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lunes, 29 de octubre de 2012

Malhaya sean los carteros que no traen nada para mí

sé que lo que vais a leer a continuación (si seguís leyendo) es difícil de entender. lo hubiera intentado hacer más simple, pero no me gusta masticaros la comida. no soy de esos. si no podéis por cualquier razón, dejad de leer y mandadme al carajo. no os voy a juzgar por ello (no sería justo porque no sois los primeros). es básicamente que no se escarmienta en cabeza ajena y esta experiencia, supongo, sólo la he tenido yo de todos cuanto leeréis esto. por eso es difícil. pero gracias:



acabé hace tiempo, un tiempo relativo, dos libros que, de una forma y de otra también, cambiaron mi concepto de la espera. la espera como momento absurdo del día. también es romántico, idiota y enérgicamente cercenado de energía y todo eso. al menos hay gente que lo dice así. la espera como solución, que no como principio, que es lo que suele, ya nos pese, ser. ya nos pese, digo, sin medidas, porque hay cosas que no tienen medición: la pasión, la soledad, la espera. porque aunque puedas decir 'llevo esperándote 17 minutos', no sabes el tiempo que llevas queriendo esperar esos 17 putos minutos. haría falta tal vez sólo un ejemplo para que entendierais lo que quiero decir, pero hoy no estoy para ejemplos, ni para tiempos relativos, ni para absurdeces románticas ni románticos absurdos (inclúyanse en el grupo que gusten). hoy estoy aquí porque ya no hay sellos, ya no hay lacre fundido y ya no hay locos.


EL PRIMERO

las cartas que espera 'el coronel' en 'el coronel no tiene quien le escriba' son cartas de salida. pero no hay un ¿de dónde? para responder. sólo le llegaría esa carta y sería otro. o, bueno, pensándolo mejor, no sería otro: cambiaría. a mejor. todo cambia a mejor. las sinopsis me aburren en el poco tiempo que tardo en leerlas así que os la omito, los resúmenes cometen el pecado de hacer realidad la ficción (pido la voz y la palabra para quemarlos), y si quieren, por tanto, saber de qué va el libro, cómprenlo. leánlo, en tres días. sólo diré que habla de un matrimonio y sus 17 minutos. ese matrimonio es el pozo de la nostalgia, la cuerda está ahí, no la cogen y nunca viene el pozero (la carta) que les saque de esa inquebrantable y ya rota 'su historia'. la de ellos. ¿dónde está el hijo? ¿quién comerá mierda? ¿quién alimenta al gallo para alimentar a quién? cartas de salida de una vida de periódico y paseo, de mosquitera y zapatos de domingo, de amor y de puerto (que es lo mismo). es de Gabriel García Márquez. hay muchas ediciones. os recomiendo el papel amarillento, que huela, que vuelva ásperas las puntas de vuestros dedos que no se cartean con nadie.

(aún os admiro por seguir leyéndome en mis delirios)

de repente, cuando lo acabé, no advertí nada: no advertí el fruto de un amor con la cimiente en los años pasados, no advertí las ruinas y que las formas de correspondecia actuales son como los mensajes privados de las redes sociales, en donde la cultura del telegrama barato ha privado a la sociedad de un nuevo método romántico de espera. pero así esas cartas modernas se vuelven cartas de transición entre que quien la envía y quien la recibe puedan ser dos personas que viven uno al ladito del otro. o incluso que duermen juntos. las cartas hay que enviarlas a gente que esté a tomar por culo. telegrafiadas en máquinas de escribir. sin mayúsculas para ahorrar. o manuscritas y perfumadas.

EL SEGUNDO

'ardiente paciencia' era el título original de lo que todos conocen como 'el cartero de Neruda', un libro ejemplo de otros libros. es de Antonio Skármeta. hay una película, pero no la he visto. yo me identificaba con mario jimenez, un entusiasta joven cenutrio que se inspira en/copia a su maestro Neftalí Reyes aka. Pablo Neruda (y por ende  Matilde Urrutia). Ella. a quien va dedicado el libro. a quien deberían estar dedicados todos los libros. con este libro vi cuan gilipollas era intentando hacer algo ya hecho (ser Neruda). o, de otra forma, hay que ser uno mismo en los aspectos más nauseabundos de la vida. hay que amar como a ti te salga amar, hay que escribir como tú quieras escribir y hay que recibir las cartas que a ti solo y sólo te manden.


(aún os admiro)

a mí este libro me lo regalaron y aún hoy no sé si era así como se reciben las misivas. a mí me ardían las manos y me sentía como perdido. un efebo en el mundo mágico de las cédulas. pero reconozco que leyéndolo me fui haciendo más infantil, más torpe si se pronuncia como leyendo el poema 'Tu Risa'. las de este libro eran cartas de llegada donde la vida. vida de playa y cantina. de pluma y folio. de pluma y aves. buenas cartas.




las cartas no llevan fotos y así yo las deifico y os la entrego. os la mando. las cartas son dificultosas, para leerlas una y otra vez, como así os la envío. y ya está. esto es todo lo que tenía dentro. el otro día utilicé mi dedo como abrecartas carnal y todo lo que decía lo de dentro era 'Estimado Señor miapellido' y sandeces varias sobre números bancarios, seguros y de nuevo el estimado miapellido que no se parece en nada a mí. eso no es una carta. Yo nunca he recibido una carta.