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lunes, 5 de noviembre de 2012

"Tonight we are young"

Si hay algo que admiro de las series que nos llegan desde las costas de la pérfida Albión es la brevedad bien entendida de sus temporadas, lo concisas que se conforman con ser. Se ven en un suspiro, y encima disfrutándolas, y te pones con otra cosa. Así da gusto, y palidecen a su lado, y es que no hacen otra cosa que palidecer, las series españolas, de las que muchas veces se emiten capítulos según cómo vayan acompañados del share (verbigracia: cuando Antena 3 se pasó un año entero echando capítulos de Aquí no hay quien viva sin repeticiones, consiguiendo que la serie se desgastara en tiempo récord). Yo vi Sherlock en algo menos de tres días, y ya que estoy la recomiendo con fervor y fanatismo, pues las películas de Robert Downey Jr, aunque salga Robert Downey Jr, son una birria comparadas con ella. Que parecen la versión de Garci de la obra de Sir Arthur Conan Doyle, vamos. 

"¿Quién ha dicho esta memez?"

   No estoy aquí para hablar de Sherlock, sin embargo (lo cual es una lástima, porque llevo esperando la tercera temporada lo indecible). Voy a hablaros de otra serie, porque hace mucho tiempo que no termino un libro y que no puedo por lo tanto escribir sobre él (me metí en el embolao de leer Ana Karenina, y aquí sigo perdido entre Petrovich y Flautovs). En fin, Misfits. Una serie británica que lleva tres temporadas en antena, recién estrenada la cuarta, y que supone, sobre todas las cosas, un caso paradigmático de cómo los actores y sus egos (o gilipolleces) pueden llegar a destrozar un gran trabajo. Como ocurrió en Siete vidas, en la ya mencionada Aquí no hay quien viva, y en otros muchos honrosos ejemplos patrios. 
   Misfits va de gente con poderes, originados en una misteriosa tormenta que asola Londres y de la que no se llega a descubrir nada más, ¿para qué molestarse en mutaciones o picaduras de insectos, que no son mucho más creíbles? Toda la ciudad queda tocada, infestada de freaks con poderes a cada cual más absurdo, pero el guión se centra en un grupo de chavales que cumplen servicios comunitarios por hacer alguna chorrada. Estos chavales son, casi sin excepción, bastante imbéciles (oséase, normales), y no se plantean en ningún momento utilizar sus poderes por el bien común, conformándose con intentar lidiar con los problemas que su nueva situación les acarrea. La premisa es interesante como podéis apreciar, y da para una gran cantidad de humor negro y bestia, que es lo mejor de Misfits

Mierda, me equivoqué de foto

   Así, tenemos entre manos una serie cuyo género vaga entre la ciencia ficción (aun cuando los efectos especiales son, imagino que premeditadamente, espantosos), el drama social (pero tampoco es que nos tomemos las problemáticas y marginadas vidas de estos jóvenes demasiado en serio) y la comedia gamberra (donde sí que consigue su objetivo, con chistes cafres, guarradas y mala leche por un tubo). Es a causa de esto último por lo que yo les recomiendo esta serie a los amiguetes. Además, la mayoría de los capítulos son entretenidos, dirigidos con ritmo frenético y mucho movimiento de cámara, por aquello de resultar más rompedor, y tienen una banda sonora muy adecuada y cañera (aunque suene Joy Division en cierta ocasión).  La serie ideal para la chavalería, a fin de cuentas. 
   Y de hecho, sin más cinismos que nos valgan, las dos primeras temporadas de Misfits hacen alarde de una vitalidad envidiable. Una de seis y otra de siete capítulos (lo que os decía al comienzo del artículo), y ambas impresionantes, con algún capítulo flojo siempre pero que saben disimular con mucha pirotecnia y algún chiste a tiempo de Nathan. 
   Ah, sí. No he mencionado a Nathan, y debería hacerlo cuanto antes, porque Nathan es Misfits. O lo fue. Este personaje es sin duda el más imbécil, al que le pegarías un guantazo por cada idiotez que hace o dice, pero del que no puedes evitar partirte el culo (la mecánica de la serie no consiste en otra cosa que en reírte de las desgracias de los protagonistas). El actor que lo interpreta, o interpretaba, es Robert Sheehan, y hace un trabajo colosal componiendo a un ser odioso pero morbosamente atrayente. Si la serie mola tanto, o molaba, es a causa de él. Sin discusión. Luego alguno dirá "Pues Rudy...". A callar.
   Tan efectista uso del tiempo pretérito se debe a que Robert Sheehan descubrió así como por iluminación divina que quería hacer cine y se piró de la serie en la tercera temporada, dejándolos a todos con el culo al aire. Quedaron Simon y Kelly (la adorable choni a la que es imprescindible escuchar en versión original), y Curtis y Alisha (siendo estos últimos los personajes más insulsos, patéticos y mierders). Ah, y metieron al pobre Rudy, que no está mal pero no es Nathan (y por no serlo se granjeó un odio inmerecido por parte de casi todo el planeta). Con este panorama la serie tuvo una tercera temporada para el olvido, con algún que otro episodio decente, pero con una mayoría aburrida y mediocre. Y como la gente la seguía viendo, se decidió continuar con la producción de capítulos, y prolongar la agonía. 


   Y eso que hubo problemas a mansalva. De hecho, a causa de una serie de catastróficas desdichas (destacando lo ocurrido con Lauren Socha, que es ciertamente hilarante), en la cuarta temporada sólo ha quedado un miembro del reparto original, y no diré quién es porque no sé cómo de pequeña es la distancia que me separa ahora mismo de los spoilers asesinos, pero os adelanto que es uno de los más mierders. Yo, de momento, paso de ponerme a verla. Ni siquiera tenía que haber visto la tercera temporada, pudiendo haber empleado ese valioso tiempo en hacer deporte o en ver los capítulos que me faltan de Cuéntame cómo pasó.
   A lo que concluyo. Le recomiendo Misfits a todo el mundo, pero sólo las dos primeras temporadas. Luego si ya estáis con el mono podéis ver el resto, siendo eximida mi persona de responsabilidades. En los trece capítulos iniciales disfrutaréis de una serie adictiva que no tiene un gran guión pero sí un par de ideas cojonudas (hay un tío que tiene el poder de controlar la leche, y el que no piense que eso es una genialidad no merece otra cosa que desprecio), un sentido del humor prodigioso, y, sobre todo, disfrutaréis de Nathan. El nuevo gran héroe adolescente, recogiendo el testigo de Holden Caulfield, Seth Cohen y Carlitos Alcántara.
   Y qué mejor manera de concluir el artículo que dejándoos con la reproducción del discurso que éste se marca en el último capítulo de la primera temporada. Pura épica transgresiva, que diría Robe Iniesta:
    
   ¡Somos jóvenes! Es normal que bebamos demasiado, es normal que tengamos mala actitud y que queramos follar como conejos, ¡estamos diseñados para la juerga! ¡Es lo que toca! Sí, algunos palmarán de sobredosis o se quedarán de la olla, pero Charles Darwin dijo que no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos, ¡y de eso va todo, de romper huevos! Y por huevos me refiero a ponerte ciego con un cóctel de pastillas. Si pudierais veros... Me parte el corazón. Lo teníamos todo. La hemos cagado, más fuerte, y mejor que ninguna generación antes de la nuestra. ¡Éramos preciosos! ¡Somos unos inútiles! Yo soy un inútil, y pienso ser un inútil hasta los veintimuchos, o incluso hasta los treintaypocos, ¡y me follaría a mi propia madre antes que dejar que me quiten eso!

jueves, 16 de agosto de 2012

Ridley Scott se creía inspirado y lo que estaba era haciéndose una paja

Estoy indignado. Pero no indignado en el sentido de 'Oh, me voy a la Plaza de Sol, A LAS BARRICADAS, A LAS BARRICADAS, con mi perro, mi flauta, mis rastas tela de limpias y bien cuidadas y una bolsa de Doritos' no. Indignado en plan 'acentuar la 'g'. IndiGnado. Porque así suena hasta que me han dao por culo, y eso que no conozco personalmente a Elton John. Y es que fui al cine a ver 'Prometheus', que me las prometía (valga aquí el juego de palabras que en realidad no es tal y me va a costar más de un disgusto) muy felices y al final me comí un cagarro que bien sabe Dios el poso amargo que me dejó en la garganta.

Y hablando de Dios, voy a empezar a hablar de mentiras. Oseasé, del guión. Menuda bazofia precocinada con laurel caducado. En serio, me dio hasta rabia porque la película intenta ser una especie de reflexión metafísica de la hostia y se monta un pipostio para decirnos algo así como 'Y si lo que creemos que nos creó como Dios fuera en realidad el Diablo'. O sea, un guión de hierro eh? Chapeau. Pero claro, tampoco podíamos esperar mucho de unos guionistas que tienen en su haber, atención, esperad que estornude, 'Perdidos', esa amalgama de idioteces que a la gente le dio por venerar como si no tuviéramos suficiente con David Meca.

Yo le dije a Mahoma: "Ridley Scott se va ve', se va a vé en un follón que no zabe ni  dÓnde s'a metío"

Total que el guión hace lagunas de Ruidera y todo por una sarta de despropósitos tales como que un grupo de científicos llegan a un nuevo planeta y sin explorar ni nada van Y SE QUITAN EL CASCO. ¡Pero qué haces desgraciao! ¿Se te ha ocurrido pensar que a pesar de que un robot te diga que el aire es respirable, te puede estar gastando una broma?, o que puede fallar coño, que los robots los hacemos nosotros, y si falló el Windows Vista no sé por qué no puede fallar un puto robot. Además, hay varias cosas que no cuadran y que ni se explican. Hay unos giros de guión que más que giros parecen hacer la órbita de Falete. De verdad el guión es lamentable hasta la crispación. Para familiarizarnos con la terminología galáctica os diré que está a años luz del de 'Alien'. Tíos, en serio, no quepo en mí de asombro al ver que hasta un guionista de Física o Química lo hubiera hecho mejor. Si hasta se inventan un mejunge raro, negro y aceitoso, como semen oscuro, que lo mismo te sirve para convertir y evolucionar especies que para freír un cocido. De lejos, el peor guión que he visto en años.

Si me pongo de espaldas, con los brazos en jarra y  giro la cabeza hasta mirar a cámara, me convierto en Elsa Pataky.

Mirad, voy a dejar de hablar del guión porque es como cuando hablo de mierda: no queda bien a no ser que sea con el médico si tu caca es verde. Sigo con el director. Y creo que voy a llorar. O sea, Ridley, ¿qué haces? ¿qué diablos haces? O sea, tú, que has hecho 'Blade Runner' y 'Gladiator' me haces esto, un bodrio del tamaño de Wisconsin en el que sólo se salvan un par de escenas y los trailers virales. Mira, te lo digo en serio, o vuelves a la senda de 'El reino de los cielos', que digan lo que digan está infravalorada (salía Liam Neeson por Dios) o te va a caer la del pulpo. Avisado quedas.

Me llamo Damon Lindelof. La vena de mi frente es de apretar las mierdas que luego entrego como guiones.
Y ya para acabar el reparto. Yo no he visto actores menos adecuados para sus respectivos papeles en mi vida. La directora de casting es para cogerla y crucificarla por los pulgares. No hablo de que, de por sí, los personajes en el guión tengan menos profundidad que Belén Esteban hablando de historia, pero es que estoy  seguro que los personajes de 'Los Mercenarios 2' están mejor planteados que éstos. La prota, Noomi Rapace, es una piedra. O sea, tiene la misma cara al descubrir hallazgos que cambian la historia de la humanidad que al enfrentarse a un bicharraco de 2'50 que al sacarse un moco. No me quiero imaginar cómo sería una fiesta con Keanu Reeves, Kristen Stewart, Jon Nieve y ella. A Charlize Theron no hay quien la crea como personaje frío, distante, si los modelitos que lleva lo único que hacen es calentar al personal. A Michael Fassbender, ese actor que tiene un pedazo de nabo que se cree yo, lo salvo porque el hijoputa se sale como robot, pero estaba mejor en Shame. De Guy Pearce sólo decir que da risa. Y el resto son secundarios que están ahí para morir, aunque Idris Elba es negro, es el capi y lo salvo.

Noomi si tienes un hijo no le llames John, porque le diré todo el rato "¡John Mamón!"
Y esto ha sido todo. Por favor, no la veáis. Ni esta ni las siguientes (sí, temed, han acordado secuelas, aunque han despedido a Damon Lindelof, algo es algo). Yo en el camino de vuelta tenía miedo de morir y que Prometheus resultara ser la última película que había visto. Os quiero. Y ahora voy a ver si Mario Vaquerizo me quita las tonterías, porque, vale, es tonto, pero el tío lo lleva con orgullo. Besitos.

PS: Y aquí os dejo una de las cosas que, a todas luces, es de lo mejorcito que he leído en Internet en mucho tiempo. Por favor, leedlo, no os arrepentiréis, pero hacedlo sólo leedlo si:
1.- Habéis visto la peli.
2.- Habéis visto Perdidos.
3.- Habéis visto la peli y Perdidos.
4.- No las habéis visto ni tenéis intención de hacerlo.
5.- Habéis leído esta crítica entera.

domingo, 3 de junio de 2012

Como lágrimas en la ducha, o ¿quién ha apagado la luz?


Ebrios patanes del jurado, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que la Paqui se pasa las tardes por mi casa y que ya se ha empezado a hablar de Blade Runner 2, pues vamos a hablar de Blade Runner ONE, o sea, (posiblemente) la película de ciencia-ficción que mejor ha sabido captar el mundo futuro. Y digo esto porque tras ella, todas las películas que la han sucedido en él genero beben de ella como el Rey de los (dis)tintos asuntos (protoco)Larios.

Os explico brevemente de qué va: Esto es un tío, que se llama Rick Deckard, que está retirado de su antigua profesión, que era ser un Blade Runner, o cazador de replicantes (id est, un policía que se encargaba de encontrar a los androides que se habían escapado, estropeado, etc...), y ahora está en la cola del INEM. Pero es llamado de nuevo por su ex-jefe porque al parecer un grupo de estos replicantes están intentando hacerse humanos y están cometiendo cosas nazis. Y ahí empieza la trama. Por cierto, la trama está muy bien hilada y transcurre en el futuro.

De hecho, la gente cuando imagina un mundo futuro lo ve con cochecitos volando, con rascacielos que más que rascar atraviesan y con la Duquesa de Alba por allí danzando alegremente la joía. Pero el futuro, tal y como lo plantea la película, es mucho más plausible: un Los Ángeles que sirve de estereotipo de las grandes ciudades donde la publicidad marca la vida diaria (no os recuerda esto a Eva, que diga a Wall.e), donde la comida china  y todo lo chino (personas incluidas) es el pan nuestro de cada día, donde la sociedad experimenta cada vez más con la tecnología al servicio de las grandes empresas y dónde el cielo está perpetuamente colapsado de nubes debido a que en nuestros días la ‘contaminación atmosférica’ dijimos que era una patraña. Y sí, sí hay cochecitos volando.


Soy un póster. Hago chistes de pósters


Ridley Scott, ese director con pinta de director, fue el que hizo la joya. La hizo además como él no quería, porque si el estudio esto, porque si el estudio lo otro…¡Una pala y una espiocha les daba yo a los estudios! Al cabo de los años por fin pudo él sacar su ‘Director’s cut’ y vaya si mereció la pena la espera. Su versión, que omite una penosa voz en off y que añade unas escenas (tal vez) innecesarias a la par que perfectas, es miel sobre hojuelas y luego más miel. Le costó lo suyo sacar el proyecto por varias razones:

1.-Los protas se llevaban mal. Harrison Ford y Sean Young no se podían ni ver (al parecer uno de los dos la tenía demasiado pequeña). Tal es así que en la escena de pasión de la película, que es algo violenta, los golpes son auténticos. Una alegría vamos.

Si dices muchas veces mi nombre, habrás quedado como un idiota. 

2.- El escritor en el que se basa la peli estaba como un auténtico cencerro. Philip K. Dick escribió ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’, el libro en el que se basa el film, dejando muchas incógnitas y como diciendo ‘ahí lo lleváis simples mortales’. Esas incógnitas en el film salen a pedir de boca y han suscitado muchas teorías a partir de ellas. Cuando la veáis y veáis (valga la redundancia) el unicornio de papiroflexia entenderéis lo que os digo.
¿A que no sabéis quiénes somos? Uno se llama Ridley y el otro se apellida  Dick, pero no os diremos quién es cada uno. Además, sienta muy bien estar ocupando este parrafazo siendo sólo un pie de foto. Pero ¡qué foto! Chapó por el fotógrafo que estuvo allí para captar el momento eh? Bueno nos despedimos. Un abrazo y sed buenos. Ved nuestra peli!

3.- Al estudio no le hizo ni p*** (***significa uta) gracia  que el clímax final fuera tan poco clímax. Vamos que tiene de clímax lo que yo de feo (humildad ante todo). Pero sin embargo ha pasado a la historia como uno de los finales más emotivos, sobresalientes, orgásmicos y wikis de todos los finales. Yo lo digo, me llegué a correr y me acartoné los calzones pero igual me dio. (Una de las frases de este párrafo es mentira).

4.- El malo tiene el pelo rubio platino. Y os preguntareis que qué más dará. Pues que parece gay. Ea, ya lo he dicho. Al fin y al cabo, es un malo de los que crean tendencia, como John Galliano (esta broma es sutil).

Pues con todo aún hay quien dice que no le llena, que está sobrevalorada, que no tiene una de las mejores persecuciones de la historia. Y luego son los mismos que ven 2001: una odisea  del espacio hacia atrás mientras suena la marcha turca de Mozart y comen Oreos. Anda y que les zurzan. Ojalá todos ardieran en una pila de *CENSURADO POR SU ALTO CONTENIDO  DE VIOLENCIA* ….y sus hijos también.


Soy Gafapasta. No por nada, sino porque es mi nombre.
Pues eso. Que han anunciado secuela. Ridley Scott lo ha dicho. La prota será una tía. No será porno. Y, como la primera, tenéis que verla. Adieu.

PS: Soy una posdata.

PSPS: En serio, el estudio no se hace responsable de que los gerentes de este blog dejen escribir en él a un mentalmente divergente que le hace gracia la palabra 'replicante'...hihihihihihi