viernes, 29 de junio de 2012

Lost in Trainslation


Hay una joven, bastante hermosa, de pelo leño, del color de las piedras y las uvas del suelo, esperando. El tren del andén contiguo al que ambos cogeremos llega, pero ella parece ver más allá de ese tren, cree poder ver el horizonte. Y sonríe y se desploma en cada movimiento de sus ojos. Alguien a su lado registra una maleta y hace ruidos atroces de papeles. Como yo, ella ve como el tren se va, pero sus ojos miran el horizonte, demasiado largo y continuo. Me gustan las personas que transparentan lo opaco y se saben poderosas. Así comienza mi viaje.

Un auténtico recorrido que no diferencia infierno de suelo, de cielo o de paraíso. Están cayendo las gotas de calor de las nubes dichosas. Un calor terriblemente húmedo. Una muerte constante. Es tan difícil elegir entre la lluvia y el encierro. Acaso no son la misma cosa, pregunto. No me respondo. Sigue lloviendo calor. No llega el tren. La chica está ahí, mirando. Tal vez la quiera. Hay, además, una pareja. Se besan como las gotas que bajan por los cristales aún calientes. Se hacen carantoñas sin medir la distancia entre ellos. Y ella ríe. También admiro a quien ríe cuando le besan. Admiro tantas cosas que no tengo o que perdí. Soy un admirador. Pero para admirar antes observo. Es decir, que toco los detalles. Es decir, que necesito mis ojos. Es decir, que escribo.



Empiezo a pensar que tal vez yo esté quieto, estancado, sin otra posibilidad que estar sentado en este estúpido tren que acaba de llegar y que hará el mismo camino que acaba de hacer, y, sin embargo, no organiza una revolución. La revolución de los trenes. La única revolución necesaria. Pues empiezo a pensar que estoy cayendo en el abismo de mi asiento y que es la tierra que veo tras mi ventana la que se mueve hacia mi atrás, perdiéndose, revolucionándose. Y entonces recreo en mi mente todo lo que ya no veo. Y tienen la belleza inútil de las cosas que no vemos. Todo porque creemos que el arcoíris acaba en el suelo y no que se enraíza y crecen olmos y abedules y otras fieras de extrema tranquilidad.

En unos asientos delante de mí hay tres señoras mayores, de unos 60 años, de las que ven la telebasura y ellas cada vez son más basura entre tanto maquillaje. No paran de graznar. Y graznan sobre quién se la metió a quién y quién se la chupó al primero que la metió. Pero hablan con nombres que suenan a eufemismos. No se callan. Desearía que hubiera muerto alguien sin importancia y que ellas le conocieran y hubieran tenido que ir al entierro y no estar ahora en este tren. Pero estas cosas no se pueden decir en público, porque la gente se cabrea cuando se dicen las bárbaras verdades. Y hay un señor que ronca. Yo también ronco, y vomito, y me afeito, pero son cosas que no se hacen en público, porque la gente se cabrea cuando se hacen las bárbaras acciones. No paran de graznar, y odio, por ese instante (y a partir de ahí para un siempre de tres años), al destino. Y le acuso de traidor, como traidores los bueyes que sacan al toro vencido del ruedo.

Y mientras, en mi tren, piensas en la película que estás viendo o creyendo ver, ‘My Fair Lady’, y piensas que nadie sabe usar las palabras como tú, pero la quitas, porque le das demasiada importancia  a las palabras y puedes morir, asesinado, como Neruda. Y miras el cristal sobre el que caen las gotas como cuerpos haciendo el amor, uniéndose y dejando su huella, y más allá ves Madrid, y piensas en tu familia. ¿La familia? Duele, como casi todo. Es amor, es decir, no vas a sobrevivir. Duele como no ser correspondido en las cartas o como destruir tras toda una tarde de arduo trabajo en la playa, tu castillo de arena. En lo más profundo, duele, porque es amor. Ahí mi reflexión. Me quedo dormido, o eso creo, porque me besan. Ha tenido que ser un sueño. Siempre me besan en los sueños. Pero yo nunca beso en los sueños de otros. Me da miedo crear falsas expectativas o que me roben, oníricamente, besos. Así me va. Por eso cojo trenes. Por eso sufro de insomnio, y mientras mi vagón entero se ha puesto de acuerdo para tocar en las orquesta de ronquidos del coro de Babel, yo me pongo los cascos y me pongo algo de Cat Stevens. Y miro por la ventana y envidio el reflejo que en él proyecto. Es algo complicado lo que entonces siento, por eso no digo nada y cierro los párpados, también calientes. Estoy seguro de que sí estoy durmiendo.




Llego a Jerez. Despierto. En la estación me esperan gentes con los brazos abiertos y muchas mujeres con las piernas cerradas. Entre ellas la chica que miraba el horizonte. Sé su nombre. Se llama Soledad. ¿La conoces tú?

domingo, 24 de junio de 2012

Arte y espíritu en 3D


Mi abuela siempre ha narrado con mucho entusiasmo el miedo que pasó en el cine con “El monstruo de la laguna negra”, la primera película que vio en 3D. El problema es que eso fue hace más de cincuenta años y aunque nos traten de vender el invento rodeándolo de cámaras de última tecnología y Pocahontas azules el tema no ha evolucionado tanto como les gustaría. El 3D es como la Duquesa de Alba, siempre intentan convencernos de que la mujer que vemos en la televisión bailando sevillanas y viendo los toros no es la misma persona que pintó Goya a finales del XVIII, pero eso no se lo cree nadie.

Cartel promocional de "La cueva de los sueños olvidados"
Fuente: www.caveofforgottendreams.co.uk
 Hay ocasiones en las que el derroche de plástico para las gafas tiene una razón de ser y “La cueva de los sueños olvidados” es una de ellas, aunque este éxito no alegrará a los grandes estudios porque el público objetivo para esta clase de proyectos es igual a diez personas por sala más o menos (y eso el día del estreno). El director alemán Werner Herzog consiguió el permiso del gobierno francés para rodar en la cueva Chauvet (Pont D’Arc, Francia), el lugar donde se encontraban las muestras más antiguas de arte rupestre realizado por el homo sapiens, al menos hasta que estudios recientes le han otorgado ese honor a la cueva de El Castillo en Cantabria, pero no pasa nada porque Chauvet sigue siendo única. Desde que fue descubierta en 1994 por Jean-Marie Chauvet (de quien recibe su nombre) y dos de sus compañeros espeleólogos, la cueva ha permanecido cerrada a los turistas y solo se permitía el acceso a un pequeño grupo de científicos lo que ha evitado el deterioro que han sufrido lugares similares. Por si esto fuera poco un desprendimiento de roca hace unos cuantos miles de años mantuvo las pinturas en unas condiciones óptimas, cerradas como en una cápsula del tiempo, y es que los dibujos más antiguos datan como mínimo de hace 32.000 años, de ahí el entusiasmo que genera su buena conservación.

Pinturas de la cueva Chauvet
Fuente: www.metmuseum.org
Herzog obtuvo el permiso pero con condiciones, solo entraría en la cueva con un grupo reducido de técnicos que debían compartir tareas y le limitaron el número de horas que podían estar dentro, al igual que los científicos tenían prohibido salir de la estrecha pasarela que recorría la cueva porque destruirían las huellas que dejaron sus últimos habitantes, personas y animales como el oso cavernario, así como los huesos (aunque en este caso no había restos humanos). Toda la cueva esta cubierta de depósitos minerales que le dan la apariencia de un palacio de sal pero la gran protagonista de este documental son sus pinturas. Los artistas anónimos que pintaron en sus paredes aprovechaban la superficie irregular de la piedra para acentuar el volumen, los animales aparecen  corriendo, luchando… incluso un desconocido con el meñique torcido dejó marcadas con pigmento rojo sus manos por toda la cueva. La figuras de los caballos, rinocerontes, osos, renos, bisontes, leones o hienas bajo la luz de los focos del equipo parecían cobrar vida, tal vez sus autores tenían la misma sensación a la luz de las antorchas. Lo que menos encontraréis en este documental son datos científicos porque lo importante son las pinturas y la razón de su existencia. Uno de los arqueólogos (y ex malabarista de circo) contaba una anécdota para ilustrar la necesidad de ver estas pinturas con otros ojos y no a través de la mentalidad contemporánea.

 Un científico se paseaba por Australia con su guía aborigen cuando se encontraron con unas pinturas que se estaban borrando, su acompañante decidió volver a pintar encima y el europeo le preguntó “¿Por qué pintas?”. La repuesta fue “yo no pinto, lo hacen los espíritus”.

La relación del ser humano con el arte es tan antigua y estrecha como su relación con la naturaleza, es cierto que la comida y el agua son indispensables para vivir y que en una lista de cosas útiles y productivas la expresión artística estaría a la cola, pero todos estos miles de años han demostrado que el hombre necesita comunicarse y que ha empleado el arte como un medio para relacionarse estableciendo un vínculo con lo que le rodea, por eso no entiendo como muchos defienden lo inútiles que son las artes cuando resulta que el ser humano se ha pasado toda su existencia creándolas, la economía en comparación es un bebé de tres semanas. 



viernes, 22 de junio de 2012

Por el culo te la hinco, Telecinco

Existen dos verdades inmutables, axiomáticas y oportunistas dentro de éste nuestro mundillo audiovisual. Una es que nada queda tan bien en una pantalla de cine como la enésima y clásica historia de gángsteres, con sus códigos de honor, sus traiciones, sus disparos a mansalva y sus tacos a bocajarro. No por casualidad la Historia del Cine está repleta de obras maestras cuyos protagonistas comparten el mismo y glamouroso estilo de vida, desde las dos primeras de El Padrino hasta los mejores trabajos de Martin Scorsese, de profesión dios (Uno de los nuestros, Casino, Infiltrados) pasando por las pequeñas y sublimes aportaciones de Brian De Palma, no sólo por Los Intocables, sino también por Carlito`s way o Scarface (me niego a subscribir los títulos con que los traductores españoles, en su infinita sabiduría, mancillaron estas obras). La mafia, el alcohol, las drogas, la prostitución, aquellos emos que surgieron por llevar la contraria en los felices años 20, son todos problemas aún de actualidad y triste vigencia en nuestros días (sobre todo los emos), pero que no podrían estar mejor personificados que por el sacrosanto Al Pacino (el señor que mejor sobreactúa, justo delante de Jim Carrey y meándose en Nicolas Cage), el pequeño Joe Pesci o el pofesional Robert De Niro. También metería a Ray Liotta porque, para una interpretación buena que tiene...

Ejemplo de emo pre-Gran Depresión, pre-Evanescence y pre-ojo vago

   La otra verdad es que el canal de "pago" HBO es lo mejor que hay en la tele actualmente. "It`s not TV, it`s HBO" es su lema, totalmente veraz si tenemos de por medio a toda la ficción española, exceptuando Crematorio, que no vio nadie (y Pepe Sancho nos va a fostiar de inmediato por ello, que lo sepáis), y Cuéntame cómo pasó (a la que se le están empezando a ver las costuras, por desgracia). No seguiré hablando de España por ser respetuoso con el tema a tratar, y es que de las mentes pensantes de esta cadena han surgido joyas como The Wire (serie de obligada pero dificultosa visión para todos aquellos que quieran dedicarse a la escritura de guiones o similares), Deadwood (que la cancelaron porque en EEUU también hay mucho soplagaitas) y, acabáramos, Juego de Tronos, ya reseñada y deificada en este mismo blog. Pero hoy me iba a centrar en otra de esas series que entrañan la causa de que Internet sea tan fundamental para la cultura, la información y la masturbación. Boardwalk Empire.
   Esta joya se vale de un contexto tan atractivo como el tráfico ilegal de alcohol en tiempos de la Ley Seca para desarrollar unos guiones sencillamente perfectos, recitados por el mejor reparto al que se podría aspirar. Encarnando al protagonista, el amo y señor de Atlantic City, Enoch "Nucky" Thompson, tenemos al gran Steve Buscemi, culminando una carrera respetable pero durante la cual siempre había hecho un poco lo mismo, el tonto (como en sus colaboraciones con los hermanos Coen o Michael Bay). Los coprotagonistas son Michael Pitt (proveniente de Funny Games, una película que os recomiendo fervientemente que no veáis), y Kelly McDonald (que enseñaba las tetas en Trainspotting), en los papeles de Jimmy Darmody y Margaret Schroeder. El primero es, al menos para mí y pese a su peinado, el personaje más interesante de todos, un joven de ambición desmedida que tiene por esposa a un ángel bisexual llamado Aleksa Palladino y por madre a una bruja casi tan joven como él (siendo la relación entre ambos una grandísima y retorcida idea).

La fealdad del tipo de la derecha es directamente proporcional a su talento interpretativo

   Empero, esto es la HBO, y hay una ingente cantidad de personajes más allá de los mencionados, los cuales pueden caer mejor o peor o lidiar con tramas más o menos aburridas, pero todos mostrando una caracterización sobresaliente y grisácea, como está mandado. Elias Thompson, hermano de Nucky, como Fredo Corleone pero con mucha más mala leche; el pobre Richard Harrow; Al Capone (uno de los muchos personajes que existieron de verdad); Arnold Rothstein (mi otro personaje favorito, el hampón más cabroncete de todos); Lucky Luciano; el agente Nelson Van Arden (interpretado por ese monstruo de la interpretación que es Michael Shannon); Chulky White (que es negro, jijiji, y el actor es Michael K. Williams, mejor conocido como Omar Little, mejor conocido como una leyenda de la televisión); el Comodoro (padre de Jimmy Darmody y un personaje bastante ridículo, la verdad); y la insoportable Lucy Danziger (cuya anatomía acabarás por conocer mejor que la palma de la mano de las pajas). 
   Una serie así, obviamente, ha gozado con el apoyo de la crítica especializada, sobre todo gracias al piloto, que fue dirigido por Martin Scorsese y costó una millonada. Sin embargo, se comentó mucho que la primera temporada, una vez que el director de Toro Salvaje se limitó a producir, adoleció de bastante lentitud. Para, posteriormente, decir que la segunda temporada fue maravillosa de principio a fin. Bien, ésta es la crítica oficial, aquí voy yo con la mía, que es la que nos importa. ¿Verdad? Verdad.
   El piloto es una maravilla, sí, pero no le hace demasiada sombra a los capítulos siguientes. Hay altibajos de ritmo, sí, hay veces que uno se cansa de tantos personajes y tantas alianzas y traiciones, y hay veces que a los guionistas se les va irremisiblemente la olla (como en el asunto de los enanitos boxeadores, que es digno de David Lynch), sí. Pero, ¿lenta? The Wire es lenta, diantre, y ese aspecto ha sido exaltado siempre como una virtud. Si una serie es lenta, atended, estudiantes de Comunicación Audiovisual y potenciales asalariados del Burguer King, es porque ha de ser así para que los personajes evolucionen y la trama se desarrolle de manera creíble y lógica, sin abusar de golpes de efecto ni, hoy he hecho los deberes, cliffhangers (en los cuales el insigne literato y pensador Dan Brown es todo un experto).

Igual mucho protagonismo no tiene, pero es que es tan bonita...
   Ahora bien, la segunda temporada es flojísima durante su primera mitad, se mire por donde se mire. Todos los personajes están como atontados, al Comodoro le da por tintarse el bigote, y Michael Shannon comparte demasiadas escenas con Paz de la Huerta, (por lo que todos salen perdiendo). Sin embargo, es llegar al ecuador y entramos en una vertiginosa espiral de diálogos antológicos, suspense genuino y violencia visceral, muy en sintonía a los compases finales de las pelis de Coppola y Scorsese. El cine se ha adueñado de la televisión, señores, ahuyentado por el 3D y las sagas crepusculares.
   De hecho el capítulo 11 de esta temporada es, por sí sólo, una de las mejores películas de cine negro de la historia. Centrado en el personaje de Jimmy Darmody y estructurado en un espléndido montaje que combina pasado y presente, dota de sentido al argumento de la serie en su totalidad, y no sólo debería ganar el Emmy o el Globo de Oro, sino el Oscar, directamente. 
   Luego ya, visto el último episodio, sólo me queda alabar por última vez a los guionistas, no solo en cuanto a su habilidad; es que encima tienen unos cojones que ni Tony Montana. Muchos tildarán de locura cómo han dejado el patio en vistas a una nueva temporada (no voy a spoilearos con la condición de que la echéis un ojo en cuanto tengáis oportunidad), que a ver qué hacen para continuar la serie a partir de ahora, pero yo confío ciegamente en ellos, y sé que no me decepcionarán. 
   Así que apagad Telecinco y poneos a descargar cosas de Internet. Seguramente el Gobierno de España no os lo va a agradecer, pero vuestra cultura si lo hará. 

miércoles, 20 de junio de 2012

Fútbol, ¿el deporte perfecto?

C
on las alegrías que nos han dado otros deportes, como en su día la selección de baloncesto que se convirtió en campeona del mundo o Contador, triple ganador del Tour de Francia o el equipo de Copa Davis que se ha proclamado ganador de este torneo varias veces, ¿Por qué es el fútbol el que cuenta con más seguidores en el mundo hasta el punto de ser reconocido como el fenómeno social de nuestro tiempo? ¿Por qué sigue siendo el más seguido en nuestro país, aún incluso cuando la Selección Española de fútbol no ganaba título?

Hay que recordar que cuando la Selección Española se proclamó vencedora en Sudáfrica 2010 la gente salió a las calles a festejarlo como nunca antes había pasado.
Seguimiento masivo de un partido de "La Roja" en Madrid

La clave del máximo seguimiento del fútbol tal vez resida en su sencillez. Todo el mundo puede jugar, incluso si se carece de balón una simple bola de papel o una lata serán suficientes para marcar un gol en una portería señalada con dos palos o piedras. Lo importante son las ganas de un grupo de gente para practicar este deporte. No es necesario tener una canasta como en el baloncesto o una red como en el tenis. 
        
  En cuanto al reglamento es fácil de comprender, además hay que añadirle el hecho de que, al contrario de otros deportes, no ha sufrido grandes variaciones a lo largo de su historia. Por ejemplo en el baloncesto el lanzamiento de triple es algo relativamente nuevo, que no siempre existió, los tiempos de posesiones del balón varían dependiendo de la zona o país. La regla que entraña más complicación en mundo del fútbol es el fuera de juego y como se puede observar no es de gran complejidad sólo pretende evitar las aglomeraciones en las áreas de las distintas porterías.
Otra característica que hace del fútbol un deporte ameno es la no existencia de tiempos muertos (tiempo entre juegos) como los hay en el baloncesto o el tenis. Esto hace que el partido se desarrolle seguido, con dos tiempos de 45 minutos separados por una pausa de 15 minutos. En el baloncesto se para cada poco tiempo y el espectador puede distraerse o aburrirse durante estas pausas (en especial si lo está viendo por televisión), cosa que en el fútbol no sucede.

  Cualquier cualidad técnica o física que se tenga se podrá explotar para sobresalir, ejemplo de esto son la velocidad de Roberto Carlos (ex jugador del Real Madrid), la gran altura de Fernando Llorente (jugador del Athletic de Bilbao e internacional español) o por el contrario la baja estatura de Lionel Messi (jugador del Barça). Estas características hacen que los jugadores sean únicos y que desarrollándolas adecuadamente puedan convertirse en excepcionales jugadores. Para el fútbol no se tiene que ser alto, como en baloncesto, ni estar muy musculado como en rugby. Basta con seguir un patrón de normas para jugar aceptablemente. Porque cómo dice Mourinho: “Trabajando los jugadores se hacen intocables a ellos mismos’’.
  Pero sin duda lo más importante del fútbol es el gol. Es la emoción pura de este deporte, sin él los partidos se quedan en meras anécdotas. Porque  ¿cómo olvidar el gol de Torres en la final de la Eurocopa 2008, o más recientemente, el de Iniesta en el Mundial 2010?
Ningún otro deporte tiene un elemento tan emocionante y de tanta importancia como el gol. En baloncesto se llegan a anotar muchas canastas, en tenis la pelota cae dentro o fuera de la pista muchas veces, pero es difícil ver un partido de fútbol en que se marquen 14 goles. De hecho la emoción se basa en el primer gol de tu equipo y en observar cómo responde el contrario ante la adversidad de ir por detrás en el marcador.
        El fútbol es un fenómeno que hace que gente que no es seguidora se reúna con sus amigos o familiares a ver un partido y ¡lo viven!, se alegran cuando su equipo marca un gol. Todo esto se ve elevado cuando quien juega es la Selección Nacional, los bares están llenos, y no sólo de forofos del fútbol sino de gente que se ve atraída por un espectáculo, por un deporte que es capaz de hacer milagros, capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de unir a personas que no se han visto en su vida y que al contemplar como su equipo gana se abrazan y felicitan. Sin embargo, también es capaz de protagonizar peleas entre seguidores de equipos rivales, pero esta gente que se hace llamar aficionados no lo son, ¡ni mucho menos!, ya que lo primordial en el fútbol es el juego limpio. Eso es el fútbol: un deporte inigualable.
M.B.

martes, 19 de junio de 2012

Una brizna de esperanza


Es impresionante como las discográficas tratan una y otra vez de promocionar artistas que normalmente nos dan bastante grimilla y, a pesar de todo, consiguen vender discos como churros. ¿Quién no creyó que Bustamante iba a durar menos que un telediario? Pues, ríos de lágrimas después, sabemos que nunca hay que subestimar a una persona con más aceite en el pelo que Falete en su desayuno. Tras operación triunfo pensamos… bueno, lo peor ha pasado, este fenómeno fan se acabará, las niñas rellenarán las carpetas con ídolos fílmicos y dejarán de torturarnos con “canciones” de que si te quiero pero no me amas, porque el vecino del 4º se ha enamorado de la prima del fontanero, pero yo te idolatro porque es nuestro destino…


El futuro de nuestro mundo está
en sus rechonchas manos.
Niiiiños, niiiiños, futuro, futuro
Pero no, además de las baladas pegajosas del pop chicle más actual, tanto de nuestro país, como de los anglosajones, decidimos que, sí, por una vez queríamos ser multiculturales y aprovechar que compartimos lenguaje con los latinoamericanos para traer lo mejor de sus países. ¿Gastronomía? No ¿Literatura? Tampoco ¿El chavo del ocho? Bueno, eso también, pero ante todo escogimos que entre todas sus maravillosas tradiciones la más adecuada para importar era el reggaetón. Reggaetón, que ya solo el escribirlo suena choni, poquero y te recuerda que son ritmos cansinos, aburridos, repetitivos y que van fuera de toda consciencia haciendo que te muevas. Bueno, que te muevas o restriegues tu trasero como una gata en celo mientras el hombre asiente y da el visto bueno al movimiento sexual (que no sensual) de la chica que bambolea cual stripper sus tetas reprimidas en ropa 7 veces más ajustada de lo necesario, como pide tan claramente la letra.

Que la gasolina, a lo mejor, tuvo su gracia porque fue la primera y tal. Pero yo estoy hasta las narices de que a todo se le llame música, que estamos censurando una canción de Eminem porque dice FUCK y, sin embargo, ponemos a toda leche en las discotecas light otra con frases como “a ver si te depilas hazte algo de diseño”, el cerebro es lo que se debió depilar el autor para escribir estas frases, porque son pura mierda. Y sí, estoy cabreada, que parece que a los niños se les tiene que traumatizar con algo para que crezcan fuertes, pero es que esto es peor que Leticia Sabater y todos sabemos que hace unos años no había nada peor que Leticia Sabater.

Bésame, maromo
Aunque, bueno, siempre queda una alternativa a los jóvenes de hoy en día y es que, en vez de convertirse en “El ReShULiKo QuE TEh RoVAh to’L COrhasON”, pueden optar por los ídolos de masas que fabrica Disney. Actualmente, esta plantilla de minirobots cantantes-actores se encabezan por una chica que está manida a más no poder y hace llorar a las muchachas rezando porque las mire durante un segundo y les quite con un guiño su virginidad de preadolescente. Y no es en plan rollo bollo sino que es Justin Bieber, al cual, fuera de este blog, se le considera un chaval muy guapo, pero aquí no ¿ME ENTIENDES? Que a mí, ni fu ni fa, si no fuese porque ese fanatismo exacerbado me da mal rollo, y lo dice alguien que escuchaba los Backstreet Boys, porque son una maldita secta de locas y como su ídolo diga que dominan el mundo, maldita sea, lo hacen seguro, ya tienen el comercio, los medios y una legión de fans de su lado.

Pero, Youtube, he de decir que he vuelto a confiar en ti tras esta monumental cagada a favor de la creación del próximo dictador mundial. Y es que, de entre todos los grupos y personas que versionan canciones conocidísimas, me he enamorado cual quinceañera de un grupo como Walk off the earth. No os sonaran, pero se han convertido en un fenómeno gracias a su peculiar versión del tema de Gotye, tocando una guitarra entre los cinco componentes del grupo. Y es que, echando un ojo a las demás propuestas del grupo encontramos covers en las que el talento y la originalidad son la base, además de temas originales, proponiendo los vídeos como espectáculo y demostrando que la música no tiene que ser tan seria para ser buena. 


Así que si, como yo, preferís pensar que todavía hay esperanza para la buena música y los jóvenes talentos, si no solo os conformáis con escuchar canciones de épocas pasadas, echad un ojo a los temas de estos canadienses, que preveo (o al menos espero) que en unos años serán mundialmente conocidos y, gracias a dios, no será por demostrar que pueden decir “¡uno, dos, tres, dale!”  De momento nos tendremos que conformar con su canal de vídeos y la promesa de un disco que, yo al menos, esperaré con las manos abiertas. 


domingo, 17 de junio de 2012

Los asalariados de Rafael


Una de las muchas teorías sobre la muerte de Rafael (1498-1520) afirma que tenía una vida sexual muy activa y esto pudo agravar una enfermedad pulmonar, eso nos enseña a no subestimar la importancia que tiene dormir ocho horas y mantener las defensas altas. Una vez captada vuestra atención con estos datos de vital importancia no quiero que creáis que el pintor era una especie de artista-gigoló y luego os llevéis una sorpresa cuando solo veáis una sucesión de vírgenes, querubines y santos, ¡estáis avisados así que nada de reclamaciones!
El Museo del Prado en colaboración con el Louvre ofrece hasta el 16 de septiembre una exposición llamada “El último Rafael” que se centra en los últimos siete años de vida del pintor y el trabajo de sus discípulos Gianfrancesco Penni (1499-1546) y Giulio Romano (1499-1546).

Retrato de Baldassare Castiglione, Rafael.
Fuente: museodelprado.es
Retrocedamos al siglo XVI donde en el Renacimiento italiano convivían genios de la talla de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Ticiano o Durero, las ciudades estaban orgullosas y trataban de asegurarse los servicios de estos maestros. Rafael era uno de ellos y tenía un taller muy popular, no daba abasto con tanto trabajo pero un día descubrió las ventajas de la producción en serie y así es como nosotros sufrimos hoy las consecuencias de su apretada agenda. Por eso tenemos que leer los carteles informativos que acompañan a las obras para saber el lóbulo de qué oreja pintó Rafael, en otras ocasiones la autoría te la señalan como “Rafael y taller” que traducido al lenguaje de la calle es “por probar no se pierde nada y si acierto pues eso que me llevo”. La sensación con la que te vas es que salvo en los casos en que solo aparece su nombre no pueden asegurarte qué pintó, ¿la cabeza, la mano, tal vez los personajes centrales? Una de las salas termina con tres retratos seguidos pintados por él para que te quedes con buen sabor de boca porque tampoco te creas que vas a ver muchos más. Es curioso que el nombre de RAFAEL sea lo más destacado en la publicidad de la exposición, debe de ser una ironía.
Gianfrancesco, uno de sus ayudantes, tenía un talento especial para dibujar niños similares a extraterrestres y para que cualquier pose pareciera antinatural, gracias a esto la sala dedicada a su pintura es la más aburrida con diferencia. A continuación vemos la sala de Giulio Romano y la vida mejora un poco pero no demasiado porque en general creo que lo mío no son las vírgenes y los santos.





San Miguel. Rafael y taller (?)
Fuente: wikipedia.org
Espero que nadie piense que menosprecio a Rafael y si es así prometo hacer una entrada alabando sus virtudes pero es que “El último Rafael” es un nuevo sinónimo de tedio. Son interesantes los detallados retratos ya mencionados, los bocetos previos a las obras y su búsqueda de la composición idónea, la influencia de Miguel Ángel y Da Vinci, el uso de los rayos infrarrojos para analizar “La Transfiguración”… pero no es suficiente y ahí es donde se dirige esta crítica, al por qué de esta exposición. Por otro lado tengo ganas de meterme con la organización del museo que normalmente es ejemplar y establece horarios para entrar en aquellas muestras que saben que tendrán mucho público, en este caso han decidido no hacerlo así que había un montón de gente ruidosa que se aglomeraban como moscas delante de los cuadros, personas tan aburridas como yo que no se atrevían a admitirlo porque estaban viendo a Rafael y lo único que hacían era estorbarse los unos a los otros.
Lo bueno es que la entrada es general (12 euros y gratis para menores de edad o estudiantes), eso quiere decir que además de la exposición temporal puedes pulular por el museo y ver lo que te apetezca de las salas permanentes para poder recuperar la fe en el género humano. En mi caso la solución fue El Bosco y la sala de la pintura flamenca, el antídoto perfecto contra la trillada temática religiosa.
Dicho esto os animo a olvidaros de todo lo que acabo de decir, a que os acerquéis a la exposición y la disfrutéis para luego poder llevarme la contraria alegremente.

E.T. es lo más parecido al Hombre Mierda que he visto en mi vida

Por una de estas catastróficas desdichas de las que no sabes ni cómo ni cuándo, ni dónde ni por qué, ni si es  Kim Básinger o Basingér, me encontré con que en el Feisbuc unos amigos iban a ir de soslayo a un espectáculo tal que la virgen lloró sangre y Paquirrín trabajó. ¡Qué hombre Paquirrín eh?! Chapeau! Me quito el sombrero ante su soberbio don, porque esto es un don, de no hacer nada, que te paguen y tirarte a la tía más buena que podías imaginar. Y sin defender a los enanos ni nada. Libre, como el pedo nuevo. Libre como, no sé, David Meca salvaje.

Jejejeje ¿Sabéis qué hace en su vida? Nada ¿Lo pilláis? Del verbo nadar JAJAJAJAJAJA No, al manicomio otra vez no!!

Bueno, pues al final resultó que gracias a una página de Internet de la que no diré el nombre (¡pero yo sí, Atrápalo! +¡A que te mato!), conseguí agenciarme una entrada para el show, el cuál consistía en una horaza y media (si digo horaza siguen siendo 60 minutos, pero 60 minutos hechos de 60 segundazos) de monólogo del cómico al que tanto admiro, venero, deifico, rezo e incluso sacrifico algún que otro cani por él, Ernesto Sevilla. Para quien no lo conozca diré que es Ernesto Sevilla (-Ernesto, te presento a quien no te conoce. Quien no le conoces te presento a Ernesto Sevilla). Y ahora que estamos todos presentados diré que a pesar de la turba ingente que allí se aglutinó sin miramientos por el horario infantil ni parafernalia varia, estuve en primerísima fila. Y entonces él llegó con su corcel blanco y su espada en forma de micrófono (Toma metáfora loca ahí, que ni Bécquer vamos) y se dispuso a soltarnos la mandíbula. Y claro, yo estaba en primera fila, y me miró y me sonrió, y,... ¿sabes de esas veces que crees que estás en el momento adecuado y en el lugar adecuado? Pues yo no lo estaba, porque nada más empezar a hablar soltó un gapo que me cayó en todo el ojo izquierdo... aún lo conservo en mi cuarto.

A lo que iba mequetrefes. Que estaba yo disfrutando todos y cada uno de sus gags, de sus historias sin sentido, de su voz que cambiaba de registro como las avestruces, cuando me di cuenta de una cosa: menuda pedazo de tamaña cabeza tiene el tío este, y en cuanto lo dije, empezó a hacer chistes él mismo sobre su cabeza (sobre su cabeza superior, la que tiene el cerebro, que nos conocemos diablillos). Y sentí que entre nosotros había feeling. Bueno, feeling y un escaso metro y medio de aire.

Tengo tal cabeza que al calcular la renta per cápita a mí me cuentan por tres (Esta es  fina eh?)

To another thing, butterfly (traducir para entender la rima graciosa). Yo no paraba de despollarme, cayéndome sobre el escenario, aplaudiendo como una morsa cuando se te queda la risa sorda que no sirve para nada, cuando, sin venir a cuento, el señor mayor que estaba a mi lado, cuyo nombre era Cristóbal, fue requerido al escenario por una simple razón: era igual que Rubalcaba. Pero es que era clavado. Cristóbal era más parecido a Rubalcaba que Rubalcaba per se. Una cosa bárbara. Total que empezaron una serie de chistes, de los cuales algunos ya me conocía por un programa de televisión, el cuál no nombraré (¡pero yo sí, El Club de la Comedia! +Te lo avisé... -AAGHHAGGAHH). Aún así los iba mezclando con partes desconocidas que hicieron las delicias de los que allí nos congregábamos ante un mesías moderno. El monólogo versó sobre temas tan dispares que anexionarlos a buen seguro fue un arduo trabajo ...

...

MENTIRA! El monólogo sí que se sirvió de un montón de temas pero la forma de unirlos es como tener una conversación con tu madre: -Mamá, creo que voy a suspender. +No digas eso hijo, y ¡tápate la boca si sales a la calle!  -Que sí mamá, que me ha salido fatal el examen. +Bueno pues otra vez será, y que sepas que la zanahoria es buena para la vista. Pues más o menos fue así para que me entendáis. Eso sí, habló de política, del fin del mundo, de sus padres, de su infancia, incluso de los extraterrestres, que ya ves tú qué tendrán que ver los extraterrestres con el fin del mundo, porque con política vale, pero con el fin del mundo (Esto es humor inteligente amigos).

E.T. jugando a los marcianitos (Esta es sutil también)

Total, que pasada la horaza y media, y tras haber habido (pongo esto para que no me den el Pulitzer tan rápido) un descanso de 10 minutos en el que se despidió al ritmo de Back in Black de AC/DC, pues subió de nuevo a tres personas del público (entre ellas Cristóbal, que si hubiera llorado, de sus ojos habría emanado whisky) para que cantaran con él, a modo de despedida, la canción de esa palabra que se está perdiendo su uso de forma paulatina: Hijodeputa. Y la cantaron. Y la cantamos. Y David Meca cantó. Y mi gapo cantó.

Mis gafas de natación me dan PODEEEEEEEEER

Pues lo dicho. Si alguna vez podéis, ved algunos de sus monólogos, pagadle a ese hombre para que coma y siga vivo, pueda hacer más monólogos, yo pueda seguir viéndolos, haga otra entrada en este blog, vosotros la leáis, yo os pida que si alguna vez podéis, vayáis a ver algunos de sus monólogos, con lo que él pagará su comida y seguirá vivo, hará más monólogos, yo iré a verlos, y etc, etc, hasta que Paquirrín tras el fin del mundo haga algo y nos dominé a todos.

Y al séptimo día, la genética dijo: 'Con esta familia me voy a despollar'