series españolas, de las que muchas veces se emiten capítulos según cómo vayan acompañados del share (verbigracia: cuando Antena 3 se pasó un año entero echando capítulos de Aquí no hay quien viva sin repeticiones, consiguiendo que la serie se desgastara en tiempo récord). Yo vi Sherlock en algo menos de tres días, y ya que estoy la recomiendo con fervor y fanatismo, pues las películas de Robert Downey Jr, aunque salga Robert Downey Jr, son una birria comparadas con ella. Que parecen la versión de Garci de la obra de Sir Arthur Conan Doyle, vamos. 

"¿Quién ha dicho esta memez?"

   No estoy aquí para hablar de Sherlock, sin embargo (lo cual es una lástima, porque llevo esperando la tercera temporada lo indecible). Voy a hablaros de otra serie, porque hace mucho tiempo que no termino un libro y que no puedo por lo tanto escribir sobre él (me metí en el embolao de leer Ana Karenina, y aquí sigo perdido entre Petrovich y Flautovs). En fin, Misfits. Una serie británica que lleva tres temporadas en antena, recién estrenada la cuarta, y que supone, sobre todas las cosas, un caso paradigmático de cómo los actores y sus egos (o gilipolleces) pueden llegar a destrozar un gran trabajo. Como ocurrió en Siete vidas, en la ya mencionada Aquí no hay quien viva, y en otros muchos honrosos ejemplos patrios. 
   Misfits va de gente con poderes, originados en una misteriosa tormenta que asola Londres y de la que no se llega a descubrir nada más, ¿para qué molestarse en mutaciones o picaduras de insectos, que no son mucho más creíbles? Toda la ciudad queda tocada, infestada de freaks con poderes a cada cual más absurdo, pero el guión se centra en un grupo de chavales que cumplen servicios comunitarios por hacer alguna chorrada. Estos chavales son, casi sin excepción, bastante imbéciles (oséase, normales), y no se plantean en ningún momento utilizar sus poderes por el bien común, conformándose con intentar lidiar con los problemas que su nueva situación les acarrea. La premisa es interesante como podéis apreciar, y da para una gran cantidad de humor negro y bestia, que es lo mejor de Misfits

Mierda, me equivoqué de foto

   Así, tenemos entre manos una serie cuyo género vaga entre la ciencia ficción (aun cuando los efectos especiales son, imagino que premeditadamente, espantosos), el drama social (pero tampoco es que nos tomemos las problemáticas y marginadas vidas de estos jóvenes demasiado en serio) y la comedia gamberra (donde sí que consigue su objetivo, con chistes cafres, guarradas y mala leche por un tubo). Es a causa de esto último por lo que yo les recomiendo esta serie a los amiguetes. Además, la mayoría de los capítulos son entretenidos, dirigidos con ritmo frenético y mucho movimiento de cámara, por aquello de resultar más rompedor, y tienen una banda sonora muy adecuada y cañera (aunque suene Joy Division en cierta ocasión).  La serie ideal para la chavalería, a fin de cuentas. 
   Y de hecho, sin más cinismos que nos valgan, las dos primeras temporadas de Misfits hacen alarde de una vitalidad envidiable. Una de seis y otra de siete capítulos (lo que os decía al comienzo del artículo), y ambas impresionantes, con algún capítulo flojo siempre pero que saben disimular con mucha pirotecnia y algún chiste a tiempo de Nathan. 
   Ah, sí. No he mencionado a Nathan, y debería hacerlo cuanto antes, porque Nathan es Misfits. O lo fue. Este personaje es sin duda el más imbécil, al que le pegarías un guantazo por cada idiotez que hace o dice, pero del que no puedes evitar partirte el culo (la mecánica de la serie no consiste en otra cosa que en reírte de las desgracias de los protagonistas). El actor que lo interpreta, o interpretaba, es Robert Sheehan, y hace un trabajo colosal componiendo a un ser odioso pero morbosamente atrayente. Si la serie mola tanto, o molaba, es a causa de él. Sin discusión. Luego alguno dirá "Pues Rudy...". A callar.
   Tan efectista uso del tiempo pretérito se debe a que Robert Sheehan descubrió así como por iluminación divina que quería hacer cine y se piró de la serie en la tercera temporada, dejándolos a todos con el culo al aire. Quedaron Simon y Kelly (la adorable choni a la que es imprescindible escuchar en versión original), y Curtis y Alisha (siendo estos últimos los personajes más insulsos, patéticos y mierders). Ah, y metieron al pobre Rudy, que no está mal pero no es Nathan (y por no serlo se granjeó un odio inmerecido por parte de casi todo el planeta). Con este panorama la serie tuvo una tercera temporada para el olvido, con algún que otro episodio decente, pero con una mayoría aburrida y mediocre. Y como la gente la seguía viendo, se decidió continuar con la producción de capítulos, y prolongar la agonía. 


   Y eso que hubo problemas a mansalva. De hecho, a causa de una serie de catastróficas desdichas (destacando lo ocurrido con Lauren Socha, que es ciertamente hilarante), en la cuarta temporada sólo ha quedado un miembro del reparto original, y no diré quién es porque no sé cómo de pequeña es la distancia que me separa ahora mismo de los spoilers asesinos, pero os adelanto que es uno de los más mierders. Yo, de momento, paso de ponerme a verla. Ni siquiera tenía que haber visto la tercera temporada, pudiendo haber empleado ese valioso tiempo en hacer deporte o en ver los capítulos que me faltan de Cuéntame cómo pasó.
   A lo que concluyo. Le recomiendo Misfits a todo el mundo, pero sólo las dos primeras temporadas. Luego si ya estáis con el mono podéis ver el resto, siendo eximida mi persona de responsabilidades. En los trece capítulos iniciales disfrutaréis de una serie adictiva que no tiene un gran guión pero sí un par de ideas cojonudas (hay un tío que tiene el poder de controlar la leche, y el que no piense que eso es una genialidad no merece otra cosa que desprecio), un sentido del humor prodigioso, y, sobre todo, disfrutaréis de Nathan. El nuevo gran héroe adolescente, recogiendo el testigo de Holden Caulfield, Seth Cohen y Carlitos Alcántara.
   Y qué mejor manera de concluir el artículo que dejándoos con la reproducción del discurso que éste se marca en el último capítulo de la primera temporada. Pura épica transgresiva, que diría Robe Iniesta:
    
   ¡Somos jóvenes! Es normal que bebamos demasiado, es normal que tengamos mala actitud y que queramos follar como conejos, ¡estamos diseñados para la juerga! ¡Es lo que toca! Sí, algunos palmarán de sobredosis o se quedarán de la olla, pero Charles Darwin dijo que no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos, ¡y de eso va todo, de romper huevos! Y por huevos me refiero a ponerte ciego con un cóctel de pastillas. Si pudierais veros... Me parte el corazón. Lo teníamos todo. La hemos cagado, más fuerte, y mejor que ninguna generación antes de la nuestra. ¡Éramos preciosos! ¡Somos unos inútiles! Yo soy un inútil, y pienso ser un inútil hasta los veintimuchos, o incluso hasta los treintaypocos, ¡y me follaría a mi propia madre antes que dejar que me quiten eso!

domingo, 17 de junio de 2012

E.T. es lo más parecido al Hombre Mierda que he visto en mi vida

Por una de estas catastróficas desdichas de las que no sabes ni cómo ni cuándo, ni dónde ni por qué, ni si es  Kim Básinger o Basingér, me encontré con que en el Feisbuc unos amigos iban a ir de soslayo a un espectáculo tal que la virgen lloró sangre y Paquirrín trabajó. ¡Qué hombre Paquirrín eh?! Chapeau! Me quito el sombrero ante su soberbio don, porque esto es un don, de no hacer nada, que te paguen y tirarte a la tía más buena que podías imaginar. Y sin defender a los enanos ni nada. Libre, como el pedo nuevo. Libre como, no sé, David Meca salvaje.

Jejejeje ¿Sabéis qué hace en su vida? Nada ¿Lo pilláis? Del verbo nadar JAJAJAJAJAJA No, al manicomio otra vez no!!

Bueno, pues al final resultó que gracias a una página de Internet de la que no diré el nombre (¡pero yo sí, Atrápalo! +¡A que te mato!), conseguí agenciarme una entrada para el show, el cuál consistía en una horaza y media (si digo horaza siguen siendo 60 minutos, pero 60 minutos hechos de 60 segundazos) de monólogo del cómico al que tanto admiro, venero, deifico, rezo e incluso sacrifico algún que otro cani por él, Ernesto Sevilla. Para quien no lo conozca diré que es Ernesto Sevilla (-Ernesto, te presento a quien no te conoce. Quien no le conoces te presento a Ernesto Sevilla). Y ahora que estamos todos presentados diré que a pesar de la turba ingente que allí se aglutinó sin miramientos por el horario infantil ni parafernalia varia, estuve en primerísima fila. Y entonces él llegó con su corcel blanco y su espada en forma de micrófono (Toma metáfora loca ahí, que ni Bécquer vamos) y se dispuso a soltarnos la mandíbula. Y claro, yo estaba en primera fila, y me miró y me sonrió, y,... ¿sabes de esas veces que crees que estás en el momento adecuado y en el lugar adecuado? Pues yo no lo estaba, porque nada más empezar a hablar soltó un gapo que me cayó en todo el ojo izquierdo... aún lo conservo en mi cuarto.

A lo que iba mequetrefes. Que estaba yo disfrutando todos y cada uno de sus gags, de sus historias sin sentido, de su voz que cambiaba de registro como las avestruces, cuando me di cuenta de una cosa: menuda pedazo de tamaña cabeza tiene el tío este, y en cuanto lo dije, empezó a hacer chistes él mismo sobre su cabeza (sobre su cabeza superior, la que tiene el cerebro, que nos conocemos diablillos). Y sentí que entre nosotros había feeling. Bueno, feeling y un escaso metro y medio de aire.

Tengo tal cabeza que al calcular la renta per cápita a mí me cuentan por tres (Esta es  fina eh?)

To another thing, butterfly (traducir para entender la rima graciosa). Yo no paraba de despollarme, cayéndome sobre el escenario, aplaudiendo como una morsa cuando se te queda la risa sorda que no sirve para nada, cuando, sin venir a cuento, el señor mayor que estaba a mi lado, cuyo nombre era Cristóbal, fue requerido al escenario por una simple razón: era igual que Rubalcaba. Pero es que era clavado. Cristóbal era más parecido a Rubalcaba que Rubalcaba per se. Una cosa bárbara. Total que empezaron una serie de chistes, de los cuales algunos ya me conocía por un programa de televisión, el cuál no nombraré (¡pero yo sí, El Club de la Comedia! +Te lo avisé... -AAGHHAGGAHH). Aún así los iba mezclando con partes desconocidas que hicieron las delicias de los que allí nos congregábamos ante un mesías moderno. El monólogo versó sobre temas tan dispares que anexionarlos a buen seguro fue un arduo trabajo ...

...

MENTIRA! El monólogo sí que se sirvió de un montón de temas pero la forma de unirlos es como tener una conversación con tu madre: -Mamá, creo que voy a suspender. +No digas eso hijo, y ¡tápate la boca si sales a la calle!  -Que sí mamá, que me ha salido fatal el examen. +Bueno pues otra vez será, y que sepas que la zanahoria es buena para la vista. Pues más o menos fue así para que me entendáis. Eso sí, habló de política, del fin del mundo, de sus padres, de su infancia, incluso de los extraterrestres, que ya ves tú qué tendrán que ver los extraterrestres con el fin del mundo, porque con política vale, pero con el fin del mundo (Esto es humor inteligente amigos).

E.T. jugando a los marcianitos (Esta es sutil también)

Total, que pasada la horaza y media, y tras haber habido (pongo esto para que no me den el Pulitzer tan rápido) un descanso de 10 minutos en el que se despidió al ritmo de Back in Black de AC/DC, pues subió de nuevo a tres personas del público (entre ellas Cristóbal, que si hubiera llorado, de sus ojos habría emanado whisky) para que cantaran con él, a modo de despedida, la canción de esa palabra que se está perdiendo su uso de forma paulatina: Hijodeputa. Y la cantaron. Y la cantamos. Y David Meca cantó. Y mi gapo cantó.

Mis gafas de natación me dan PODEEEEEEEEER

Pues lo dicho. Si alguna vez podéis, ved algunos de sus monólogos, pagadle a ese hombre para que coma y siga vivo, pueda hacer más monólogos, yo pueda seguir viéndolos, haga otra entrada en este blog, vosotros la leáis, yo os pida que si alguna vez podéis, vayáis a ver algunos de sus monólogos, con lo que él pagará su comida y seguirá vivo, hará más monólogos, yo iré a verlos, y etc, etc, hasta que Paquirrín tras el fin del mundo haga algo y nos dominé a todos.

Y al séptimo día, la genética dijo: 'Con esta familia me voy a despollar'







miércoles, 13 de junio de 2012

No hay título porque el metro se ha retrasado

-Bueno, bueno, bueno, ¿de qué hablamos hoy Grenouille?

+No sé, tú dirás.

-¿Qué te parece de la Eurocopa, así de primeras? Además, que ahora no pasa nada si dices que eres español y lo cantas como si te fueran a robar las cuerdas vocales, si pones tu bandera en la ventana como si el resto del año no fueras español sino neozelandés del norte (los del sur son algo más cochambrosos en esos términos), si pasas las páginas naranjas de los periódicos (las económicas queridos Adam Smith  en potencia) sólo para ver cómo quedó ayer el Dinamarca vs. Portugal, un partido de un interés supremo que a buen seguro decidió quien de los dos países es la mayor potencia mundial actual. No pasa absolutamente nada, porque ahora sí que somos todos muy españoles y no nos importan temas como el paro, la sanidad y demás parafernalia que nuestros grandísimos políticos (de cualquier opción política) se encargan de mejorar día a día. Por que  ¿a quién le puede importar la educación de su hijo si LA ROJA levanta la Eurocopa? En España las prioridades son las prioridades...

Hola, soy Adam Smith, y NO estás leyendo esto con mi voz.


+Veo demasiado politiqueo aquí. Y este blog no tiene inclinación política, que lo sepas.

-Yo no hablo de inclinación. Aquí ya no tenemos ni balanza (símbolo de la justicia... ¡ups!), pero me estoy imaginando yo a los griegos si ganan la euro todos felices y sacando las banderas. Un poquito de por favor.

+Mira, yo esta temática no la veo para un blog, mejor hablamos de, yo que sé, los dromedarios que se creen camellos.

-Humm... ya sé! ¿Por qué no hablamos de la música en la actualidad?

+Broza.

-¿Del cine en 3D?

+Pasapalabra.

-¿Del nuevo disco de Supersubmarina?

+Oye, pues no es tan mala idea, ¿sabes?

-Por supuesto que lo sé.

+Bueno y,... ¿qué te pareció?

-Se les ve más seguros de lo que hacen. Han cogido unas melodías bastante rockeras, temas cercanos al amor o, en su defecto, al no amor y lo han plasmado en, yo creo, su mejor disco sin lugar a dudas.

+A ver, a mí a veces me chirría un poco que las letras sean tan, cómo decirlo,...

-¿Tan poco dadas a la subjetividad? Sí, es cierto, pero en ese aspecto son menos indie que por ejemplo Vetusta Morla. Son diferentes estilos. Pero en lo suyo son bastante buenos ¿eh?

+¿Qué es lo mejor del disco entonces?

-Que se acabe. Eso significa que lo has escuchado entero.

+Oye, pues a mí que me medio convencieron con aquel single 'Puta Vida', creo que me lo voy a pillar.

Al final nos comimos al cámara

-...

+...

-No hay que mezclar el tocino con la velocidad.

+Po no está bueno ni ná.

-¿Qué dices hippiycolgao?

+Nada, como nada de esta entrada tiene sentido, pues te proponía hablar del metro de Madrid, capaz de subir las tarifas y, en vez de dejarlo como estaba, que estaba precioso con sus guardias, su gente corriendo, sus escaleras mecánicas detenidas que no hay nada que me joda más, pues va y encima recorta trenes y tiempo. Es que los tienen cuadrados.

-Pues más te vas a cabrear cuando sepan que han puesto con ese dinero unos aspersores anti-incendio que no mojan a los pasajeros...

+¿Y al fuego sí? ¿Qué cojones tienen dentro, agua inteligente? ¿Un Blastoise?

-Prefiero no saberlo, como diría Belén Esteban.

+...

-...

+Te gustan los silencios incómodos ¿no?

-...

+...

-Es que estaba pensado que la hemos liado. Que hemos hablado de todo y no de lo que teníamos que hablar.

+Osteoputa, es verdad. ¡Las avestruces!

Tú siempre tan oportuno, Bruno

Y hasta aquí la entrada del blog de hoy. Tal vez penséis que es una caca, que tiene forma de caca, pero no os dejéis engañar: es realmente una caca.

lunes, 28 de mayo de 2012

La sombra de un genio


¿Qué tal la nueva de Burton? Esta pregunta hecha a dos personas aleatorias suele acabar con opiniones enfrentadas. Si algo es este director es polémico, o idolatras cada filme que el californiano rueda o le detestas porque su cine es poco comprensible y se centra demasiado en los aspavientos y fantasías.

Cartel de la película Dark Shadows.
Fuente: www.imdb.com
Pero es que incluso entre los fans de su trabajo encontramos que cada uno se inclina por películas que otros tachan de auténticos bodrios. Sin duda, la película que le dio la fama, Pesadilla antes de Navidad, está plagada de momentos que ya se consideran hitos cinematográficos y el personaje de Jack Skellington se ha convertido en la marca de muchos de los incondicionales de Burton (que sí, que no la “dirigió” como tal, pero seamos realistas esa película rezuma Tim Burton desde la primera escena y quién diga que no que vea La Novia Cadáver y deje de tocar las pelotas con los detallitos).

Lo que más gusta de este director es que, aunque te puedes encontrar con una cinta maravillosa como Big Fish o, sin embargo, acabar pagando por ver una chusta de la talla de Mars Attacks, la firma de Tim Burton es incuestionable. Los actores son característicos, la forma tenebrosa de contar cada argumento, la locura de los personajes que no sabes muy bien por dónde van a salir, los decorados fantásticos, el maquillaje espectacular…

Johnny Depp y Tim Burton.
Fuente: www.cinemanía.es
Bueno, a lo que iba, Dark Shadows. Mediocre. Lo siento, Burton, pero esperaba que sacaras mayor partido a tu actor fetiche. Vamos, Johnny Depp es bueno hasta cuando lo hace “mal”, eso ni que decir tiene, pues al trabajar este tipo de papeles los hace suyos y convierte cada manía, tic y movimiento del personaje en un auténtico show. Pero partimos de la base de que es bueno, muy bueno, esperamos actuaciones de la talla de Jack Sparrow o Eduardo Manostijeras y en esta no llega ni a Willy Wonka, aunque es claramente superior a la tristísima interpretación (tal vez dada por la película y la compañía) en The Tourist. Y si ya Johnny Depp no se sale, ni que decir tiene que tampoco lo hace la coprotagonista, Bella Heathcote, cuyo papel es más soso que Todd Flanders intentando ligar con Daniel Radcliffe. Aunque enjuiciándola por un patrón diferente que a Depp, la que se adapta perfectamente a su papel es Eva Green, la malvada bruja enamorada del vampiro, buscando venganza, atención y poniendo el punto sexy en la película. En cuanto a los demás reclamos para el espectador: Michelle Pfeiffer está demasiado contenida, aunque tampoco se le puede exigir otra cosa porque el papel no da para mucho más, Helena Bonham Carter no es destacable y solo la ancianita y, tal vez, el sirviente hacen que el espectador suelte una pequeña carcajada.

Sombras Tenebrosas no es que sea mala, es que le falta exprimirla un poco más en casi todos los ámbitos, es demasiado… ¿correcta? Una comedia sin más, poco digna de mención y que queda muy por debajo de otras del cineasta como Beetlejuice, sobre todo porque los principales gags del filme quedan destripados en el tráiler. Aunque tal vez la vuelva a ver y cambie de opinión, yo qué sé, con este tipo nunca se sabe… Es en parte lo que hace que sea un genio y si en esta película no convence solo tenemos que esperar a su próximo estreno: Frankenweenie, el cual se prevé que llegue a nuestro país el 19 de octubre de este año.