lunes, 9 de julio de 2012

El hombre orquesta


He intentado por todos los medios encontrar alguna anécdota relacionada con el protagonista de hoy para empezar esta entrada, de verdad que lo he intentado pero… nunca se unió a una secta, ninguno de sus biógrafos creyó oportuno mencionar si era fetichista de los pies o si tenía un tercer pezón, solo puedo decirte que era un tipo muy entregado a su trabajo así que no voy a culparte si dejas de leer. ¿Hay alguien ahí?
Hasta el próximo 9 de septiembre Caixaforum de Madrid es el lugar donde podremos ver, por el módico precio de cero euros, parte de la obra del italiano Giovanni Battista Piranesi (Venecia, 1720 - Roma, 1778). En esta exposición se le saca partido a todos sus talentos porque fue arquitecto, grabador, diseñador, anticuario, arqueólogo y vedutista o dibujante de vistas (lo confieso, a mi también me sonaba a chino), aunque la pieza central de la muestra es la serie de las “Cárceles Imaginarias”, pero mejor vayamos por partes para no perdernos entre tanta obra.

"Cárceles Imaginarias" de Piranesi
Fuente: Wikipedia
 De mayor quiero ser un romano
Piranesi se consideraba ante todo un arquitecto y se quedó impresionado la primera vez que visitó Roma y vio las ruinas de las construcciones realizadas durante el Imperio Romano. En sus tiempos los arqueólogos no eran tan cuidadosos como hoy en día lo que explica la tendencia a llevarse recuerdos para adornar sus casas, pero nuestro pequeño genio se puso como objetivo documentar todos estos descubrimientos realizando ilustraciones detalladas de lo que veía (como en “Las antigüedades romanas” o “Primera parte de arquitecturas y perspectivas”), unos grabados que, al compararse con las fotografías de Gabriel Basilio (Milán, 1944) en una de las salas contiguas, parecen más grandiosos que los lugares reales, por ello no es descabellado pensar que Piranesi tal vez aportara, además de su talento, algo de imaginación como puede verse en sus “Vistas de Roma”. Tras una sucesión de grandes láminas llenas de detalles y anotaciones para los entendidos solo puedes preguntarte de donde demonios sacaba el tiempo este hombre, algún listillo dirá que dirigía un taller pero a mi siguen sin salirme las cuentas, aún con ayudantes para realizar toda su obra debió sacrificar muchas horas de sueño. Por eso es curioso que el único de sus diseños que se llevó a cabo fuera la restauración de la iglesia de Santa María del Priorato y esto para alguien orgulloso de ser un “arquitecto veneciano” debió ser cuanto menos frustrante, en compensación la historia a sabido reconocer que sus ideas eran mucho más que planos imposibles de llevar a acabo en la realidad y se le considera un maestro del aguafuerte (grabado en metal).

Exposición "Las Artes de Piranesi"
Fuente: Caixaforum
El decorador que todos llevamos dentro
En otras salas vemos los diseños que realizó el veneciano para sillas, fuentes, algo que podría ser una cafetera muy original, candelabros, chimeneas y otros elementos de decoración que cobran vida a través de los ocho prototipos que se han creado a partir de las láminas.

“Caverni d´Invenzione”
Las dieciséis láminas que forman las “Cárceles Imaginarias” son oscuras, con líneas más sueltas, como si Piranesi tuviera locura transitoria y diera en ellas rienda suelta a su imaginación. Si toda la exposición tiene lugar en salas amplias y bien iluminadas aquí nos crean ambiente sirviéndose del reducido tamaño de la estancia y la escasa luz y te paseas observando la cárcel  mientras proyectan un video en el que intentan mostrártela en tres dimensiones. Parece salida de una pesadilla y por eso esa sala de apenas unos metros cuadrados es lo mejor de “Las artes de Piranesi”.

La exposición es carne para las excursiones escolares por la buena distribución de las obras y un gran momento para probar las visitas guiadas que también son gratis, solo hay que apuntarse con un poco de antelación (lunes y miércoles a las 19h, martes y jueves a las 13h, viernes a las 18h, sábados y domingos a las 12h y a las 19h). Si te gustan el realismo, las atmósferas de otro tiempo, las ruinas antiguas y la gente imaginativa, Piranesi es tu hombre. 


-Spiderman, cántanos de nuevo ‘La Cucaracha’ +¡Callaos hipoglúcidos!

Visto el percal en el que me veía envuelto por un asuntillo sin importancia, decidí abstraerme del mundo y plantarme contante y sonante en la puerta del cine, poner mi carnet joven en la taquilla y con aire anglosajón del sur de Cádiz decir: -‘Deme usted una entrada para ‘THE AMAZING SPIDERMAN’ por favor.’ +¿Una? –Una  +¿Sólo una? -¿Usted ve a alguien más? +Sí. -Aun así sólo una. +Son 5,70€ -¡Pero eso es un robo! Y ciertamente había un robo en la taquilla de al lado, pero pagué gustosamente y entré en la sala, que estaba oscura y daba miedo, como si Ramón García apareciera mañana en la tele. Un miedo atroz. Pero como sonaba la música de ‘El Exorcista’ me sentí más relajado.



‘Se dice THE AMAZING SPIDERMAN en mayúsculas porque es realmente Amazing. –En serio, David, no sirves para esto. Déjalo. Tómate unas vacaciones. Queda con Jordi Hurtado. Te hará bien.


Total, que me senté y, así como quien no quiere la cosa, se me sientan a cada lado dos parejas, cada una con un bebé (que hay que tenerlos muy cuadrados para llevar a un bebé a ver THE AMAZING SPIDERMAN…si todo el mundo sabe que son más de ‘Green Lantern’), y, no contentos con eso, encima llevan BOLSAS de comida. ¿Habrá algo más mezquino que llevarte una bolsa de comida al cine? Hombre de Dios, hijo de tu madre, que hay gente que quiere escuchar la peli, no a ti rebuscando las chuches, las burguers y preguntándole a tu cari que qué quiere que sea lo siguiente. Pues qué va a querer, TU (PIIIIIIIIIIIIII)POLLA. Yo, en serio, prohibiría las comidas en el cine. Las bebidas no, que dan salud, pero las comidas… ahí está Falete. Al final me senté en otro lado y me centré de lleno en los tráilers… dos españoladas de toma pan y moja, y la cuarta de Bourne…sin Bourne. Pero tiene muy buena pinta, como las migas de mi abuela.

A lo que iba, que me dispongo a ver THE AMAZING SPIDERMAN y resultó ser verdaderamente AMAZING. Os lo digo de verdad, que yo no miento excepto cuando se trata de (PIIIIIIIII)follar. Es verdad que fui a verla única y exclusivamente por el director, Marc Webb, aquel que me hizo reír, llorar, querer, olvidar y mear con (500) Days of Summer, a la que por cierto, se parecen algunas escenas, aunque levemente. O por lo menos yo lo he querido ver así. Y voy a decir una cosa seria: ha captado lo que quiere el espectador. El espectador que va a ver Spiderman, no quiere ver Spiderman, quiere SER Spiderman. Y gracias al uso de la cámara en primera persona, conseguimos ser el héroe enmascarado (tan poco es tan feo el chaval, pero ahora vamos con eso) en momentos determinantes de la película.

A mí ésta me ha gustado más que la primera de la anterior trilogía, más que nada porque, a pesar de que las dos comparten protagonistas femeninas (Emma Stone y Kirsten Dunst) que son ambas unas ‘melafo’ de cuidado, Andrew Garfield está mucho más creíble como el superhéroe que Tobey ‘Caradesapocuandollora’ Maguire.

‘No entendí ‘El árbol de la vida’ y por eso me echáis? +No Tobey, te echamos porque no sabes decir Pijus Magníficus sin reírte. –Sí que sé: Pijus Magníhahahahaah… Mierda’

El chavalín está que se sale y encima en la vida real se tira a la prota, lo que me jodió mucho porque según mi horóscopo puede que encuentre a una mujer maravillosa este mes y ya sé que no es Emma Stone. Pero bueno, siempre me quedará Meryl Streep. Al grano. La peli en el apartado técnico, es tontería decirlo, es sobresaliente, pero no esperábamos menos ¿no? Luego está el, posiblemente, mejor cameo de la historia de Stan Lee en el cine. No os lo destriparé, porque las vísceras de Stan Lee son como las de un ser humano cualquiera, pero el cameo está muy bien. Luego toca hablar del malo, el Lagarto. Yo, aquí discrepo con Marc Webb (Marc forgive me), prefiero a Willem Dafoe como El Duende Verde, pero porque me recuerda a Héroes del Silencio, no por otra cosa. Rhys Ifans, hace lo que puede, pero es que Willem es mucho Willem.

‘Voy a montar una pizzería, y en un alarde de genialidad la llamaré…. EL LAGARTO VERDE. Haremos unas croquetas buenísimas’.

Yo no sé si el resto del mundo estará de acuerdo conmigo tras esta crítica, pero esta Spiderman me gusta más que la anterior, eso ya lo he dicho, pero es que además me recuerda mucho más a la serie que todos veíamos de pequeño (y si no la has visto no sé qué haces yendo al cine a ver THE AMAZING SPIDERMAN) que la anterior trilogía. Y tiene una muerte del tío Ben (¡¡Spoilagahagahahag!! Jamás se sabrá lo que quería decir) mucho más digna y real.

Intenta leer entre líneas… verás píxeles

Lo dicho, si te gustó (500) días juntos, si te mola el pelo de Andrew Garfield, si te gustaba la serie de pequeñito en Megatrix y, sobre todo, si te tirabas a Emma Stone con los ojos cerrados (con los ojos cerrados ella, no tú, que a lo mejor te dan gato por liebre), ve a ver la peli, me lo agradecerás con una  (PIIIIIIIIIIIIII).

PS: Mamada.
PSPS: Quedaos hasta el final de los créditos, es una parte en la que salen letras blancas en fondo negro.

PSPSPS:
Yo iba a hacer un chiste de pósters, pero mi maestra fue Eva Hache

martes, 3 de julio de 2012

Cómo entender a Haruki Murakami en 10 cómodos pasos

Hoy vengo a hablaros de Haruki Murakami, el autor de moda, ése cuyos trabajos tanto os gusta mostrar como quien no quiere la cosa en el metro mientras os ajustáis las morrocotudas (grandioso apelativo a reivindicar) gafas de pasta, y calculáis si tenéis suficiente dinero para que, poco después, os atraquen en el Starbucks y toda la gloria, la pompa y el laurel sean vuestros. Por lo tanto, igual os habéis leído alguno de los libros a comentar, e igual este artículo, por fin, no va a caer en saco roto. Es un motivo de celebración, pero que igual se indispone con la idea que tengo de cara a enfocar la empresa. Aún así, por si alguien no ha leído nunca a este escritor japonés y tiene interés de meter baza en la próxima conversación que medie entre cappus y moccas, ahí va una Guía paso a paso para entender a Haruki Murakami. Desinhibida, desinteresada y desengañada, dirigida tanto a vosotros como a los adolescentes angustiados que seguís siendo. 

"Cómo no, también me gusta el jazz"
  
  -PASO 1: No te cabrees con el protagonista de la novela de turno, aunque cueste. Es una verdad sintoísta que el personaje que lleve el peso de la acción siempre ha de ser soso, soseras, sosísimo; un tipejo tan normal y tranquilo que, opositando contra toda la esquizofrenia onírica que inexorablemente le rodeará, va a conseguir sacarte de quicio. Tengo, Tooru Okada, Kafka Tamura, el petardo de Tokio Blues... todos se pasan las páginas como alelados, amodorrados, más inexpresivos que Keanu Reeves y Ryan Gosling jugando a aguantarse la mirada. Como honrosa excepción, eso sí, tenemos a la heroína de 1Q84, Aomame, una gran creación literaria, indiscutiblemente.
  -PASO 2: Moléstate en conocer a los personajes secundarios. Ellos son realmente la salsa de todo el imaginario del autor, entes de carácter errático e impredecible y poseedores de un encanto tan bizarro como fascinante, no limitado (no siempre) a decir frases molonas que no significan nada. Tenemos al viejo autista que habla con los gatos y a su joven discípulo Hoshino en Kafka en la orilla; a la absolutamente encantadora May Kasahara en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, al pérfido y listísimo agente literario de 1Q84, a la sombra del protagonista de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas... entre muchos otros ejemplos.
  -PASO 3: Haz oídos sordos de esa falacia conocida como "el universo Murakami", tan sensacionalmente extendida. Supuestamente en él se enmarcan todas las historias, o lo que sean, del escritor y, bien, eso es una chorrada. Algunas novelas comparten personajes y épocas, como Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y 1Q84 con respecto al entrañable Ushikawa y a la década de los 80, pero esto no es más, creo yo, que un aspecto anecdótico. A no ser que consideremos el prolongado consumo de estupefacientes y las imprescindibles idas de olla como suficientes para conformar un "universo".

La rata simboliza lo que es obvio

  -PASO 4: No esperes que todos los misterios con los que te va obsequiando cada historia se resuelvan. En el mejor de los casos, si se da alguna explicación, es una muy vaga y muy proclive a que pienses que te están tomando el pelo, en plan "Claro, esto es así porque Fulanamamoto ha arrastrado a Menganokuchi a otro plano de la existencia, al que sólo se puede acceder desde el fondo de un pozo escanciado con leche de yak mientras reproduces al revés todas las canciones de las Nancys Rubias... qué mono que tengo, tú".
  -PASO 5: Piensa que todo parece siempre más complicado de lo que es en realidad. Observadas desde una específica, y muy cómoda, perspectiva, todas las rarezas y absurdeces de los argumentos de Murakami son metáforas pasadas de rosca que enmascaran una trama sencilla y reconocible para todos los seres humanos. El ejemplo más claro, y más cómodo, es Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (la última vez que transcribo su título completo), que nos narra, básicamente y eso quiero pensar, los sentimientos de un hombre al que su mujer le ha abandonado, y trata de sobrellevar su soledad metiéndose en las drogas. No hay más. Si partes de esto y te limitas a disfrutar de la magia y la poesía que construye nuestro amigo de ojos rasgados a partir de esa situación, ni te cabrearás ni desearás salir disparado a leer una novela de Dan Brown.
  -PASO 6: No hagas ni puto caso de las profecías. Bañar las rebuscadas tramas en el halo de la mística y el milenarismo es una tentación en la que los autores mal llamados existencialistas (con Paulo Coelho a la cabeza del colectivo) suelen caer. En el caso de Murakami esto no tiene la menor importancia, porque en su obra o suelen equivocarse (manda güevos), o te las recuerda amablemente en el momento en que se manifiesta su validez, para demostrar que lo tenía todo pensado. Dicho esto, el uso que hace de las profecías en Kafka en la orilla es una vergüenza. Y punto.

El mejor libro y la mejor portada, y Batman está de acuerdo conmigo

  -PASO 7: Has de saber que Murakami no es precisamente alguien con un estilo reconocible. De hecho, su narración es simple, lineal y entretenida hasta niveles de curso de primaria (supongo que ésa es la razón de que pergeñe best-sellers y no se sonroje por ello). Todo está escrito muy natural y muy tranquilamente, y habría que destacar las, abundantes, escenas de sexo en este punto. La complejidad, pues, no radica en un asunto de forma, sino de contenido. Puedes leer cualquier novela de las suyas de pé a pá sin el más mínimo coste de concentración, distrayéndote incluso y sin que puedas, en lo sucesivo, contestar cómodamente a la pregunta "¿Y de qué iba?".
  -PASO 8: Si eres un tipo culto e instruido, o te las das de serlo, Murakami te va a caer simpático. También si te gustan los gatos. Son incontables las referencias a la cultura popular, en materia de cine, música y literatura, y la muestra específica la obtenemos del subtítulo de Tokio Blues, Norwegian Wood, del que espero no sea necesario aclarar que proviene de una canción de los Beatles. Y por cierto, éste es el peor libro de Murakami con diferencia. También el más normal, no sé si tendrá algo que ver...
  -PASO 9: Disfruta de los diálogos y las reflexiones filosóficas. Murakami es de esos pensadores modernos a los que da gusto leer, porque en verdad elabora pasajes reveladores y genuinos, de ésos que te sacan una sonrisa tipo "Jo, qué bueno, qué listo me voy a volver leyendo esto". Sí, hay una buena cantidad de frases y diálogos dignos de enmarcar, teorías y pensamientos extraídos de la vida cotidiana y que te disparan de golpe, sin que te lo esperes, con la guardia baja entre tanta prosa, en apariencia, normal y tirando a mediocre.

"¿Cómo se llama el país que cuando ríe explota? Ja-¡PÓN!"

  -PASO 10: Sobre todo, disfruta de la atmósfera y de las imágenes. Aquí ya voy a desbarrar un poco. Murakami es a la literatura lo que David Lynch al cine: un escritor muy visual (esperad que me explico), en el sentido de que posee el don de conseguir que unas imágenes muy nítidas se desprendan de la narración y asalten tu cabeza. Unas imágenes, dicho sea de paso, tremendamente bellas y sugerentes, ávidas en melancolía y misterio, parcas en descripciones, impresionistas. Y con las que sientes cosas. El desenlace de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (otro título enervante), con el protagonista medio dormido en su coche, al atardecer, escuchando a Bob Dylan. El interludio de Crónica... (esta vez no), con Tooru sentado en el fondo del pozo, una tenue luz sobre su cabeza, reflexionando. 
   Y, especialmente, el inicio de 1Q84. Fue el primer libro que me leí de Haruki Murakami, curiosamente, y con seguridad creo que no podría haber empezado mejor. En él, la ya citada Aomame sale de un taxi en pleno atasco de la autopista y desciende como sin darse cuenta a un nuevo mundo, en el que todo es posible pero no todo tiene una explicación racional. No se me ocurre mejor metáfora para ilustrar la obra de Murakami. A él, seguramente, tampoco.

lunes, 2 de julio de 2012

Pues llévate esta


Me han regalado un libro. Un gran libro, bueno, a mí me lo parece. Iba a escribir sobre lo interesante que ha sido el haberlo descubierto y cómo estoy disfrutando con cada página, pero luego he caído en lo prepotente que eso sería. Y no porque una crítica parta de la base de que lo que escribe el autor es la única verdad, que también, sino por el trasfondo de falsa cultura que se está imponiendo.

Jajajaja, teta, ha dicho teta
¿Y qué es la falsa cultura? Pues, muy bien, querido amigo lector, te lo voy a explicar. Nadie descarga porno, todo el mundo ve documentales de la dos y no hay un alma al que le guste crepúsculo. Muy bien, y un cojón muy bien, de eso nada!! FALSO!!! Tan falso como la teta izquierda de Pamela Anderson, y no hablemos ya de la derecha. Parece que nos avergonzamos de hacer ciertas cosas porque hay un elitismo que está ahí, latente, continuamente recordándonos que hay personas diferentes que son mejores que nosotros. Pues, dato relevante, los pedos de los bohemios huelen tan mal como los tuyos, como los nuestros.

Me fastidia, y mucho, que se me considere mejor o peor por lo que yo decida hacer, pero ante todo que me haya planteado ocultar o avergonzarme por algo como es la lectura. Yo leo best sellers, matadme, en serio… ¿no? Bueno, pues ya que habéis decidido dejarme con vida proseguiré con mi alegato – Protesto – DENEGADA. Creo que, para poder opinar en contra de algo, primero hay que saber sobre lo que se está opinando. No puedes criticar a un autor sin haber leído ni uno solo de sus libros o, al menos, haberlo intentado.

Además, la cultura está para enriquecer a la persona, mas no hemos de olvidar que hábitos como leer o ir al cine también están para entretener. No podría vivir viendo continuamente películas del todo predecibles, pero todavía no se ha despertado tampoco mi curiosidad por el cine iraní. Me gusta lo que me gusta y cuando decida que me apetece experimentar y ver una película checoslovaca, a lo mejor me enamora. Hasta entonces seguiré guiándome por lo que me ha conmovido y, por supuesto, por las recomendaciones de la gente que yo considere de bien. Nunca me ha ido mal así, de hecho, así es como voy ampliando lentamente el ámbito cultural al que accedo, pero nunca por imposición.

Como buena lectora de cultura masiva no debería reconocer que pocos libros me han gustado tanto como los que los profesores nos obligaban a leer en el colegio o aquellos que algún familiar leyó en su juventud. Pero entre los grandes escritores (hablando por caché) hay de todo, como en botica, y a los que dicen que Ken Follet es muy simple les contesto que tiene unas escenas de sexo increíbles y que lo facilidad con la que consigue describir cada ápice de una realidad tan lejana es mágica. Claro, ahora pensaréis: "y Crepúsculo, ¿no irás a defender Crepúsculo?" Pues no, es una pastelada, pero repito que me los leí y que, al igual que los libros de Moccia, me dejaron con una sensación de vacío. Y eso es lo peor que puede conseguir un libro, no aportar nada, como muchos acaban haciendo, ya sean conocidos o no.

Paul Auster, ¿No os recuerda a un sapo?
Sin embargo, sean simples o no pueden hacer mella en una persona por cualquier nimiedad. Así, he de agradecer a J.K. Rowling mi hábito por la lectura. Soy friki, tal vez, también gracias a ella. Mi opinión es que todo aquél que consiga que una persona espere comprar otro libro suyo con ansiedad, tiene algo, tal vez solo sea un buen marketing, pero no me gustaría pensarlo así. Si un libro consigue hacerte reír, imaginar, soñar o si es de los pocos que te hace reflexionar, merecerá la pena por algún motivo.

Y aquí es donde digo, de nuevo, que estoy leyendo un libro, un libro que me está gustando bastante, un libro que me han regalado. Pero, como la cultura es subjetiva y a nadie le gustará lo mismo que a mí, porque yo soy diferente, especial y una cateta incomprendida socialmente, solo diré que un saludo para todos y que disfrutéis con vuestros documentales de la 2, que yo ya estoy decidiendo cuál será mi siguiente libro de Paul Auster

viernes, 29 de junio de 2012

Lost in Trainslation


Hay una joven, bastante hermosa, de pelo leño, del color de las piedras y las uvas del suelo, esperando. El tren del andén contiguo al que ambos cogeremos llega, pero ella parece ver más allá de ese tren, cree poder ver el horizonte. Y sonríe y se desploma en cada movimiento de sus ojos. Alguien a su lado registra una maleta y hace ruidos atroces de papeles. Como yo, ella ve como el tren se va, pero sus ojos miran el horizonte, demasiado largo y continuo. Me gustan las personas que transparentan lo opaco y se saben poderosas. Así comienza mi viaje.

Un auténtico recorrido que no diferencia infierno de suelo, de cielo o de paraíso. Están cayendo las gotas de calor de las nubes dichosas. Un calor terriblemente húmedo. Una muerte constante. Es tan difícil elegir entre la lluvia y el encierro. Acaso no son la misma cosa, pregunto. No me respondo. Sigue lloviendo calor. No llega el tren. La chica está ahí, mirando. Tal vez la quiera. Hay, además, una pareja. Se besan como las gotas que bajan por los cristales aún calientes. Se hacen carantoñas sin medir la distancia entre ellos. Y ella ríe. También admiro a quien ríe cuando le besan. Admiro tantas cosas que no tengo o que perdí. Soy un admirador. Pero para admirar antes observo. Es decir, que toco los detalles. Es decir, que necesito mis ojos. Es decir, que escribo.



Empiezo a pensar que tal vez yo esté quieto, estancado, sin otra posibilidad que estar sentado en este estúpido tren que acaba de llegar y que hará el mismo camino que acaba de hacer, y, sin embargo, no organiza una revolución. La revolución de los trenes. La única revolución necesaria. Pues empiezo a pensar que estoy cayendo en el abismo de mi asiento y que es la tierra que veo tras mi ventana la que se mueve hacia mi atrás, perdiéndose, revolucionándose. Y entonces recreo en mi mente todo lo que ya no veo. Y tienen la belleza inútil de las cosas que no vemos. Todo porque creemos que el arcoíris acaba en el suelo y no que se enraíza y crecen olmos y abedules y otras fieras de extrema tranquilidad.

En unos asientos delante de mí hay tres señoras mayores, de unos 60 años, de las que ven la telebasura y ellas cada vez son más basura entre tanto maquillaje. No paran de graznar. Y graznan sobre quién se la metió a quién y quién se la chupó al primero que la metió. Pero hablan con nombres que suenan a eufemismos. No se callan. Desearía que hubiera muerto alguien sin importancia y que ellas le conocieran y hubieran tenido que ir al entierro y no estar ahora en este tren. Pero estas cosas no se pueden decir en público, porque la gente se cabrea cuando se dicen las bárbaras verdades. Y hay un señor que ronca. Yo también ronco, y vomito, y me afeito, pero son cosas que no se hacen en público, porque la gente se cabrea cuando se hacen las bárbaras acciones. No paran de graznar, y odio, por ese instante (y a partir de ahí para un siempre de tres años), al destino. Y le acuso de traidor, como traidores los bueyes que sacan al toro vencido del ruedo.

Y mientras, en mi tren, piensas en la película que estás viendo o creyendo ver, ‘My Fair Lady’, y piensas que nadie sabe usar las palabras como tú, pero la quitas, porque le das demasiada importancia  a las palabras y puedes morir, asesinado, como Neruda. Y miras el cristal sobre el que caen las gotas como cuerpos haciendo el amor, uniéndose y dejando su huella, y más allá ves Madrid, y piensas en tu familia. ¿La familia? Duele, como casi todo. Es amor, es decir, no vas a sobrevivir. Duele como no ser correspondido en las cartas o como destruir tras toda una tarde de arduo trabajo en la playa, tu castillo de arena. En lo más profundo, duele, porque es amor. Ahí mi reflexión. Me quedo dormido, o eso creo, porque me besan. Ha tenido que ser un sueño. Siempre me besan en los sueños. Pero yo nunca beso en los sueños de otros. Me da miedo crear falsas expectativas o que me roben, oníricamente, besos. Así me va. Por eso cojo trenes. Por eso sufro de insomnio, y mientras mi vagón entero se ha puesto de acuerdo para tocar en las orquesta de ronquidos del coro de Babel, yo me pongo los cascos y me pongo algo de Cat Stevens. Y miro por la ventana y envidio el reflejo que en él proyecto. Es algo complicado lo que entonces siento, por eso no digo nada y cierro los párpados, también calientes. Estoy seguro de que sí estoy durmiendo.




Llego a Jerez. Despierto. En la estación me esperan gentes con los brazos abiertos y muchas mujeres con las piernas cerradas. Entre ellas la chica que miraba el horizonte. Sé su nombre. Se llama Soledad. ¿La conoces tú?

domingo, 24 de junio de 2012

Arte y espíritu en 3D


Mi abuela siempre ha narrado con mucho entusiasmo el miedo que pasó en el cine con “El monstruo de la laguna negra”, la primera película que vio en 3D. El problema es que eso fue hace más de cincuenta años y aunque nos traten de vender el invento rodeándolo de cámaras de última tecnología y Pocahontas azules el tema no ha evolucionado tanto como les gustaría. El 3D es como la Duquesa de Alba, siempre intentan convencernos de que la mujer que vemos en la televisión bailando sevillanas y viendo los toros no es la misma persona que pintó Goya a finales del XVIII, pero eso no se lo cree nadie.

Cartel promocional de "La cueva de los sueños olvidados"
Fuente: www.caveofforgottendreams.co.uk
 Hay ocasiones en las que el derroche de plástico para las gafas tiene una razón de ser y “La cueva de los sueños olvidados” es una de ellas, aunque este éxito no alegrará a los grandes estudios porque el público objetivo para esta clase de proyectos es igual a diez personas por sala más o menos (y eso el día del estreno). El director alemán Werner Herzog consiguió el permiso del gobierno francés para rodar en la cueva Chauvet (Pont D’Arc, Francia), el lugar donde se encontraban las muestras más antiguas de arte rupestre realizado por el homo sapiens, al menos hasta que estudios recientes le han otorgado ese honor a la cueva de El Castillo en Cantabria, pero no pasa nada porque Chauvet sigue siendo única. Desde que fue descubierta en 1994 por Jean-Marie Chauvet (de quien recibe su nombre) y dos de sus compañeros espeleólogos, la cueva ha permanecido cerrada a los turistas y solo se permitía el acceso a un pequeño grupo de científicos lo que ha evitado el deterioro que han sufrido lugares similares. Por si esto fuera poco un desprendimiento de roca hace unos cuantos miles de años mantuvo las pinturas en unas condiciones óptimas, cerradas como en una cápsula del tiempo, y es que los dibujos más antiguos datan como mínimo de hace 32.000 años, de ahí el entusiasmo que genera su buena conservación.

Pinturas de la cueva Chauvet
Fuente: www.metmuseum.org
Herzog obtuvo el permiso pero con condiciones, solo entraría en la cueva con un grupo reducido de técnicos que debían compartir tareas y le limitaron el número de horas que podían estar dentro, al igual que los científicos tenían prohibido salir de la estrecha pasarela que recorría la cueva porque destruirían las huellas que dejaron sus últimos habitantes, personas y animales como el oso cavernario, así como los huesos (aunque en este caso no había restos humanos). Toda la cueva esta cubierta de depósitos minerales que le dan la apariencia de un palacio de sal pero la gran protagonista de este documental son sus pinturas. Los artistas anónimos que pintaron en sus paredes aprovechaban la superficie irregular de la piedra para acentuar el volumen, los animales aparecen  corriendo, luchando… incluso un desconocido con el meñique torcido dejó marcadas con pigmento rojo sus manos por toda la cueva. La figuras de los caballos, rinocerontes, osos, renos, bisontes, leones o hienas bajo la luz de los focos del equipo parecían cobrar vida, tal vez sus autores tenían la misma sensación a la luz de las antorchas. Lo que menos encontraréis en este documental son datos científicos porque lo importante son las pinturas y la razón de su existencia. Uno de los arqueólogos (y ex malabarista de circo) contaba una anécdota para ilustrar la necesidad de ver estas pinturas con otros ojos y no a través de la mentalidad contemporánea.

 Un científico se paseaba por Australia con su guía aborigen cuando se encontraron con unas pinturas que se estaban borrando, su acompañante decidió volver a pintar encima y el europeo le preguntó “¿Por qué pintas?”. La repuesta fue “yo no pinto, lo hacen los espíritus”.

La relación del ser humano con el arte es tan antigua y estrecha como su relación con la naturaleza, es cierto que la comida y el agua son indispensables para vivir y que en una lista de cosas útiles y productivas la expresión artística estaría a la cola, pero todos estos miles de años han demostrado que el hombre necesita comunicarse y que ha empleado el arte como un medio para relacionarse estableciendo un vínculo con lo que le rodea, por eso no entiendo como muchos defienden lo inútiles que son las artes cuando resulta que el ser humano se ha pasado toda su existencia creándolas, la economía en comparación es un bebé de tres semanas. 



viernes, 22 de junio de 2012

Por el culo te la hinco, Telecinco

Existen dos verdades inmutables, axiomáticas y oportunistas dentro de éste nuestro mundillo audiovisual. Una es que nada queda tan bien en una pantalla de cine como la enésima y clásica historia de gángsteres, con sus códigos de honor, sus traiciones, sus disparos a mansalva y sus tacos a bocajarro. No por casualidad la Historia del Cine está repleta de obras maestras cuyos protagonistas comparten el mismo y glamouroso estilo de vida, desde las dos primeras de El Padrino hasta los mejores trabajos de Martin Scorsese, de profesión dios (Uno de los nuestros, Casino, Infiltrados) pasando por las pequeñas y sublimes aportaciones de Brian De Palma, no sólo por Los Intocables, sino también por Carlito`s way o Scarface (me niego a subscribir los títulos con que los traductores españoles, en su infinita sabiduría, mancillaron estas obras). La mafia, el alcohol, las drogas, la prostitución, aquellos emos que surgieron por llevar la contraria en los felices años 20, son todos problemas aún de actualidad y triste vigencia en nuestros días (sobre todo los emos), pero que no podrían estar mejor personificados que por el sacrosanto Al Pacino (el señor que mejor sobreactúa, justo delante de Jim Carrey y meándose en Nicolas Cage), el pequeño Joe Pesci o el pofesional Robert De Niro. También metería a Ray Liotta porque, para una interpretación buena que tiene...

Ejemplo de emo pre-Gran Depresión, pre-Evanescence y pre-ojo vago

   La otra verdad es que el canal de "pago" HBO es lo mejor que hay en la tele actualmente. "It`s not TV, it`s HBO" es su lema, totalmente veraz si tenemos de por medio a toda la ficción española, exceptuando Crematorio, que no vio nadie (y Pepe Sancho nos va a fostiar de inmediato por ello, que lo sepáis), y Cuéntame cómo pasó (a la que se le están empezando a ver las costuras, por desgracia). No seguiré hablando de España por ser respetuoso con el tema a tratar, y es que de las mentes pensantes de esta cadena han surgido joyas como The Wire (serie de obligada pero dificultosa visión para todos aquellos que quieran dedicarse a la escritura de guiones o similares), Deadwood (que la cancelaron porque en EEUU también hay mucho soplagaitas) y, acabáramos, Juego de Tronos, ya reseñada y deificada en este mismo blog. Pero hoy me iba a centrar en otra de esas series que entrañan la causa de que Internet sea tan fundamental para la cultura, la información y la masturbación. Boardwalk Empire.
   Esta joya se vale de un contexto tan atractivo como el tráfico ilegal de alcohol en tiempos de la Ley Seca para desarrollar unos guiones sencillamente perfectos, recitados por el mejor reparto al que se podría aspirar. Encarnando al protagonista, el amo y señor de Atlantic City, Enoch "Nucky" Thompson, tenemos al gran Steve Buscemi, culminando una carrera respetable pero durante la cual siempre había hecho un poco lo mismo, el tonto (como en sus colaboraciones con los hermanos Coen o Michael Bay). Los coprotagonistas son Michael Pitt (proveniente de Funny Games, una película que os recomiendo fervientemente que no veáis), y Kelly McDonald (que enseñaba las tetas en Trainspotting), en los papeles de Jimmy Darmody y Margaret Schroeder. El primero es, al menos para mí y pese a su peinado, el personaje más interesante de todos, un joven de ambición desmedida que tiene por esposa a un ángel bisexual llamado Aleksa Palladino y por madre a una bruja casi tan joven como él (siendo la relación entre ambos una grandísima y retorcida idea).

La fealdad del tipo de la derecha es directamente proporcional a su talento interpretativo

   Empero, esto es la HBO, y hay una ingente cantidad de personajes más allá de los mencionados, los cuales pueden caer mejor o peor o lidiar con tramas más o menos aburridas, pero todos mostrando una caracterización sobresaliente y grisácea, como está mandado. Elias Thompson, hermano de Nucky, como Fredo Corleone pero con mucha más mala leche; el pobre Richard Harrow; Al Capone (uno de los muchos personajes que existieron de verdad); Arnold Rothstein (mi otro personaje favorito, el hampón más cabroncete de todos); Lucky Luciano; el agente Nelson Van Arden (interpretado por ese monstruo de la interpretación que es Michael Shannon); Chulky White (que es negro, jijiji, y el actor es Michael K. Williams, mejor conocido como Omar Little, mejor conocido como una leyenda de la televisión); el Comodoro (padre de Jimmy Darmody y un personaje bastante ridículo, la verdad); y la insoportable Lucy Danziger (cuya anatomía acabarás por conocer mejor que la palma de la mano de las pajas). 
   Una serie así, obviamente, ha gozado con el apoyo de la crítica especializada, sobre todo gracias al piloto, que fue dirigido por Martin Scorsese y costó una millonada. Sin embargo, se comentó mucho que la primera temporada, una vez que el director de Toro Salvaje se limitó a producir, adoleció de bastante lentitud. Para, posteriormente, decir que la segunda temporada fue maravillosa de principio a fin. Bien, ésta es la crítica oficial, aquí voy yo con la mía, que es la que nos importa. ¿Verdad? Verdad.
   El piloto es una maravilla, sí, pero no le hace demasiada sombra a los capítulos siguientes. Hay altibajos de ritmo, sí, hay veces que uno se cansa de tantos personajes y tantas alianzas y traiciones, y hay veces que a los guionistas se les va irremisiblemente la olla (como en el asunto de los enanitos boxeadores, que es digno de David Lynch), sí. Pero, ¿lenta? The Wire es lenta, diantre, y ese aspecto ha sido exaltado siempre como una virtud. Si una serie es lenta, atended, estudiantes de Comunicación Audiovisual y potenciales asalariados del Burguer King, es porque ha de ser así para que los personajes evolucionen y la trama se desarrolle de manera creíble y lógica, sin abusar de golpes de efecto ni, hoy he hecho los deberes, cliffhangers (en los cuales el insigne literato y pensador Dan Brown es todo un experto).

Igual mucho protagonismo no tiene, pero es que es tan bonita...
   Ahora bien, la segunda temporada es flojísima durante su primera mitad, se mire por donde se mire. Todos los personajes están como atontados, al Comodoro le da por tintarse el bigote, y Michael Shannon comparte demasiadas escenas con Paz de la Huerta, (por lo que todos salen perdiendo). Sin embargo, es llegar al ecuador y entramos en una vertiginosa espiral de diálogos antológicos, suspense genuino y violencia visceral, muy en sintonía a los compases finales de las pelis de Coppola y Scorsese. El cine se ha adueñado de la televisión, señores, ahuyentado por el 3D y las sagas crepusculares.
   De hecho el capítulo 11 de esta temporada es, por sí sólo, una de las mejores películas de cine negro de la historia. Centrado en el personaje de Jimmy Darmody y estructurado en un espléndido montaje que combina pasado y presente, dota de sentido al argumento de la serie en su totalidad, y no sólo debería ganar el Emmy o el Globo de Oro, sino el Oscar, directamente. 
   Luego ya, visto el último episodio, sólo me queda alabar por última vez a los guionistas, no solo en cuanto a su habilidad; es que encima tienen unos cojones que ni Tony Montana. Muchos tildarán de locura cómo han dejado el patio en vistas a una nueva temporada (no voy a spoilearos con la condición de que la echéis un ojo en cuanto tengáis oportunidad), que a ver qué hacen para continuar la serie a partir de ahora, pero yo confío ciegamente en ellos, y sé que no me decepcionarán. 
   Así que apagad Telecinco y poneos a descargar cosas de Internet. Seguramente el Gobierno de España no os lo va a agradecer, pero vuestra cultura si lo hará.