sábado, 20 de octubre de 2012

Mata Mua


Algo se cuece en el Museo Thyssen y no son los líos de herencias entre la baronesa y su hijo, Gauguin y sus amigos ya están aquí para hacernos el otoño más placentero con su particular visión del exotismo. 

Mata Mua (Érase una vez...),1892. Paul Gauguin
Fuente: wikipedia
 Paul Gauguin (1848-1903) antes de lanzarse a pintar atractivas tahitianas tenía una profesión apasionante: agente de cambio en París, para simplificar, un funcionario que trabajaba en operaciones de la bolsa. Por si esto fuera poco también fue un respetable esposo y padre de familia (cinco churumbeles nada menos). Lo sé, a mi también me parece incomprensible que se largara a  Oceanía. Pero aunque os parezca increíble, porque estas cosas ya no pasan, el mundo de la bolsa tiene sus altibajos y al joven Paul le despidieron tras una de esas famosas “caídas”. Gracias a eso se convirtió en pintor a tiempo completo y a sus 34 añazos empezó con las emociones fuertes: aligeró peso dejando en alguna parte al resto de su familia, buscó el contacto con otros artistas interesados en la libertad que da la naturaleza, fue a Panamá y a Martinica, conoció a Van Gogh cuando aún tenía dos orejas y vio cómo se cortaba una de ellas en un momento de calentura entre los dos amigotes, etc. Pero a Gauguin la Bretaña francesa se le estaba quedando pequeña y siguió soñando con la imagen idealizada de las civilizaciones primitivas de forma que al final terminó viajando a Tahití y es allí donde realizó la mayoría de las obras con las que la gente le asocia hoy en día.

La obra del pintor está desperdigada por el mundo y esta exposición reúne parte de ella. Podemos ver lo impresionado que estaba Gauguin con sus nuevos vecinos en “Dos mujeres tahitianas” o en los coloridos personajes de “Parau api (¿Qué hay de nuevo?)”, la naturaleza misteriosa y virgen de “Mata Mua (Érase una vez…)”, un cuadro que pertenece al Thyssen pero que por desgracia no podemos ver habitualmente porque la baronesa lo guarda debajo de su cama. Percibimos su interés por la cultura maorí y cómo ve reflejadas en estas tierras el paraíso perdido en “Matamoe (Muerte. Paisaje con pavos reales)” o en “Mujeres en la ribera del río”.

Dos mujeres tahitianas, 1899. Paul Gauguin
Fuente: wikipedia
 Pero eso no es todo, acompañan a Gauguin otros pintores influenciados por él y que sentían la misma pasión por lo insólito. Henri Rousseau (1844-1910) hace acto de presencia con un solo cuadro (“Paisaje tropical con un gorila atacando a un indio”,1910) pero a este hombre le basta con eso para llamar nuestra atención y que no le olvidemos el resto del día (sí no estas de acuerdo no me vuelvas a dirigir la palabra, hay cosas con las que soy intransigente). Unos retratos de nativos de los Mares del Sur pintados por Emil Nolde (1867-1956) harían sonrojarse a cualquiera que piense que nosotros somos los modernos y esto ya es arte antiguo. Paisajes como “Ciudad Árabe” pintados por Kandinsky (1866-1944) donde vemos algo diferente de lo que usualmente reconocemos en su obra y mucho, mucho más.
Por si os preguntáis qué fue de Gauguin os diré que murió de sífilis, cosas de vivir la vida loca, y en cuanto a los tahitianos tienen por allí el segundo museo más importante dedicado al artista para compensar la afición que tenía Paul por sus mujeres y el hecho de que buena parte de sus descendientes deben de haber heredado la nariz del pintor.

Como siempre nada de lo que diga aquí hará justicia a la exposición por eso solo puedo añadir que ir a ver “Gauguin y el viaje a lo exótico” es lo mejor que podemos hacer con nuestras vidas ahora mismo así que me despido como lo hace la última sala de la muestra, con un fragmento de “Tabú” (F.W. Murnau/ Robert J. Flaherty,1931).


Podréis ver la exposición hasta el 13 de enero y el precio de la entrada va de 10 a 0 euros dependiendo del caso, pero os recomiendo que la compréis online porque es posible que os quedéis sin entrar si vais directamente.




miércoles, 17 de octubre de 2012

Rodarán Cabezas

Solo escribo esto porque se supone que por alguna extraña y estúpida razón es esencial que lo haga para hacer acto de presencia, como si mi nombre en “Contribuyentes” no fuese honor suficiente. Tranquilos, yo no voy a aburriros con películas dogmáticas,  ni museos interminables, ni partidos de fútbol anti-culturales… no, yo escribo sobre algo que a todos nos gusta lo aceptéis o no. Yo os aburriré con videojuegos, eso que nos acompaña durante gran parte de nuestra niñez y pubertad pero que importa a una, mayor de la que imagináis, parte de adultos. Adultos que entre tu y yo siguen siendo unos críos inmaduros aunque todos sabemos lo divertido que es serlo, ¿a que si?

El juego de PC (es lo que hay, tengo que empezar por un juego que pertenezca exclusivamente a la mejor plataforma para jugar que existe actualmente) que tiene el honor de ser el primero (y probablemente el último, quién sabe) es el que fuera estrenado ayer día 16 de septiembre de 2012 por la compañía Indie “TornBanner Studios”, un juego de acción en primera persona que lleva por nombre “Chivalry”. Irónico que lleve dicho nombre (Caballería) teniendo en cuenta el dudoso honor en la lucha de la mayoría de sus participantes, entre los que me hayo. Pero aceptémoslo, el último caballero con honor que hemos visto ha sido Edward Stark y todos sabemos como acabó (“uno simplemente no puede vivir para siempre”) la caballería es muy bonita si, pero no se aprecia muy bien cuando tu cabeza rueda por el suelo. Y creedme cuando os digo que en este juego ruedan cabeza, literalmente, el juego te permite degollar a tus oponentes. Para que os hagáis una idea se trata de un juego en primera persona online como los actuales de guerra moderna pero en lugar de armas de fuego se usan armas medievales. Ya esta, con eso podemos zanjar el asunto y decir que es mejor que cualquiera de los juegos que hay ahora mismo en el mercado. ¿No? ¡Tienes la posibilidad de cortar la cabeza a un jugador que no conoces de nada y hacer que su esta ruede mientras otro corre por detrás ardiendo en llamas! No hay nada que pueda hacer para describir el gozo psicótico y de dulce placer que te embriaga al mente en momentos como ese, y no hay ningún otro juego online actual que lo consiga de forma tan esplendida como lo hace Chivalry.



Los sonidos de la batalla son súblimes logrando meter al jugador en el fragor de la batalla. La escala es impresionante consiguiendo hacerte sentir parte de una guerra mayor que tú en la que no eres más que uno de los cientos de soldados que morirán 10 segundos después por una estocada de lanza, quemadura por aceite hirviendo, flechazo en el gaznate, tajada de espada, cercenamiento del brazo por hacha, acuchillamiento de daga o porque simplemente no miras por dónde vas y te caes de un acantilado (solo me pasó una vez…)
 
NickCasiDecapitado en su años mozos.

http://7.mshcdn.com/wp-content/gallery/10-hot-indie-games-to-watch/chivalry.jpg
He de admitir que en momentos como este ya no se ni a quién o qué estoy atacando.


Además, aunque es muy divertido matar por matar Chivalry cuenta con varios modos de juego entre los que se incluyen los típicos del genero pero hay uno en el que quiero hacer hincapié; Objetivos en Equipo. Este modo trata en una serie de objetivos marcados que ambos equipos deben hacer para pasar al siguiente paso lógico. Para que os hagáis una idea, si el primer objetivo era conquistar y saquear el pueblo, el siguiente sería mover el equipo de asedio hasta la puerta del castillo y una vez hecho este, derribar la puerta y así sucesivamente. Todo esto sin necesidad de cargar mapas nuevos, ¿entendéis ahora a lo que me refiero con “gran escala”? En este ejemplo el equipo atacante deberá completar los objetivos hasta llegar al último y ganar la partida y el equipo defensor deberá impedírselo hasta que se acabe el tiempo que dure la partida. Es algo que se había intentado hacer antes pero nunca lo había visto tan bien implementado como en Chivalry.

 
Todo lo anterior más el añadido de que tan solo cuesta 17.99 Euros hace de este titulo uno de los mejores de su género que ha cosechado este 2012. ¿Qué será el mejor del año? Pues sinceramente está difícil puesto que tiene competencia directa con “War of the Roses” (combate medieval en tercera persona online) y los todavía por estrenar “Free to play” MechWarrior Online y Planetside2 (aunque estos dos últimos siguen la ruta futurística) ambos actualmente en versión beta.

Esto lo añado para demostrar que me he documentado acerca del producto... y que coño, para fardar.

Trailer Promocional:

http://www.chivalrythegame.com/



sábado, 13 de octubre de 2012

Lo imposible en España es no tener los cojones cuadrados

Hola queridos amigos, queridas amigas y queridas familias. Si habéis pillado la referencia a Arguiñano sólo puede significar dos cosas: o bien no vais a clase porque os ponéis al lado del calentador para que parezca que tenéis fiebre pero lo único que llegáis a conseguir es hacer el gilí porque si tu madre quiere que vayas, vas a ir; o bien os pasáis tanto riempo delante de pantalla SONY Bravia que no os habéis percatado de que... wait for it,... hace tiempo que no escribo, dary. No es que lo sienta, pero lo siento (y a veces hasta lo acuesto hahahahaha ¡Cállate Típicoidiotaquesiemprehaceelchistefácil, típicoidiotacomoÁlvaroMacías, unchavalmuyawesomesinembargo). No ha sido culpa mía, la culpa es del script. Pero bueno, yo he venido aquí a hablar de cine, de buen cine, que no de sólo cine español... Pero no corras joder, que no me refiero a Garci.

Cara de 'Yo hice el tráiler más aburrido ever done, ¿me importa? No mucho, soy así, transgresor.'
Yo he visto 'Lo Imposible', que es de Jota A Bayona, el que hizo 'El Orfanato' y al que de pequeño le gustaban los títulos consistentes en 'Articulo + Nombre', por eso en sus trabajos ponía en grande 'El Título'. Pues bien, Jota ha hecho algo que sólo unos pocos han sido capaces (ni Garci ni Batman entre ellos): hacer una película española y que parezca que no es de aquí. O sea, que con producción patria, técnicos del territorio nacional y rodando námenos que en los (ya finiquitados, fiambres, que no hay pasta para comer) Estudios Ciudad de la Luz de Alicante (Valencia es nuestra Grecia), ha conseguido una película que lo mismo puede ver un americano medio como un español medio como un japonés medio como medio alemán. Porque además es una película en la que se trata un tema que todos recordamos: el tsunami que azotó las costas asiáticas a fines de 2004. Pero no es la típica película de catástrofes en la que hay muchas familias indirecta y casualmente entrelazadas con un cabecilla que es un padre de familia que no ha sido hasta este momento buen padre pero que quiere redimirse ahora que el fin del mundo llega y un niño medio rebelde que en vez de pasarse al lado oscuro se transforma en héroe salvando a la chica de la que estaba in love desde muy joven porque era la hija de los vecinos pero éstos no la dejaban verle porque era una mala influencia y que después de esto le consideran el novio perfecto tenga hipoteca o no, amén de un presidente de los Estados Unidos que es negro, y si puede ser, interpretado por Morgan Freeman, no. Jota se ha centrado en una sola familia, de gente real, una mujer llamada María que publicó su historia y la de su familia poco después de la catástrofe y que, tras leerla, Jota no pudo sacar de su cabeza, como la cera de colores de Homer.

De una forma extraña me recuerda a Rafa Mora

Pues con sus dos cullons se fue Jota a EE.UU. a buscar financiación ('Show me the money', decía, irónico e incapaz de prever lo que le venía encima). Pero allí sólo le dieron largas porque los productores le exigían que "lo del tsunami lo hacemos con efectos especiales", y Jota "que no, que nosotros nos hacemos un mega gigantesco ultra super grande tanque de agua, lo llenamos de agua, y ahí que rodamos". Los productores tuvieron la decencia de comprarle a Jota un billete de vuelta a España, pero él no se rindió. En su visita a los yankees se convenció a Naomi Watts, a Obi Wan McGregor y a un chaval que se parece pero no es Freddie Highmore para que hicieran de protas, los cuales, todo hay que decirlo, están soberbios, en serio, son la poll* sus interpretaciones (incluso te olvidas que Naomi hiciera King Kong o Ewan tenga un sable de luz antitsunamis). No contento con ello vino aquí y se convenció a nosecuántos para que pusieran el dinero en un abrir y cerrar de ojos taiwanés, y se puso a rodar con treinta milloncejos de euros, broza para un americano.

Soy un póster extradiegético que mira al fuera de campo. ¿Entiendes ahora cómo me siento?

La película que le ha salido es un film muy grande, en serio. Tiene sus defectos, como ciertas escenas un tanto condescendientes con el espectador, o un uso de la música no apto para todo el mundo, pero de ahí  a que venga Carlos Boyero, el hombre que tiene hechos de celuloide sus cuadrados huevos, a decirnos 'que si menosprecia al espectador, que si la música en los momentos emotivos es infame, que si me trago cine indie es para poder cagarlo'... ¡Una pala y una espiocha le daba yo! Será posible las cosas que hay que oír para una vez que hacemos buen cine, disfrutable, muy pero que muy sentimental (en el buen sentido, id est, genera sentimientos, muchos, como los Snacks de Kellog's) y que hace soltar alguna lagrimilla. Luego está otro crítico diciendo que la peli es buena en su primera media hora, el resto, un telefilm de Antena3. A ese es pa' cogerlo por el pescuezo y fusilarlo al amanecer (y yo de amaneceres sé un rato). Por favor, que el cine está muy caro, no le quiten la ilusión a quien quiera ir. Yo, como buen ciudadano, os digo que vayáis al cine, que el pobre de Jota se lo ha currado, que, os lo creáis o no, todo en esta peli a nivel técnico lo han hecho españoles, y que, por Dios, por mucha agua que salga, no aparece nadando David Meca por ahí. Y eso siempre es un plus.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mad World

En estos tiempos tan decadentes, desencantados y desengañados, se han alzado  poco a poco varias voces defensoras de una nueva y tímida máxima que, tiempo y calidad mediante, ha ido calando más hondo, y ganando más adeptos. Por lo visto, hoy en día podemos encontrar el mejor cine en la propia televisión, en la mal llamada (siempre que no hablemos de TVE, o de Tele 5, o de Cuatro, o de Intereconomía, o de todas las principales, o de todas las autonómicas, o de la mayoría de los canalillos del TDT) caja tonta. La pega es que, como en el cine, también hay que pagar y hacer cálculos sobrehinchados de IVA. O buscar en Internet, como hemos hecho siempre con todo.
   Sin embargo, en EEUU hay gente que paga por estas cosillas (gilís) y gracias a ello a los grandes canales de pago (AMC con la serie de la que hablaré a continuación, Showtime con la cuasi porno y cuasi perfecta Californication, o HBO con absolutamente todo lo que hace) les sale rentable gastarse sus milloncejos en producir capítulos de ambientación y efectos acongojantes, en recurrir a actores reconocidos, y, sobre todo, en contratar guionistas. 
   Y uno de éstos es Matthew Weiner, guionista de la quinta y sexta temporada de Los Soprano, y creador, por si fuera poco, de Mad Men, la gran serie de la que todo el mundo ha oído hablar, y que ojalá a todo el mundo le diera por ver. A mí, este verano, me ha dado por verla, un capítulo tras otro, desarrollando un mono muy intenso y sofisticado, que se dio de bruces con el final de la quinta temporada. Y así está ahora mi vida de vacía.

La secuencia de los créditos es una maravilla. Hasta salió en Los Simpson (aunque en un capítulo malo, obviamente)

   Cosa curiosa, Mad Men se limita a retratarnos el día a día en una agencia de publicidad de los años 50/60 al tiempo que entrecruza ciertos sucesos históricos con el devenir de sus protagonistas (vamos, como Cuéntame cómo pasó pero sin montajes cutres y sin Carrillo fingiendo tener ochenta años menos). No es más que eso. No hay ni violencia, ni tacos, ni siquiera sexo (o al menos en la medida en la que HBO nos tiene acostumbrados). Únicamente la, por otro lado previsible, sobresaliente ambientación, un plantel de actores soberbios, desde el primero hasta el último, y un guión que, simple y llanamente, es una joya. 
   Sin embargo, como la ambientación sólo llena del todo a los modernillos y a Garci, y hasta Al Pacino puede llegar a resultar indigesto si no cuenta con unos diálogos mínimamente decentes (como le ocurrió al pobre en Righteous Kill, una película que me hizo vomitar y que aún hoy me dan naúseas sólo de pensar en ella), es obvio que la razón del éxito de Mad Men, y su mayor virtud, radica en el guión, una obra de relojería suiza, poseedora de un dinamismo digno de Aaron Sorkin y que deja a la altura del betún a todo lo que puedan intentar las series españolas. Lo cual, dicho sea de paso, no es que sea muy difícil. 
   ¿Qué destacar de un guión así, aparte de todo? Por un lado, ciertos diálogos que son una gozada, y las situaciones que de ellos se desprenden (muchas atesorando un humor negro inaudito, sobre todo a partir de la tercera temporada). Y, por otro, el diseño y evolución de TODOS los personajes. No hay ni uno flojo, o que sobre. Todos tienen su trasfondo, sus momentos de lucimiento. Y, además, la serie consigue que siempre en algún momento te caigan mal o te caigan bien, para finalmente acabar amando a la mayoría.

Todos y cada uno de ellos son sublimes

  Tenemos al protagonista, al apuesto Don Draper, interpretado con oficio por Jon Hamm, a la sazón productor de la serie en su quinta temporada, un hombre de oscuro pasado y compulsivamente infiel que podrá caer mejor o peor, pero que no hay duda de que posee una personalidad arrolladora (empezando porque es capaz de echar violentamente de su despacho a clientes millonarios sólo porque no les ha gustado su idea, ahí, con dos cojones). Luego está Betty Draper, su mujer (January Jones, quien tiene aquí mucho más diálogo que en X-Men: Primera generación, pero tampoco mueve las cejas mucho más), un nuevo ejemplo de caracter bien construido y evolucionado (salvo alguna meada fuera del tiesto como la que se marcan los guionistas en la quinta temporada), sin que eso implique que me caiga precisamente bien. Mucho más simpática me resulta Sally Draper, la hija de ambos, una ricura de niña que protagoniza algunos de los mejores momentos del show.
   Y ya, hablando de la adorable Peggy Olson (Elizabeth Moss, ciencióloga, y el mayor acierto de cásting), pues, bueno, mi personaje favorito. Una chica de pueblo inocente y confiada que comienza como secretaria de Don Draper para llegar mucho más lejos. La podríamos considerar la coprotagonista de Mad Men pese a ser, irónicamente, una mujer, y es que su relación con Don, entrañable y original, sin duda es una de las piedras angulares de la trama.
   Luego tenemos a Pete Campbell, otro personaje interesantísimo, un publicista de ambición desmedida y escasos escrúpulos que no es tan malo como parece (o no demasiado); Roger Sterling, jefe de Don, indudablemente el responsable de los momentos más humorísticos; Joan Holloway, jefa de secretarias, que está buenísima y tiene una evolución grandiosa, para no variar... Y ya acabando, otros personajes memorables como Lane Pryce (inolvidable su papel en la quinta temporada), Bert Cooper, Megan, Kinsey, Duck Phillips, Anna Draper...
   El secreto de Mad Men está en sus personajes, en lograr que la gente empatice con ellos en mayor o menor medida, puesto que su trama, en realidad, no apasionaría lo más mínimo de no ser por ellos. Todo lo que les pasa se nos revelaría insustancial y casi con trazos culebroneros (oh, epiquísimo, ahora la agencia Sterling & Cooper trabajará con tabacaleras, oh, no sé quién se ha vuelto a quedar preñada), sino fuera por ellos y por sus ingeniosas y mordaces réplicas, arrojadas a lo largo de unas temporadas sucesivamente mejores. También por aquellos momentos en los que Don Draper se nos ofrece tan vulnerable, por ésos en los que Roger Sterling hace el payaso, por aquellos otros en los que Pete Campbell se lleva alguna hostia, por esos muchos en los que Joan se pasea por los pasillos meneando ese culo tan gordo y perfecto que Dios le ha dado...

"¿Por qué seguís viendo La que se avecina? ¿Por qué?"

   Una serie inolvidable, que aún no ha concluido (quedan dos temporadas más, según Weiner), y que de constituir una larguísima y apasionante película se haría con todos los Oscar habidos y por haber. La mejor serie de la actualidad ¿Mejor que Boardwalk Empire? Me da un poco de pena admitirlo pero sí. ¿Mejor que Juego de Tronos? Estooo... a ver. Juego de Tronos tiene dragones, y a Tyrion, y mucho más sexo. La muy perra juega con ventaja. Y aún así, la serie de la AMC constituye lo mejor que he podido ver en una pantalla a lo largo de un verano en el que he visto bastante cine. Esto de las máximas es tremendo, ¿eh?
   Si aún no la veis, deberíais. Cuanto antes. Ah, y se me olvidaba: Mad Men es la primera serie de televisión que consigue que una canción de los Beatles suene íntegra en uno de sus capítulos. Por algo será.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Hop Hop Hopper


El arte ha estado últimamente en el candelero compartiendo telediarios con los incendios, la crisis y el fútbol, todo gracias a una señora que decidió darlo todo y restaurar una pintura en la iglesia de su pueblo. El resultado fue tan bueno que decenas de personas, con tanto interés en el arte como el que pueda tener yo en la física cuántica, se han desplazado al desconocido lugar para ver una pintura mural de Jesús convertida ahora en una pieza de arte moderno. Quería aprovechar esta entrada para lanzar al ciberespacio mi sugerencia y estimular las visitas a los museos. Ahí va el eslogan: “¡¡¡Elige una obra maestra y personalízala!!! Te regalamos la brocha con la entrada”. Yo ya tengo pensado qué cambios le haría a “Las Meninas” pero estoy abierta a otras sugerencias.

Casa junto a la vía del tren. Edward Hopper
Fuente:www.moma.org

Después de dejar clara mi opinión ya podemos pasar a otro tema menos popular. Septiembre está aquí y con él no solo llega el fin de las vacaciones también se acaba, por ejemplo, la exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza (conocido por todos como “Tisen” o “el sitio de la baronesa” ) sobre Edward Hopper (1882-1967). Nuestro nuevo amigo pasó la mayor parte de su vida en Nueva York y retrató la vida cotidiana de los americanos en general y la vida urbana de los neoyorquinos en particular, formando parte de una generación de artistas que a principios del siglo XX pretendían distanciarse de la influencias del arte europeo, especialmente de los impresionistas, para alcanzar un sello personal.
Nos dicen que Hopper era un hombre solitario, tal vez por eso en su obra la mayoría de los personajes parecen aislados y nunca vemos multitudes, las personas aún en compañía de otras siempre parecen atentas solo a sus asuntos. No sé si esto influye en las sensaciones que tengo pero su pintura me parece fría y esto es algo que me suele ocurrir con el realismo, la culpa es mía no de Hopper, todo es cuestión de gustos. Es cierto que estimula tu curiosidad y te preguntas a dónde estará mirando esa mujer, en qué piensa ese hombre o hacia dónde se dirige, pero estas preguntas surgen porque la indiferencia que me producen los personajes me permite distanciarme de lo que veo. Las casas campestres, los edificios, el mar o cualquier lugar creado por el pintor me parecen más vivos que sus figuras humanas.


Sol de mañana. Edward Hopper
Fuente:www.columbusmuseum.org

Llama la atención la gran influencia que tiene en el pintor el cine y viceversa. No he descubierto el agua tibia, te lo dicen en los folletos informativos y es lo que han resaltado en todos los reportajes que publicitaban la muestra. Esta relación con la pantalla grande va más allá de la anécdota de “La casa junto a la vía del tren” (inspiró a Hitchcock para la mansión de “Psicosis”), hablo de sus grabados que parecen fragmentos de storyboards o las perspectivas y encuadres escogidos que no son, o al menos no lo eran en ese momento, los habituales en la pintura, como en el caso de “Pavimentos de Nueva York”.

Al final el museo nos presenta un tinglado que reproduce el cuadro “Sol de mañana”  y solo sirve para dos cosas. Primero: ocupar espacio porque sobraba una sala pero no cuadros con qué llenarla. Segundo: satisfacer las ansias de muchos visitantes por fotografiar algo con el móvil, no importa si es animal, vegetal o mineral. Pero tranquilos porque aún no habrá terminado la exposición, llega la hora de invertir en arte. Justo en la salita de al lado nos ofrecen gran cantidad de souvenirs y empezamos a oír cosas como ¿Quieres un pin de Hopper? o, tal vez, a algún encargado respondiendo No, lo siento no hay imanes pero tenemos abrebotellas y postales. Si no quieres comprar nada tendrás que irte a otra parte porque un vigilante se interpone en tu camino cuando quieres desandar lo andado y te advierte: No hay vuelta atrás en este viaje pequeño hobbit. En ese momento eres consciente de que no regresarás del Monte del Destino y terminarás comprándote una goma tuneada con un cuadro.

Pavimentos de Nueva York. Edward Hopper
Fuente:www.wikipaintings.org


Frikadas aparte, podréis disfrutar de este repaso a la obra de Edward Hopper hasta el próximo 16 de septiembre (Lunes y domingo de 10 a 19 / de Martes a Sábado de 10 a 23), son 10 euros la entrada general y 6 la reducida.


miércoles, 29 de agosto de 2012

Gilipolleces estilo David Copperfield

Han pasado un par de meses desde que escribiera aquel artículo sobre gente asiática y drogodependiente que pasó con más pena que gloria por ésta nuestra colmena, y a continuación me dispongo a dar por concluido mi retiro espiritual y a seguir a mis cosicas con la sección de Literatura. En este sabático intervalo que reseñaba, leí un libro muy interesante sobre el 23-F (pero aquí nunca se habla de política, por pereza y eso), y una novelita de Antonio Muñoz Molina que ya prácticamente he olvidado de tan poética y bucólica que era. A continuación probé suerte con Vargas Llosa y Dickens (la de este último era una cuenta pendiente que aún sigue sin estar saldada), y al final, resulta que me he pasado medio verano viendo un capítulo de Mad Men tras otro y yendo al cine en pos de una periódica sodomización. Todo para acabar volviendo, un poco deprimido que es como hay que ir, a leer El guardián entre el centeno, escrito por J. D. Salinger y publicado en 1951. Uno de los libros que más han marcado mi vida, y como la mía la de muchos otros tan amargados como yo. 

El centeno: metáfora que ilustra el arte de poner fotos que no aportan nada al artículo

   Supongo que es de rigor comentar por qué es posible que dicho título os suene de algo pese a que no lo hayáis leído (y es pa mataros en tal caso). Mark Chapman, el asesino de John Lennon, tenía este libro en su mesilla de noche, y parloteó acerca de él y de Holden Caulfield cuando le pescaron. Que había sido su inspiración para cometer tal atrocidad, o no sé qué hostias. Si os parece acabamos en esto con la parte documentada del trabajo, aunque también otro tipejo que intentó lo propio con Ronald Reagan declarara posteriormente estar obsesionado con él. Porque, en fin, yo todavía no he matado a nadie, y eso que me habré leído la obra en cuestión como un centenar de veces. Aunque igual a la próxima cojo un rifle y me cargo a, no sé, George Lucas, por poner un ejemplo.
   El caso es que el protagonista es Holden Caulfield, un adolescente de unos dieciséis años (edad que yo mismo atesoraba al leerme el libro por primera vez, aaaains), al que acaban de expulsar de Pencey, un colegio apestoso lleno de gente falsa y estúpida, ateniéndonos a lo que se nos dice, y que emprende un vagabundeo incansable y accidentado por las calles de Nueva York (de por medio lumis, chulos, homosexuales y otros exponentes de la alta suciedad), antes de volver a casa de sus padres y comunicarles la mala noticia. Y no hay más, realmente. El argumento da para lo justo, unas doscientas y pico páginas de nada. Doscientas y pico gloriosas páginas de nada.
   La cantinela de "Lo que importa no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta" nunca fue tan verídica como en el caso que nos ocupa. El libro está escrito en primera persona, pero no por un catedrático con su columnita en algún periódico y su Pulitzer en la estantería a su espalda, sino por el propio Holden Caulfield, un chaval de dieciséis años que se expresa como un chaval de dieciséis años. Con coletillas, tacos, todoesos, enserios y jos. Y transmitiendo en el empeño toda la rabia y la angustia de una etapa de nuestra existencia que muchos aún no hemos acabado de abandonar. Toda la prosa, por tanto, destila una energía, una vida, que pocas veces he percibido en un trabajo impreso, y que logra que esas pocas páginas se lean en, literalmente, un suspiro. Como pequeña muestra, el inicio de la obrita, a la altura icónica de El Quijote o El Lazarillo:

   Si realmente les interesa lo que voy a contarles, probablemente lo primero que querrán saber es dónde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia, y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la verdad no tengo ganas de hablar de eso. Primero porque me aburre, y, segundo, porque a mis padres les darían dos ataques por cabeza si les dijera algo personal acerca de ellos. Para esas cosas son muy susceptibles, sobre todo mi padre. Son buena gente y eso, no digo que no, pero también son más susceptibles que el demonio. Además, no crean que voy a contarles toda mi maldita autobiografía ni nada de eso...

Pues sí, éste es Holden Caulfield. Y es legendario

   En efecto, Holden Caulfield es el encanto personificado, un chaval sarcástico, mentiroso, malhablado, sensible, infantil, parlanchín, alcohólico, fumador, y con una gorra de caza que mola un pegote. También es alto, delgaducho, seguro que se masturba, y peina canas a un lado de la cabeza. Y lo odia todo, lo que se dice todo, con la práctica excepción de su hermanita Phoebe, que también es un encanto. El héroe de nuestra adolescencia, qué duda cabe, uno al que según leamos el libro todos amaremos y conoceremos tan bien como a nosotros mismos. Ya sabéis, porque Holden es un espejo de lo que somos todos nosotros. O de lo que fuimos.
   Es probable, pero también necesario, que me centre mucho en la figura del señor Caulfield. Todo el libro se centra en él, sin apenas profundizar en la psique de algún otro personaje la cual, en cualquier caso, sería observada bajo el punto de vista del amiguete. De este modo llegamos a sentir tanto cariño por su hermana pequeña como lo siente Holden, tanta repugnancia por las personas falsas, los tíos guarros e incluso el cine como siente Holden, y tanto dolor por la temprana pérdida de su hermano pequeño Allie, pelirrojo y listísimo, como lo siente Holden. Y a uno, maldita sea, se le acaba escapando una lágrima y todo.
   No sé si a lo largo de este artículo habré sabido expresar la devoción que siento por esta obra en toda su amplitud, porque es mucha, y de todas maneras no ha de significar que vosotros hayáis sentido, o vayáis a sentir, lo mismo al leerlo. Ocurre que es un libro que llega a calar hondo si se lee en las circunstancias apropiadas (como son ser joven, o ser viejo, o estar simplemente harto de todo), y que se halla sumido así como quien no quiere la cosa en el aura de los clásicos, de los atemporales, de esos fragmentos de arte puro y de vida llamados a ser degustados cada cierto tiempo. Un aura tan poderosa, férrea y opaca que se me hace difícil buscarle algún pero, sin que entre a estorbar ni la objetividad ni cosa parecida. En cualquier caso, a Holden Caulfield se la traería floja. Y a su autor también, J. D. Salinger, porque está muerto y en vida estuvo un poco más pallá que pacá.

"¡¡¡Aaagh, la muerte!!!"

   Y bueno. Pasando por alto lo poco mordedor de esta ¿crítica? y lo subjetivo de mis afirmaciones, El guardián entre el centeno es un gran libro, y no hay quien me saque de ahí. Debería leerlo todo el mundo, y no sólo para buscar qué carajo pudo entender Chapman que le llevara a matar al Beatle que le robó las gafas a mi abuela: también porque le va a gustar, fijo, y porque le va a coger, no hay más remedio, cariño al protagonista. ¿Que igual a veces se pone un poco pesado con las coletillas, con los "me deja sin habla"? Eso es que está en una edad muy difícil, perdonémosle.
   Firmado: Holden Caulfield

jueves, 16 de agosto de 2012

Ridley Scott se creía inspirado y lo que estaba era haciéndose una paja

Estoy indignado. Pero no indignado en el sentido de 'Oh, me voy a la Plaza de Sol, A LAS BARRICADAS, A LAS BARRICADAS, con mi perro, mi flauta, mis rastas tela de limpias y bien cuidadas y una bolsa de Doritos' no. Indignado en plan 'acentuar la 'g'. IndiGnado. Porque así suena hasta que me han dao por culo, y eso que no conozco personalmente a Elton John. Y es que fui al cine a ver 'Prometheus', que me las prometía (valga aquí el juego de palabras que en realidad no es tal y me va a costar más de un disgusto) muy felices y al final me comí un cagarro que bien sabe Dios el poso amargo que me dejó en la garganta.

Y hablando de Dios, voy a empezar a hablar de mentiras. Oseasé, del guión. Menuda bazofia precocinada con laurel caducado. En serio, me dio hasta rabia porque la película intenta ser una especie de reflexión metafísica de la hostia y se monta un pipostio para decirnos algo así como 'Y si lo que creemos que nos creó como Dios fuera en realidad el Diablo'. O sea, un guión de hierro eh? Chapeau. Pero claro, tampoco podíamos esperar mucho de unos guionistas que tienen en su haber, atención, esperad que estornude, 'Perdidos', esa amalgama de idioteces que a la gente le dio por venerar como si no tuviéramos suficiente con David Meca.

Yo le dije a Mahoma: "Ridley Scott se va ve', se va a vé en un follón que no zabe ni  dÓnde s'a metío"

Total que el guión hace lagunas de Ruidera y todo por una sarta de despropósitos tales como que un grupo de científicos llegan a un nuevo planeta y sin explorar ni nada van Y SE QUITAN EL CASCO. ¡Pero qué haces desgraciao! ¿Se te ha ocurrido pensar que a pesar de que un robot te diga que el aire es respirable, te puede estar gastando una broma?, o que puede fallar coño, que los robots los hacemos nosotros, y si falló el Windows Vista no sé por qué no puede fallar un puto robot. Además, hay varias cosas que no cuadran y que ni se explican. Hay unos giros de guión que más que giros parecen hacer la órbita de Falete. De verdad el guión es lamentable hasta la crispación. Para familiarizarnos con la terminología galáctica os diré que está a años luz del de 'Alien'. Tíos, en serio, no quepo en mí de asombro al ver que hasta un guionista de Física o Química lo hubiera hecho mejor. Si hasta se inventan un mejunge raro, negro y aceitoso, como semen oscuro, que lo mismo te sirve para convertir y evolucionar especies que para freír un cocido. De lejos, el peor guión que he visto en años.

Si me pongo de espaldas, con los brazos en jarra y  giro la cabeza hasta mirar a cámara, me convierto en Elsa Pataky.

Mirad, voy a dejar de hablar del guión porque es como cuando hablo de mierda: no queda bien a no ser que sea con el médico si tu caca es verde. Sigo con el director. Y creo que voy a llorar. O sea, Ridley, ¿qué haces? ¿qué diablos haces? O sea, tú, que has hecho 'Blade Runner' y 'Gladiator' me haces esto, un bodrio del tamaño de Wisconsin en el que sólo se salvan un par de escenas y los trailers virales. Mira, te lo digo en serio, o vuelves a la senda de 'El reino de los cielos', que digan lo que digan está infravalorada (salía Liam Neeson por Dios) o te va a caer la del pulpo. Avisado quedas.

Me llamo Damon Lindelof. La vena de mi frente es de apretar las mierdas que luego entrego como guiones.
Y ya para acabar el reparto. Yo no he visto actores menos adecuados para sus respectivos papeles en mi vida. La directora de casting es para cogerla y crucificarla por los pulgares. No hablo de que, de por sí, los personajes en el guión tengan menos profundidad que Belén Esteban hablando de historia, pero es que estoy  seguro que los personajes de 'Los Mercenarios 2' están mejor planteados que éstos. La prota, Noomi Rapace, es una piedra. O sea, tiene la misma cara al descubrir hallazgos que cambian la historia de la humanidad que al enfrentarse a un bicharraco de 2'50 que al sacarse un moco. No me quiero imaginar cómo sería una fiesta con Keanu Reeves, Kristen Stewart, Jon Nieve y ella. A Charlize Theron no hay quien la crea como personaje frío, distante, si los modelitos que lleva lo único que hacen es calentar al personal. A Michael Fassbender, ese actor que tiene un pedazo de nabo que se cree yo, lo salvo porque el hijoputa se sale como robot, pero estaba mejor en Shame. De Guy Pearce sólo decir que da risa. Y el resto son secundarios que están ahí para morir, aunque Idris Elba es negro, es el capi y lo salvo.

Noomi si tienes un hijo no le llames John, porque le diré todo el rato "¡John Mamón!"
Y esto ha sido todo. Por favor, no la veáis. Ni esta ni las siguientes (sí, temed, han acordado secuelas, aunque han despedido a Damon Lindelof, algo es algo). Yo en el camino de vuelta tenía miedo de morir y que Prometheus resultara ser la última película que había visto. Os quiero. Y ahora voy a ver si Mario Vaquerizo me quita las tonterías, porque, vale, es tonto, pero el tío lo lleva con orgullo. Besitos.

PS: Y aquí os dejo una de las cosas que, a todas luces, es de lo mejorcito que he leído en Internet en mucho tiempo. Por favor, leedlo, no os arrepentiréis, pero hacedlo sólo leedlo si:
1.- Habéis visto la peli.
2.- Habéis visto Perdidos.
3.- Habéis visto la peli y Perdidos.
4.- No las habéis visto ni tenéis intención de hacerlo.
5.- Habéis leído esta crítica entera.